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Lisboa
Atractiva en cualquier época del año, la capital portuguesa enamora con su variedad de propuestas culturales, su patrimonio artístico y su gastronomía. El barrio de Belém es el que mejor representa las ansias de adelantarse al futuro de esta ciudad a orillas del Tajo, sede de un imperio de ultramar que exploró orillas africanas, indias, asiáticas y americanas. Allí se alzan edificios de la época dorada de los descubrimientos, el siglo XV y XVI, que son auténticas filigranas renacentistas, pero también conjuntos arquitectónicos que muestran la cara más vanguardista de Lisboa, como el Museo de Arte, Arquitectura y Tecnología (MAAT). El paseo por los barrios del centro, en cambio, descubre la huella árabe y romana del barrio de Alfama, el legado urbanístico del siglo XVIII en La Baixa, o en el Chiado los cafés frecuentados por escritores y artistas del siglo XIX.
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Primavera en Países Bajos
Tulipanes, molinos, canales, bicicletas... Los iconos de los Países Bajos se perciben más intensos bajo la luz primaveral. En especial las flores, que decoran los parques y balcones de las ciudades y que alcanzan el clímax en los jardines de Keukenhof, un tapiz de tulipanes y otros bulbos que recuerda la historia del imperio comercial holandés. Ámsterdam también renace en primavera. Sus parques y canales se visten de flores, los museos de arte inauguran exposiciones y las terrazas empiezan a ocupar plazas y calles. Tras la inevitable visita al Rijksmuseum y al Museo Van Gogh, hay que entrar en el Museo del Tulipán para entender la devoción de los holandeses por los bulbos. Las ciudades de Haarlem, Leiden y Lisse completan esta fragante ruta por los Países Bajos.
PARA VIAJAR MÁS
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Panamá entre dos mares
Este país de silueta ondulada y playas acariciadas por el Pacífico y el Caribe alberga una naturaleza asombrosa en sus selvas tropicales, playas de arena y fondos marinos. La capital, Ciudad de Panamá, además de centro financiero internacional es una urbe con una increíble oferta hotelera y gastronómica, muy próxima al canal que trajo la riqueza al país a principios del siglo xx. El viaje completo va de oeste a este, con etapas en la costa atlántica y pacífica para disfrutar de sus fondos marinos y playas desiertas de archipiélagos gestionados por comunidades nativas. A lo largo de la ruta se pasa por ciudades coloniales y bosques tropicales de extraordinaria riqueza biológica hasta alcanzar la impenetrable selva del Darién, donde aún se hallan especies animales y vegetales nuevas para la ciencia.
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Angkor, la ciudad perdida de Camboya
Los templos de Angkor, la antigua capital jemer, son un museo de arte a cielo abierto en pleno corazón de Camboya. La ciudad de Siem Reap es la base para descubrir este inmenso enclave arqueológico rodeado de selva. Angkor Wat y Angkor Thom son los dos conjuntos principales, pero hay cientos de templos desperdigados por el área, algunos con troncos y raíces de árboles que enmarcan esculturas y relieves de serpientes místicas, dioses y danzarinas celestiales.
El viaje prosigue después hacia el sur en busca de las islas y playas camboyanas, menos famosas que las de Tailandia y Vietnam aunque igual de paradisiacas. En la ciudad de Sihanoukville se concentran la mayoría de servicios y los arenales más extensos. Desde aquí se alcanza la isla de Koh Rong, con largas playas de arena blanca y un interior cubierto por una densa jungla. A poca distancia se halla la selvática Koh Ta Kiev, una isla perfecta para robinsones que disfruten de una desconexión tropical.
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Los lagos de Lombardía
Al norte de la cosmopolita Milán, los lagos Garda, Lugano, Maggiore, Como e Iseo acogen en sus riberas poblaciones encantadoras y elegantes villas que han sido refugio de artistas, aristócratas e intelectuales de épocas distintas. La ruta que los enlaza de oeste a este recorre carreteras con vistas a los lagos y a los Alpes que asoman por detrás. En ocasiones los desvíos al interior descubren ermitas encajadas en paredes de roca, cumbres con panorámicas únicas o el museo de fósiles de San Giorgio. Cada lago es un mundo con sus propios atractivos: los jardines de las islas Borromeas en el lago Maggiore; las villas que alojaron a Stendhal y a lord Byron en el lago de Como; los castillos y playas del lago de Garda; los viñedos de las riberas del Iseo.
Ibiza en bicicleta
Existe una Ibiza que, lejos de su faceta festiva, muestra un rostro más sereno y sosegado. Esa Ibiza se puede recorrer en bicicleta, en contacto con la naturaleza y a plena luz del día. Descubrirla de esta manera slow, al ritmo que marca el pedaleo, permite constatar que la isla blanca también está hecha para las almas tranquilas. Esta ruta va de Dalt Vila, en Eivissa, hasta Cala d’Hort, en el sur.
Los Oscos, la Asturias más genuina
Haciendo equilibrios con la frontera de Galicia y cobijados entre bosques de castaños, los pueblos de Los Oscos abrazan la Asturias más tímida, un santuario de profundas tradiciones y naturaleza intacta. Así ha sido desde siempre pues en este apartado rincón del mapa los primeros asturianos ya construyeron sus aldeas fortificadas y sacaron partido de lo que tenían más a mano: el agua y el hierro.
