playas de fuego

Las mejores playas de Lanzarote para despedir agosto

Entre paisajes volcánicos, la isla de César Manrique tiene una asombrosa colección de playas donde desconectar del mundo.

Hay lugares en el mundo en los que la experiencia de ir a la playa deja de ser algo anecdótico para convertirse en un hecho trascendental. Uno de esos lugares es la isla de Lanzarote, que ha sabido preservar su naturalidad a pesar de convertirse en destino turístico. Su paisaje es su reclamo. Toda una elegía extasiante a los cuatro elementos: tierra, aire, agua y fuego. 

Su litoral se abre a pequeñas calas y playas sorprendentes esculpidas a golpe de erupciones. Un escenario que se diría minimalista, en el que los ocres se recortan en la línea del horizonte; aparecen los rojos y los grises y el color de ese Atlántico, que ni es azul ni verde, sino que tiene sus propias tonalidades. Con todo su territorio declarado Reserva de la Biosfera, la conexión con la naturaleza en las playas de Lanzarote está asegurada.

 

 

 

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Playas del Papagayo

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Playa del Papagayo: una galaxia playera

Atravesando la llanura lunar de la costa del Rubicón se alcanza una galaxia playera difícil de igualar en la que aguardan seis playas salvajes de sensual jable dorado. De todas ellas, la playa del Papagayo es la más representativa. Aparece con su forma de media luna perfecta entre dos morrones, abierta a una pequeña bahía de aguas tranquilas con fondos verdes y azules. No es de extrañar que sea uno de los lugares preferidos por los submarinistas que llegan a Lanzarote. En el horizonte, si la calima lo permite, se recortan las siluetas del islote de Lobos y las dunas de Corralejo, en Fuerteventura.

Caleta del Congrio

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Caleta del Congrio: la alternativa nudista

Sin salir de la costa del Papagayo, esta cala es un verdadero oasis para disfrutar de la playa en cueros. Enclavada junta a una espectacular pared de roca volcánica, su arena suave y blanca y el azul turquesa del mar confieren al lugar característica de paraíso. Un lujo natural donde sentirse lejos de la civilización, como si en lugar de llegar a una playa se hubiera llegado al fin del mundo. Por eso es una de las mejores opciones de Lanzarote para practicar el nudismo.

 
Playa de Famara

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Playa de Famara: el icono de la isla

Con sus impresionantes paredes verticales, el Risco de Famara se ve como la columna vertebral de un animal mitológico que al llegar a la playa se vuelve toda arena para entrar en contacto con el Atlántico. “De niño me pasaba la vida corriendo por Famara como una cabra loca”, decía César Manrique al hablar de esta playa donde veraneaba de pequeño. No apta para el baño calmo, sí lo es por contra para los más aficionados al surf y windsurf gracias a los vientos que suelen peinarla. De todas formas, sea como sea, vale la pena llegar hasta Famara solo para extasiarse con la panorámica.

 
Charco de los Clicos

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Charco de los Clicos: la playa extraterrestre

Aquí la naturaleza pinta un cuadro surrealista de cromatismo elevado: el verde oliva, los negros, los colores oxidados, los rojizos, el turquesa del mar, el blanco de la espuma. No extraña que Almodovar la eligiera para una de la escenas de Los abrazos rotos. El Charco de los Clicos es en realidad un antiguo cráter de volcán que perdió su otra mitad hace siglos. Lo que quedó fue adquiriendo la forma actual por la erosión constante de la naturaleza; así fue como finalmente e charco quedó separado del mar por una playa de arena y guijarros negros.

 
Caleta del Mero

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Caleta del Mero: entre dunas

Las dunas de arena blanca visibles a ambos lados de la carretera ya adelantan lo mágico del lugar. Una vez que el bañista se acerca, verá brillar el azul turquesa del agua contrastando con el blanco de la arena y los grises y negros de las rocas volcánicas. Por lo rústico del paraje y lo poco transitada, parece un lugar fuera del mundo. Sin embargo, cerca del municipio de Haría, resulta muy fácil llegar. El baño entre los espigones de lava petrificada suele ser tranquilo.

 
Playa del Risco

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Playa del Risco: la más inaccesible

En la costa de Yé y guarecida por el espectacular acantilado de Famara, esta playa es tan bella como difícil su acceso -sobre todo, si se decide ir caminando por la vereda de los Gracioseros y no en barco-. El tiempo estimado de la ruta es de una hora aproximadamente; siendo el primer tramo el más complicado. Luego llega el descenso zigzagueante que se abre a una panorámica increíble de todo el Risco de Famara. Vale la pena porque una vez a pie de playa es posible disfrutar en soledad. En su extremo, hay una de las salinas más antiguas del archipiélago canario.

 
Playa Grande

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Playa Grande: la urbanita

No todo son playas salvajes e inaccesibles en Lanzarote. También hay playas urbanas, como Playa Grande, donde disfrutar de un día de sol y playa cómodamente y sin muchos esfuerzos. Playa Grande es todo un referente en Puerto del Carmen. Es en torno a este arenal, o mejor dicho, a su paseo, donde gira toda la vida de la ciudad. Se trata de una agradable avenida con vistas al litoral entre palmeras y con todos los servicios y restauración necesaria para el ocio.  Además es una playa que garantiza la accesibilidad de todos los públicos, con disponibilidad de sillas anfibias, boyas y redes para baños adaptados. 

 
Playa de Las Conchas

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Playa de Las Conchas: con vistas en el horizonte

En sus apenas 30 kilómetros cuadrados, La Graciosa tiene una costa llena de calas y playas salvajes que son un auténtico retiro de calma. Las Conchas es una de ellas. A solo 5 kilómetros de Caleta, mantiene la pureza propia de otra época en la que el turismo de masas estaba aún por inventarse. Debe su impresionante tono tostado y blanco al paso del corredor de jable que viene del Sáhara. Los contrastes que crea con los rojizos y con los turquesas, junto a las vistas de la Isla Alegranza y la isla de Montana Clara frente a ella, la convierten en una experiencia playera sublime. Sólo hay que tener cierta precaución a la hora del baño con los vientos propios de la zona. 

 
Playa Francesa

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Playa Francesa: donde sentirse aparte del mundo

Junto con Las Conchas y la Cocina, forma parte de las playas más famosas de La Graciosa. Se accede a esta playa salvaje tras caminar menos de una hora por un camino de tierra que bordea la costa. Lo que aguarda es un espectáculo natural de agua cristalina a refugio de las mareas. Dividida en dos por una zona de rocas, la parte central es plana, mientras que en el extremo tiene forma de talud. Con la marea alta la bahía se llena de agua y forma una auténtica laguna de aguas tranquilas gracias a la Punta de la Herradura que la protege.