
Hay el Madrid de siempre, y otro que se renueva día a día. Y ambas ciudades se muestran radiantes desde primeros de diciembre, cuando la capital se viste de luces, se carga de imaginación y se convierte en una gran fiesta.
Paseando por Madrid en Navidad
La Gran Vía es uno de los enclaves donde mejor se vive la Navidad en Madrid. Si la avenida nació a principios del siglo XX inspirándose, en gran parte, en la moderna arquitectura de Nueva York, hoy más que a la Quinta Avenida recuerda a Broadway. Y es que, en los últimos años, gracias sobre todo a la popularidad de las comedias musicales, buena parte de los antiguos cines de la Gran Vía se han convertido en teatros especializados en ese género, lo que le ha dado una especial vivacidad nocturna.
Pero aquí hay que mirar también hacia arriba, porque la Gran Vía es un collar que engarza edificios de arquitectura extraordinaria: en el número 60, el palacio del arquitecto Emilio Ortiz de Villajos, rematado por la escultura "El Romano", de Victorio Macho; el edificio Carrión, en cuyos bajos funciona el cine Capitol, proyectado por Luis Martínez-Feduchi y Vicente Eced; y el magnífico Hotel Cibeles, construido en los años 1920. Tampoco podemos pasar por alto el edificio Telefónica, otro de los iconos del Madrid de entreguerras, que fue el rascacielos más alto de la capital hasta mediados de la década de 1950.
A partir de las seis de la tarde, y hasta la medianoche en fin de semana y festivox, la Gran Vía, y otros muchos espacios más, se transforman, por obra y arte de la iluminación navideña de Madrid, en coloridas fantasías. Contemplando las luminosas fachadas, se alcanza Malasaña, uno de los barrios más atractivos de los que atraviesa la Gran Vía: a lo largo de la Corredera de San Pablo, pueden encontrarse tiendas de lo más variadas, desde ultramarinos hasta ropa vintage y talleres de diseño. En el espacio peatonal de la calle Fuencarral, todo está preparado para el caminante, incluido el mercado de San Ildefonso con sus tres plantas dedicadas a la gastronomía, comida para llevar y disfrutar al aire libre.
Este ambiente de moda y gastronomía convive con antiguos museos como el Municipal y el del Romanticismo; el café del jardín de este último es uno de los secretos más deliciosos y mejor guardados de los madrileños. Y no hay que dejar la Gran Vía sin echar antes una ojeada a Museo Chicote, la emblemática coctelería por la que, desde hace más de 80 años, han pasado todo tipo de famosos, como atestigua su nutrida galería fotográfica.
La Navidad por la Calle de Alcalá
De allí hay que caminar hacia la grandiosa calle de Alcalá, otro abanico de edificios históricos, cuya iluminación evocará este año el cielo de Madrid lleno de estrellas. Antonio Palacios y Joaquín Otamendi conforman el binomio de arquitectos que, a inicios del siglo XX, firmaron parte de las construcciones que encontramos a nuestro paso: destaca el Círculo de Bellas Artes, la Sala de Exposiciones de la Comunidad de Madrid y, en la plaza de Cibeles, el Palacio de Telecomunicaciones, actual sede del Ayuntamiento y del nuevo espacio cultural CentroCentro.
Después de alinear esta imponente sucesión de monumentos, la calle de Alcalá sigue hasta la plaza de la Independencia, uno de los hitos del elegante Madrid que Carlos III mandó construir en estilo neoclásico hacia 1778. En esta plaza encontramos uno de los símbolos de Madrid: la Puerta de Alcalá. A su derecha, aparece el Parque del Retiro, perfecto para pasar una mañana de domingo con niños por los muchos teatrillos de marionetas que se montan alrededor de su estanque. A la izquierda de la Puerta de Alcalá, empieza la calle Serrano, donde podemos hacer un alto en el Museo Arqueológico Nacional, que expone joyas como la Dama de Elche y el Tesoro Visigótico de Guarrazar.
