Menorca nunca ha sido de ‘masas’, y aunque quisiera, ahora mismo lo tendría prohibido. Mientras que sus hermanas han sido más permisivas con el turismo a gran escala, la más septentrional de las Baleares se ha mantenido más secreta, más preservada. Se podría decir que es como una Formentera a lo grande: un paraíso natural, tranquilo, salvaje. Mediterráneo gráfico.
La isla cuenta con alguna de las mejores playas de España pero reducir este lugar a una postal de aguas turquesas y arenales tan blancos y finos como la sal sería herejía. En su interior se encuentran grandes barrancos, humedales que dan cobijo a cientos de aves migratorias, un cielo tan estrellado que dejaría en ridículo al mismísimo Van Gogh y rocas con más de 400 millones de historia. Todo un entramado natural que desde 1993 está protegido por la UNESCO como Reserva de la Biosfera. Un reconocimiento por hacer compatible la vida con la conservación de un patrimonio y medio natural único.
Desde entonces, Menorca ha desarrollado un tipo de turismo sostenible con el entorno, aprovechando su potencial al máximo con el mínimo impacto posible. Ya sea a pie, en bicicleta, a lomos de un caballo, desde las alturas, surcando el mar o sumergido en él, estas son algunas de las mejores actividades ecoturistas que se pueden experimentar en Menorca.