Como dijo Miguel de Unamuno durante su destierro en esta isla, Fuerteventura es un pedazo del Sáhara despedido en mitad del Atlántico. En este trozo de tierra, la vida se abre paso entre paisajes desérticos, rocas, aloe veras, matorrales y arena, sobre todo, arena. Las playas se van sucediendo a lo largo de 150 kilómetros, ofreciendo un catálogo de contrastes: algunas de arena blanca, fina, casi pura; otras, en cambio, negras como el tizón, exóticas, orgullosas de su origen volcánico.
Estas playas atraen a todo tipo de viajeros, desde los turistas que buscan bañarse en aguas cristalinas en mitad del Atlántico hasta los amantes del deporte como los windsrufistas y kitesurfistas que aprovechan los vientos que soplan en esta parte de la costa canaria para domar las olas y brincar sobre ellas, y es que en Fuerteventura se encuentran algunas de las mejores playas de las islas Canarias.
