Muy, muy doradas

Tarragona, el paraíso playero inesperado

De arena, de piedras, con posidonia, recónditas, urbanas, naturistas... Esta provincia es una auténtica galaxia playera.

Desde la desembocadura del Río Foix hasta el Delta del Ebro, la Costa Daurada es mucho más que playas, ¡pero qué playas tiene! No se puede pasar por alto el potencial playero de la provincia de Tarragona. Son cerca de 90 kilómetros donde hay para escoger: extensas playas, urbanas, remotas, con arena, con piedras, naturistas, salvajes, con castillos, con chiringuitos, familiares, entre acantilados, con vegetación, para practicar deportes o para estar tumbado, dejando que las olas acunen el paso del tiempo.  

 

Al sur de Cataluña, en todas las playas de Tarragona se disfruta de un mar calmo, sin excesivo oleaje. Son escenarios que esconden historias singulares y de conservación de ciertas áreas naturales. En muchas de ellas, ondea con orgullo en el horizonte la Bandera Azul por la calidad de sus aguas. Además, el impresionante conjunto de patrimonio cultural e histórico, la gastronomía, parques de atracciones y las infraestructuras deportivas proporcionan una infinidad de planes aftersun como complemento a unas vacaciones familiares o en pareja ideales.

 

 
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Cala Jovera

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Cala Jovera

La pequeña cala Jovera es la contrapartida a la más extensa y popular playa de Tamarit, que se extiende al otro lado. La cala aparece en el espacio ganado por la erosión a los acantilados salpicados de pinos. Un paisaje de postal que capturó el alma del multimillonario Charles Deering, amigo y mecenas del pintor modernista Ramón Casas. Enamorado de Cataluña, recorrió todo el territorio; pero fue precisamente aquí donde decidió construir su propio hogar. Para ello, no dudó en hacerse con las ruinas de un castillo románico del S. XII que rehabilitó y llenó de obras de arte. Hoy es el escenario de no pocas bodas mediáticas.

 
Cala Penya Tallada

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Cala Penya Tallada

A diferencia del resto de playas urbanas de Salou, más largas y abiertas, esta cala se muestra íntima y recogida, con un punto salvaje que le da un atractivo extra. Es una de las mayores sorpresas playeras que esconde la Costa Daurada. Precisamente, comenzando a caminar desde la playa de Levante, la principal del municipio, se puede llegar hasta el mismísimo Faro de Salou. En el recorrido, aparecerá la singular belleza de la Penya Tallada, cuyo nombre le viene dado por la forma que han adoptado sus acantilados. Es ideal para visitarla si se busca desconectar, especialmente cuando el viento sopla del noreste y trae algunas incomodidades a otros arenales del municipio.

 
Cala Fonda

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Cala Fonda

Al paisaje de pinos piñoneros, algarrobos y olivos que recibe el influjo del Mediterráneo en esta parte de litoral tarragonés se le conoce como el Bosque de la Marquesa, a cuyo pie se encuentra Cala Fonda, una de las calas vírgenes más especiales de la Costa Daurada. Sirve el bosque de aislamiento acústico al ruido del tráfico de la nacional, la antigua Vía Augusta romana, que recorre la costa. Tal vez sea la combinación del talud calcáreo, rematado de verde, junto al turquesa del mar, que se ha comenzado a llamarla también como Waikiki, en referencia al paraíso hawaiano. Ya sea por lo excepcional de su belleza o por la dificultad de su acceso, la playa ha sido tradicional territorio de naturistas.

Cala Buena

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Cala Buena

El Perelló es una de las zonas del litoral de Tarragona menos conocida y, quizá, de mayor belleza. Bordeando el mar sobre los acantilados encontrarás un sendero para descubrir todas sus calas y playas, un paseo único para conocer mejor su costa, por ello es muy recomendable para aquellos que les gusta caminar, descubrir calas secretas y no les asusta que no estén equipadas. Sus calas son escarpadas y rocosas, Cala Buena es una de ellas por lo que no esperes grandes arenales, eso sí, aquí seguro que estarás solo pues la ocupación suele ser baja. Junto a ella también se encuentran Cala Moros y Santa Llúcia, ésta última más larga y con más arena.

 
Cala Forn

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Cala Forn

L'Ametlla de Mar es el lugar a donde miran los tarraconenses cuando les apetece pasar el día en una cala recóndita, sin ser molestados por demasiada gente. Precisamente, hacia el norte, junto a la urbanización de las Tres Cales, se encuentra una auténtica galaxia playera entre acantilados y vegetación mediterránea que satisface hasta a los más exigentes: Cala Forn, un espectáculo de aguas turquesas, es tal vez la más famosa; pero, además, está escoltada a banda y banda por Cala de Santa Jordi, Cala Vidre y por la Playa del Torrent del Pi (también conocida como Cala Mosques), un pequeño paraíso naturista. Todas ellas, de arena fina y dorada y con una entrada suave al mar.

 
Playa del Torn

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Playa del Torn

En plena Costa Daurada, en un paisaje de pinos mediterráneos, rematada por dos cabos rocosos y con una arena fina al tacto, sigue siendo una de las mejores playas nudistas de España, a pesar de la cada vez mayor presencia de textiles. Lo es gracias a la labor de la asociación naturista local que ha cuidado durante años del entorno idílico, dentro del paraje protegido por su interés natural de La Rojala y a la presencia de un camping muy popular entre familias naturistas de todo el sur de Europa. En una esquina de la playa, destaca el pintoresco Illot del Torn, del que la playa recibe su nombre.

Fangar-iStock-478967512. Fangar

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La Marquesa y El Fangar

Este es uno de los paisajes más especiales del Parque Natural del Delta del Ebro. En esta playa, el mar es calmo y no tiene mucha profundidad. Es un escenario perfecto para olvidarse de las rutinas cotidianas. Se puede caminar hasta la Punta del Fangar, una escénica península de 410 hectáreas de arena y dunas que aguarda un faro como un tesoro. A lo largo de los casi dos kilómetros de caminata, se transita territorio virgen en el que es frecuente ver diferentes especies de aves que anidan. Dado el especial ambiente natural, la tranquilidad y el espacio con que cuenta, es una playa perfecta para practicar el nudismo en total intimidad y tranquilidad.

Cala Roca de l’Illot

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Cala Roca de l’Illot

Aunque la Costa Daurada es conocida por sus playas extensas de arena fina y suave entrada al agua, también tiene alguna que otra sorpresa más salvaje. La Roca de l'Illot es una pequeña cala de guijarros rodeada por un roquedal rojizo por el que se descuelgan los pinos como queriendo rozar el mar turquesa. Destaca el islote que le da nombre, emergiendo en un costado, elevando el paisaje a la altura de escenario bucólico. Para disfrutar sin el acomodo de chiringuitos y otras instalaciones. La naturaleza en estado puro, ese es el privilegio para disfrutar de un rincón salvaje en el epicentro de la Costa Daurada. El único inconveniente es que llegar hasta aquí no es fácil. Hay que seguir el sendero GR 92,  el de mayor recorrido del Mediterráneo que va de Cataluña hasta Andalucía, resiguiendo la costa.

Cala Roca de l’Illot