Escapada vasca

La mayor sorpresa del País Vasco francés es este curioso castillo

La fronteriza Hendaya, a dos pasos de Irún y Hondarribia, alberga una mansión neogótica diseñada por Viollet-le-Duc con un observatorio astronómico y numerosos objetos de Etiopía.

Siguiendo la moda neogótica del siglo XIX, Antoine d’Abbadie se hizo construir un castillo con almenas, torretas, salones y dormitorios tapizados de telas con heráldica, iniciales y flores en lo alto de una colina, sobre la playa de Hendaya. Visitar hoy esta mansión permite conocer aquel hombre ilustrado, con una gran curiosidad por el mundo que lo rodeaba y apasionado por la astronomía, la cultura vasca y la antigua Abisinia, región que recorrió a lo largo de once años.

Castillo de Abbadia
Foto: Hendaye Tourisme

capricho medieval

Antoine d'Abbadie confió el diseño de lo que sería su retiro la mitad del año al arquitecto más célebre de la época: Viollet-le-Duc, artífice de la reconstrucción de la ciudadela de Carcasona o del castillo de Roquetaillade.

En el castillo de Abbadia, Violle-le-Duc aplicó sin restricciones su estilo medievalista tanto en los elementos exteriores como en la decoración interior. Las obras tardaron veinte años en completarse, de 1864 a 1884, y d'Abbadie pudo disfrutarlo hasta el final de su vida en 1897.

 

Castillo de Abbadia
Foto: Hendaye Tourisme

¿una estatua de la libertad?

Lo primero que llama la atención del castillo son las esculturas del exterior. Caracoles gigantes, cocodrilos, leones y serpientes se asoman desde las gárgolas, las ventanas o las escaleras de entrada. La puerta, protegida bajo un pórtico de piedra labrada, da paso a un vestíbulo de paredes forradas de plafones de madera.

Sobre la escalinata principal, una gran vidriera deja pasar la luz y, de alguna manera, ayuda a la ninfa con aires de Estatua de la Libertad que sostiene una lámpara justo enfrente. Aunque viste pantalones y una cartuchera a la cintura, se diría que Viollet-le-Duc quiso dejar aquí constancia de su aportación como responsable del recubrimiento de cobre de la escultura que Francia regaló a Estados Unidos en 1886.

Castillo de Abbadia
Foto: Hendaye Tourisme

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En la planta baja se hallan la capilla, el salón de recepción de la señora d'Abbadie, el comedor y la sala de observación astronómica. Antoine d'Abbadie equipó este espacio con los instrumentos de medición más modernos y un telescopio que estuvo en funcionamiento hasta 1975.    

 

Castillo de Abbadia
Foto: Hendaye Tourisme

salones de cuento

El piso principal deja boquiabiertos a los visitantes. Camas con baldaquinos, salones con cortinajes pesados, muebles de hace tres y cuatro siglos, butacas del XIX e incluso un secreter ¡chino!

Las paredes están pintadas de azul con las iniciales de los propietarios en dorado (A de Antoine, V de Virginie) o con flores de sus emblemas familiares. Ah! Y las chimeneas llevan grabado el escudo de armas de la familia o inscripciones en latín, gaélico o sufí, muestra de la amplia cultura de Abbadie.

Todo respira un aire de castillo de cuento tan creíble que no sorprendería a nadie si apareciera un hada varita en mano, un caballero con armadura reluciente, un dragón asomando el hocico por la ventana o un guerrero nubio recién llegado de las fuentes del Nilo.  

Castillo de Abbadia
Foto: Hendaye Tourisme

un viajero ilustrado

Antoine d'Abbadie (Dublín,1810-París,1897) fue un erudito que hablaba catorce lenguas y que en este castillo reunió una colección de libros sobre Etiopía, cultura vasca y astronomía, una afición que lo llevó a presidir la Academia de las Ciencias de Francia, actual propietaria del recinto.

Su dedicación al estudio del euskera y de las tradiciones vascas le valieron el título póstumo de Euskaldunen Aïta (padre de los vascos). En 1836 publicó con Augustin Chaho Etudes Grammaticales sur la Langue Euskarienne, y unos años después promovió en Urruña las fiestas vascas que hoy se conocen como Bixintxo y que tiene lugar la primera semana de septiembre. 

La antigua Abisinia (hoy, Etiopía) cautivó su curiosidad científica y etnográfica. Viajó por el país africano durante once años, al cabo de los cuales realizó el primer estudio cartográfico del territorio. De allí se trajo multitud de objetos, algunos de los cuales cuelgan de los muros de su castillo en Hendaya.

Hendaya
Foto: istock

senderos sobre el mar

El entorno del Castillo de Abbadia es una reserva natural de 65 hectáreas que se asoma a uno de los rincones más bonitos de este litoral: Le Domaine d'Abbadie. Una red de senderos atraviesa bosques y prados en los que pastan ovejas manex tête noire. Algunos se abren paso hasta miradores que cuelgan sobre los islotes Les Deux Jumeaux, los acantilados de flysch de la Corniche y la bella bahía de Loia.