Hay pocos medios de transporte que evoquen la aventura del viaje como lo hace el globo aerostático. Son pura fantasía celeste. Julio Verne nos hizo viajar Cinco semanas en globo y desde entonces, cuando vemos un globo surcar los cielos, nos imaginamos explorando África o cualquier otra parte del ancho mundo. Y es que hay vuelos en globo por algunos de los paisajes más bellos del planeta.
El vuelo pausado del globo permite captar desde las alturas una perspectiva diferente de los lugares, ofreciendo incluso detalles que de otra forma nos pasarían desapercibidos. Es el caso, por ejemplo, de la Capadocia, donde sus extrañas formaciones rocosas se contemplan mejor desde el aire, o de Bagan, Myanmar, donde los globos convierten el amanecer en una experiencia romántica.
Inventado por los hermanos Joseph y Étienne Montgolfier, el primer vuelo aerostático controlado de la historia tuvo lugar en París en 1783. El ascenso se realizó desde el jardín de las Tullerías, donde se congregaron más de 400.000 personas para ver como el profesor Jacques Charles y su ayudante Nicolas-Louis Robert conquistaban el cielo de la ciudad. En total recorrieron unos 43 kilómetros.