Géiser es la palabra más universal que el idioma islandés ha dado al mundo, derivada de su verbo geysa: brotar. Islandia cuenta con cientos de manantiales de aguas calientes, junto a una veintena de zonas con alta temperatura de vapor en el subsuelo (entre 150 y 250 ºC), lo que permite que casi el 90% de los edificios se calienten gracias a la energía geotérmica. Algunos de esos manantiales, los géiseres, son auténticos surtidores intermitentes de agua hirviendo.
Casi todos los géiseres de Islandia se concentran en la zona termal de Haukadalur, al sudoeste de la isla. Los más populares son Geysir (˝el Gran Géiser”), que en sus mejores tiempos elevaba grandes masas de agua a 60 o más metros de altura, y Strokkur («recipiente para mazar la leche»), que hoy catapulta su columna hirviente a 20 metros.
El surtidor de Strokkur es el más regular, con media docena de erupciones cada hora. Vista a cámara lenta, la masa de agua hirviendo surge con un brusco movimiento de torbellino y adquiere la forma de un bulbo que se alarga y estalla en miríadas de gotitas. Una parte de las gotas origina una nubecilla que se disipa en el aire, mientras el agua que cae vuelve a ser engullida por el orificio del géiser.
La razón de que el agua se caliente se halla en la formidable energía del subsuelo islandés. El gradiente geotérmico de nuestro planeta (lo que aumenta en promedio la temperatura por cada kilómetro de profundidad) es de unos 30 ºC. Pero en Islandia esa cifra se multiplica por cuatro. Eso significa que en esa isla la temperatura de ebullición del agua se alcanza descendiendo apenas mil metros.

una de las impresionantes erupciones del geíser Strokkur en Islandia Foto: Shutterstock
¿Por qué brota el géiser tan bruscamente? El agua hierve cuando la presión del vapor saturado en su seno supera a la presión del aire exterior. En el caso del géiser, el peso de la columna de agua que llena la cavidad subterránea, entre rocas muy calientes, ejerce una presión hidrostática que se suma a la atmosférica. Eso eleva la temperatura de ebullición del agua por encima de las 100 ºC, como ocurre por ejemplo en una olla exprés. El líquido sobrecalentado se halla entonces en un equilibrio muy inestable. Basta que la presión baje o que la temperatura ascienda para que el agua rompa súbitamente a hervir y el vapor se dispare hacia el orificio de salida.
La erupción de un géiser puede desencadenarse artificialmente insuflando burbujas gaseosas en el orificio o arrojando detergentes que disminuyan la cohesión entre las moléculas de agua. Es lo que se hizo en el pasado con el Gran Géiser a fin de hacerlo actuar ante los turistas. Hoy languidece y su agujero permanece acordonado por razones de seguridad.
Aunque se comprendan sus mecanismos, los géiseres siguen presentándose como un misterio fascinante de la naturaleza. Con ellos la tierra permanece viva y capaz de obrar prodigios. Ante esta especie de hoguera acuática, algo del ambiente mágico de los cuentos, donde cualquier prodigio puede suceder, toma cuerpo en medio del corro de espectadores.