
Dicen los gallegos que, cuando Dios descansó tras la Creación, apoyó sus dedos sobre la tierra y creó las rías gallegas. Divididas en Altas (norte) y Baixas (sur), es en estas últimas donde se abre la ría de Arousa, la más amplia y profunda de Galicia. Su bahía cobija islas, un litoral escarpado al norte y más arenoso al sur, villas marineras y cientos de bateas, las plataformas flotantes de madera donde se crían mejillones, vieiras y ostras que protagonizan multitud de fiestas gastronómicas.
El recorrido por Arousa comienza en la ribera norte, contemplando la ría desde uno de sus mejores miradores, el de A Curota, situado sobre la sierra del Barbanza. A sus pies se extiende el pueblo pesquero de A Pobra do Caramiñal, con calles peatonales y la Torre Bermúdez, la casa –hoy museo– de la abuela de Valle Inclán (1866-1936) en la que el escritor residió un tiempo.
Más adelante se cruza la boca del río Ulla, cuyas aguas penetran en una tierra de leyendas y restos megalíticos. Según la tradición, la barca que traía desde Oriente los restos del apóstol Santiago lo remontó hasta encallar en la piedra (pedrón), cerca de la entonces aldea romana de Iria Flavia, que fue el origen de la localidad de Padrón.
Justo en la desembocadura del Ulla topamos con Catoira. En este pueblo se conservan las Torres del Oeste (siglo XII), vestigios del baluarte que la defendía de los ataques de vikingos y corsarios, y que quedaba aislada con la marea alta. En su recuerdo se celebra en agosto una romería vikinga.
Dicen que en Carril (a 9 km) se cultiva la mejor almeja de Galicia. En su playa se puede visitar el Centro de Interpretación de la Ría de Arousa, dedicado a describir las artes tradicionales del marisqueo. Desde esta localidad se accede a la isla Cortegada, que forma parte del Parque Nacional de las Islas Atlánticas, poblada por el mayor bosque de laurel de Europa.
Llegamos a Vilagarcía de Arousa, la capital de la ría, que tiene un animado paseo marítimo y hermosos pazos como el de Vista Alegre (XVI). A un paso queda Vilanova de Arousa, con su fiesta del mejillón y del berberecho, y el Museo de Valle Inclán en la casa donde nació. Justo enfrente se contempla la isla de Arousa, unida a tierra firme por un puente de dos kilómetros.

GUILLERMO SOTELO RODRÍGUEZ
De nuevo en ruta encontramos Cambados, la capital del vino albariño que tiene fiesta propia y el Museo do Viño. Cambados destaca por su monumental plaza de Fefiñans y los ricos pazos de Figueroa, Santo Tomé, Ulloa –mansión del sigo XV– y el de la familia de la escritora Emilia Pardo Bazán (1851-1921), hoy transformado en parador.
Cambados sirve de base para visitar la sierra Salnés, un territorio rural con 200 pazos dispersos, otros tantos cruceiros y el monasterio de Armenteiro (a 10 km), que guarda en su interior una iglesia románica (siglo XII).
Al sur de la ría está el largo arenal de A Lanzada, una zona de protección de aves donde se ven los restos de una torre del siglo X. Desde A Lanzada se llega a la península de O Grove, que en octubre celebra la feria de su producto estrella: el marisco. Además de idílicas calas y gran tradición marinera, se conservan vestigios de varias instalaciones de salazón del siglo XVIII, origen de la industria conservera gallega.
Desde O Grove un puente salta a la isla de A Toxa. Es uno de los destinos termales más destacados de España, cuyas beneficiosas aguas minerales ya eran conocidas por los romanos. Además del balneario (1840) resulta curioso visitar la capilla del Carmen, revestida de conchas de vieiras.
El final de la ría de Arousa lo domina la isla de Sálvora. Junto a otra isla de la ría, Cortegada, las Cíes y la de Ons –éstas más al sur– forman el Parque Nacional de las Islas Atlánticas, con una de las colonias de aves marinas más importante de Europa y algunas de las consideradas mejores playas del planeta.
MÁS INFORMACIÓN
Cómo llegar: Santiago de Compostela, con numerosas conexiones aéreas, es la entrada norte a la ría de Arousa; la ciudad de Vigo es el acceso sur.
TurGalicia: Tel. 902 200 432.