Planes para un Madrid navideño
A partir de aquí, los museos y monumentos se cambian por las tiendas de primeras marcas y de los más destacados diseñadores de moda, españoles y extranjeros. El broche de oro a este nuevo Madrid de cinco estrellas lo acaba de poner Platea, un centro gastronómico instalado en lo que fue el cine Carlos III. Enfrente del Platea se encuentra el Fernán Gómez-Centro Cultural de la Villa, un complejo destacado por su programación de artes escénicas, que sirve de pórtico a una avenida cultural que se prolonga por todo el Paseo de la Castellana y del Prado. La Biblioteca Nacional da paso a la Casa de América, ubicada en el decimonónico palacio de Linares, mientras que en la otra acera se ven los edificios de la Fundación Mapfre, donde se expone lo último en arte contemporáneo.
Al descender por el Paseo del Prado, una de las avenidas museísticas más importantes de Europa, encontramos algunos de los museos imprescindibles de Madrid. Aparece primero el Thyssen-Bornemisza, que ocupa el palacio de Villahermosa, mansión neoclásica remodelada por Rafael Moneo en 1992. El mismo arquitecto firmó la ampliación del Museo del Prado unos años después, con la construcción de un edificio en torno al claustro de los Jerónimos, cuya puerta de bronce es obra de la escultora Cristina Iglesias.
A pocos pasos, una fábrica decimonónica aloja una de las infraestructuras más destacadas del nuevo Madrid, el CaixaForum: una caja de sorpresas ideada por los suizos Herzog & De Meuron y enmarcada por un imaginativo jardín vertical. El recorrido artístico por el Paseo del Prado finaliza en el Museo Reina Sofía, toda una referencia del arte contemporáneo en Europa.
El arte da el relevo a la literatura, en el llamado Barrio de las Letras, hogar de poetas y escritores desde Cervantes a Quevedo y pasando por Lope de Vega, cuya casa es hoy un museo abierto al público. Esta zona, llena de actividad comercial, galerías de arte y anticuarios durante el día, se convierte por la noche en uno de los núcleos del ocio madrileño, cuajado de bares y restaurantes alrededor de la plaza de Santa Ana. En Navidad, los comerciantes del barrio instalan cada día sus puestos en el mercadillo de las Ranas.
Siguiendo por la calle Arenal, en pocos minutos se alcanza la Plaza Mayor, máxima expresión del Madrid de los Austrias. A continuación, llegamos a la plaza de Isabel II, frente al Teatro Real, y a la grandiosa plaza de Oriente, con el Palacio Real (siglo XVIII) y, al fondo, la Catedral de la Almudena, terminada hace unos años. Éste es un mirador privilegiado, sobre todo al atardecer, para vislumbrar la ribera rehabilitada del Manzanares, un sector nuevo denominado Madrid Río. Aquí se halla la ermita de San Antonio de la Florida, enteramente pintada al fresco por Francisco de Goya y que, además, alberga los restos mortales del artista.
A orillas del río se erige el espacio Matadero, el mayor complejo cultural de la ciudad, en cuyo recinto tienen cabida un anexo del Teatro Español, la Filmoteca, la Casa del Lector, el Centro de Diseño y varios espacios expositivos. El lugar respira una contagiosa electricidad creativa que ha transmitido nueva vida a una parte de Madrid poco visitada hasta ahora.
Nuestro recorrido desemboca en la Puerta del Sol: el Kilómetro Cero es el corazón de la capital más tradicional y también de la más moderna, como demuestran las calles adyacentes, que albergan algunos de los restaurantes, pastelerías y cafés con más solera. Una vez más, el Madrid de siempre, el de los barquillos y el roscón de Reyes, se da la mano con las tapas de diseño, los escaparates con las últimas tendencias y las propuestas infantiles más divertidas. Ciudad de mil y un atractivos, la capital es sin duda una escapada familiar perfecta para disfrutar de la Navidad con ojos de niño.