Visitar una ciudad con niños es una de las primeras experiencias viajeras que se debe regalar a los viajeros más noveles porque es una manera sencilla de hacer una toma de contacto con otros lugares donde se habla otro idioma, tienen otras costumbres y una cultura y gastronomía diferentes (sí, a los más pequeños hay que animarlos para que salgan del bucle pasta-nuggets-pizza). En este sentido, una urbe europea muy fácil para viajar en familia es Lisboa porque tiene todos los ingredientes para pasárselo bien: tranvías, castillos, juegos interactivos, zonas verdes y un magnífico acuario para ir abriendo boca.