El Vieux Port, hoy tan activo como siempre, fue la cuna de Marsella, el lugar donde desembarcaron hace 2.600 años los griegos que supieron ver la posición estrátegica del que iba a convertirse con el tiempo en el principal puerto mediterráneo de Europa. Marsella fue durante siglos un crisol en el que se fundieron los productos y culturas de todos los puntos del Mediterráneo. Hoy la ciudad se prepara a grandes pasos para convertirse en Capital de la Cultura Europea en 2013, un acontecimiento que se ha tomado como pretexto para emprender una profunda renovación que da nuevo lustre a los enclaves característicos y crea espacios flamantes de ocio y cultura. Y, sobre todo, muestra a Marsella –segunda ciudad de Francia con cerca de un millón de habitantes– como una localidad abierta y activa, alejada de los tópicos que durante décadas le dieron fama de ciudad caótica y un tanto abandonada. Su proximidad, además, con la costa mediterránea y con el corazón de la Provenza –Aix-en-Provence está a solo 30 km–, son otros de sus grandes atractivos.
VIEUX PORT
A mitad del siglo XIX, el antiguo puerto comercial de Marsella se trasladó a las afueras de la ciudad, mientras el «puerto viejo», siguió ocupando la profunda bahía marsellesa en forma de «V», ahora convertida en un embarcadero deportivo. El Vieux Port está custodiado por los fuertes de Saint Jean a la derecha y de Saint Nicolas a la izquierda, y a los lados tiene callejones como el de los Augustins o el Fortia, con restaurantes donde degustar el plato típico marsellés, la bullabesa, a base de pescado fresco y marisco. En la zona es recomendable visitar el Ayuntamiento, magnífico edificio de estilo italiano (siglo XVII) emplazado en el Quai du Port, y deambular hasta el Quai des Belges, en la bocana del puerto, donde cada mañana se instala un mercado de pescado fresco.
LA CANEBIÈRE
Esta avenida de mil metros de largo es el eje del centro de Marsella. Nace frente al Vieux Port, en el Quai des Belges, donde se ubica la Oficina de Turismo. Su nombre viene del provenzal canebe (cáñamo), ya que allí se instalaban antiguamente los tejedores de sogas para las embarcaciones. Más adelante por esta vía se llega al palacio de la Bolsa, uno de sus edificios más imponentes (siglo XIX), que alberga el interesante Museo de la Marina y de la Economía, que explica el largo vínculo de la ciudad con el mar.
LE PANIER
Desde La Canebière es fácil acceder por la Rue de la République a este barrio marsellés. Se eleva sobre un promontorio, entre el Vieux Port y la catedral de Santa María la Mayor que, junto a Notre Dame de la Garde, son los grandes templos de la ciudad. Le Panier fue durante siglos el barrio portuario por excelencia, poblado de tabernas entre sus calles estrechas y sinuosas. Destruido en parte durante la ocupación nazi, Le Panier es hoy uno de los rincones más vitales y dinámicos de Marsella. Sin haber perdido su aire popular, en sus plazas y esquinas los cafés trabajan a pleno rendimiento de día y de noche. Además muchos artistas y artesanos han abierto allí sus talleres, dando a estas calles un nuevo aire.
HOSPICIO DE LA VIEILLE CHARITÉ
En el corazón de Le Panier, este antiguo asilo, edificado entre los siglos XVII y XVIII, mantiene intacta la belleza de su patio porticado, en cuyo centro se encuentra una preciosa capilla barroca. El edificio aloja dos de los museos más relevantes de Marsella: el de Arqueología Mediterránea y el de Artes Africanas, Oceánicas y Amerindias. El primero exhibe piezas procedentes del antiguo Egipto, de Mesopotamia y de Grecia, así como piezas arqueológicas halladas en la zona de Marsella. El segundo, que abarca la planta superior, exhibe colecciones de objetos de culturas nativas no europeas, que van desde instrumentos de rituales hasta utensilios de la vida cotidiana de esas lejanas civilizaciones.
SANTA MARÍA LA MAYOR
Pocos minutos a pie en dirección hacia el mar se llega a la catedral de Marsella. Al igual que Notre Dame de La Garde, fue erigida durante la segunda mitad del siglo XIX junto a la nueva zona portuaria, sobre restos de la antigua catedral medieval del siglo xii. Proyectada por el arquitecto Léon Vaudoyer (1803-1872), su estilo neobizantino se impone gracias al juego de mármol y pórfido de la fachada, a bandas horizontales. En el interior hay que apreciar la cúpula, una de las más grandes del mundo, de 70 metros de alto y 18 de diámetro.
FUERTE DE SAINT JEAN
Desde la catedral marsellesa hay que descender hacia el Quai de la Tourette y caminar unos minutos en dirección al Vieux Port para contemplar esta fortaleza, construida en el siglo XII –salvo la torre redonda, del XVI– por la orden de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén. En el emplazamiento que ocupa se hallaron vestigios de los primeros pobladores griegos de Marsella. Desde el siglo XVI fue utilizado como control de acceso al puerto, y durante la Revolución Francesa sirvió como presidio. En la actualidad, el fuerte está siendo ampliado con una estructura de acero y cristal para acoger uno de los proyectos más ambiciosos vinculados a la capitalidad cultural: el MuCEM (Museo de las Civilizaciones de Europa y del Mediterráneo), cuya apertura está prevista para la primavera de 2013.
CASTILLO DE IF
Regresando a la bocana del Vieux Port, llega la hora de explorar otras zonas de Marsella. Para ello hay que tomar en la Estación Marítima el barco que, en poco más de un cuarto de hora, lleva a la pequeña isla donde se erige el castillo de If. Fue construido en el siglo XVI como puesto de vigilancia marítima y tiempo después se convirtió en prisión. Sin embargo, su celebridad universal se debe a la novela de Alexandre Dumas El conde de Montecristo (1844), cuyo protagonista, Edmond Dantès, consigue escapar de If para vengarse de quienes lo traicionaron y calumniaron. La visita permite recorrer las celdas, las murallas y los torreones, bien conservados.
CORNICHE JOHN F. KENNEDY
Desde el Vieux Port en dirección sur, después de transitar por el Quai Rive Neuve y el bulevar Charles Livon –que pasa junto al fuerte de Saint Nicolas–, se llega a esta «cornisa» que los marselleses presentan con orgullo como el paseo marítimo urbano más largo del mundo. A mediados del siglo XX, cuando la periferia costera de la ciudad empezó a crecer, esta sinuosa carretera se ensanchó para el tráfico de vehículos, convirtiéndose a la vez en uno de los paseos con mejores vistas hacia el Vieux Port y las islas If y Frioul. La Corniche, que incluye el memorial a John F. Kennedy, desemboca en la playa del Prado, muy popular todo el año y un lugar desde el que se contempla una magnífica vista del Mediterráneo.
PARA SABER MÁS
Cómo llegar: Desde varias ciudades españolas salen vuelos a Marsella, cuyo aeropuerto tiene servicio de autobús al centro (trayecto, 25 minutos).
A tener en cuenta: La Oficina de Turismo vende el City Pass (24 y 48 h), para museos, visitas guiadas, transporte urbano y barco a la isla de If.
Turismo de Marsella