Establecida en una fértil región cubierta de olivares, viñas y huertas, esta antigua villa imperial conserva el patrimonio de su esplendoroso pasado.
De las cuatro ciudades imperiales de Marruecos, Meknés podría considerarse la más modesta, detalle que le confiere un ritmo de vida pausado y la hace muy agradable de visitar. Modestia relativa, puesto que sus monumentos rivalizan en magnificencia con los de Fez, Marrakech y Rabat, si bien se distribuyen en un casco urbano menos extenso y rodeado de campos de cultivo, que se extienden a la sombra del Atlas Medio. Su fértil huerta la convierte en la capital agrícola del reino marroquí y en el lugar donde saborear las mejores frutas y verduras del país, sin olvidar sus vinos y un gustoso aceite de oliva.