Montañas de leyenda en Asturias

Viaje por un territorio mágico, visitando aldeas, cuevas con pinturas rupestres y bellos templos prerrománicos

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Las Ubiñas-La Mesa

Este parque natural y Reserva de la Biosfera agrupa poderosas cumbres de la cordillera Cantábrica. Los pastos y matorrales de enebros y gayubas tapizan los valles de las zonas altas, mientras que los bosques de hayas, tejos, fresnos y arces cubren las zonas bajas.

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Hogar del oso pardo

Al sur de Oviedo, en la ruta hacia el Parque Natural de Las Ubiñas-La Mesa, el viajero penetra en el reino de uno de los animales más esquivos de nuestro territorio, con permiso del lince. Hablamos del Ursus arctos, el oso pardo europeo. España es uno de los reductos donde vive en libertad. De los 250 ejemplares contabilizados, 200 se hallan en Asturias

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Joya artística

La ermita de Santa Cristina (siglo IX), uno de los más bellos ejemplos de prerrománico asturiano, se erige sobre una colina del valle del río Lena.

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La Senda del Oso

Los valles del oso son paisajes aislados del sur asturiano que se han preservado como el hábitat de una fauna excepcional, en la que el oso es el rey. La señal de tráfico que recibe al visitante cuando llega a Asturias muestra dos osos cruzando una carretera con la palabra "Atención". 

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Quesos únicos

La ruta de los quesos asturianos permite descubrir pueblos y aldeas perdidas entre bosques, pastos y montañas. A los famosos Cabrales, Afuega’l Pitu, Gamonéu y Casín, todos con denominación de origen, se pueden añadir decenas de variedades locales, algunos de producción tan pequeña que solo se venden in situ.

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Bosques brumosos

En Lindes (concejo de Quirós) se inicia una ruta circular de 7 kilómetros por uno de los hayedos más extensos de Asturias, en el P. N. de Las Ubiñas La Mesa. La Peña Ubiña (2.417 m), techo del parque, es la segunda cima más alta de Asturias después de los Picos de Europa.

Dos osos cruzando una carretera y encima la palabra "Atención". Es lo que muestra la señal de tráfico que nos recibe al llegar a esta Asturias alejada del mar y escondida tras los perfiles del Puerto de Somiedo, en el límite con León. Y es que, al sur de Oviedo, en la ruta hacia el Parque Natural de Las Ubiñas-La Mesa, el viajero penetra en el reino de uno de los animales más esquivos de nuestro territorio, con permiso del lince. Hablamos del Ursus arctos, el oso pardo europeo.

Nuestra primera parada es en el concejo de Quirós que, junto con los de Proaza, con su Torre de los Tuñón (siglo XII), Santo Adriano, con restos del castillo medieval de Buanga, y Teverga, con el monasterio románico de San Pedro, forman los Valles del Oso.

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Entre la niebla de los bosques de Quirós, además de los plantígrados, moran otros seres huidizos y raramente avistables: son las xanes, las hadas del agua. Se dice de ellas que peinan sus largas melenas doradas junto a los ríos y que son proclives a las tropelías. En la aldea de Pedroveya nace el desfiladero de las Xanes –2 kilómetros de longitud y hasta 90 metros de altura–, que toma el nombre de estas ninfas de la mitología asturleonesa. El sendero que lo recorre se adentra primero en un bosque de avellanos y olmos, y luego discurre en su mayor parte por un camino esculpido en la roca, que sobrevuela un cañón abierto por un afluente del Trubia. En Quirós se puede pasear también por un hermoso paraje donde se alinean los tres molinos de piedra de Corroriu.

Tras las huellas del oso pardo

En el mismo valle del Trubia se inicia la Senda del Oso, una vía verde que puede recorrerse a pie o en bicicleta, sin apenas desniveles durante sus casi 30 kilómetros, algo poco frecuente en la escarpada orografía asturiana. El itinerario sigue el trazado del antiguo tren minero de Teverga, concebido para que las locomotoras circulasen por debajo de los montes y por encima del río. Las vagonetas que lo usaron durante casi 90 años transportaban hierro y carbón de las minas del valle de Quirós. El municipio de Teverga acoge también el Parque de la Prehistoria, donde se pueden ver reproducciones de las cuevas rupestres más importantes de Europa (Altamira, Covalanas, Lascaux, Niaux...).

Más al sur, el Parque Natural de Las Ubiñas-La Mesa, declarado en 2012 Reserva de la Biosfera, es otro buen destino para quienes deseen adentrarse en la naturaleza calzando botas de montaña. La Peña Ubiña (2.417 metros), techo del parque, es la segunda cima más alta de Asturias después de los Picos de Europa. A pesar de sus desafiantes perfiles, el territorio ha sido frecuentado por el hombre desde tiempos inmemoriales. Así lo atestiguan los abrigos rupestres de Fresnedo, con pinturas de la Edad de Bronce, o el Camino Real de La Mesa, una calzada romana que enlazaba con la Vía de la Plata y que fue un punto de conexión entre Asturias y la Meseta hasta el siglo XIX.

La vecina comarca de la Montaña Central también cuenta con sendas que en el pasado unían las aldeas a través de un relieve que no siempre fue fácil para el caminante. En la Edad Media, muchos peregrinos que recorrían la ruta jacobea tradicional desviaban su rumbo desde León y a través de la cordillera Cantábrica para visitar las valiosas reliquias depositadas en la catedral de Oviedo. Nacía el Camino de El Salvador, que llegó a ser la segunda vía de peregrinación más importante de la Península después de la de Compostela. En su trazado a través del Principado se pueden visitar varios ejemplos de prerrománico asturiano; uno de los más delicados es la iglesia de Santa Cristina de Lena (siglo IX), declarada Patrimonio de la Humanidad.

El paisaje de Redes se presta a practicar senderismo en familia, por ejemplo por la popular Ruta del Alba

Si seguimos por el interior rumbo al este, se penetra en otra mancha verde que goza de gran salud medioambiental: el Parque Natural de Redes, también catalogado como Reserva de la Biosfera. Igual que en Las Ubiñas-La Mesa, en Redes el rey del bosque es el oso pardo, aquí acompañado por otros tres mamíferos protegidos que pueblan los ríos y los hayedos y robledales: la nutria y dos especies de quirópteros, el murciélago de cueva (Miniopterus schreibersii) y el murciélago de Geoffroy (Miniopterus emarginatus). El paisaje de Redes se presta a practicar senderismo en familia, por ejemplo por la popular Ruta del Alba, que serpentea junto a saltos de agua y un desfiladero labrado por este río homónimo, que es Monumento Nacional.

Una gastronomía deliciosa

En este viaje las excursiones, la observación de la fauna y la visita a aldeas y vestigios culturales incitan a reponer fuerzas. En los pueblos hay pequeños restaurantes donde se cocina la boroña preñada, el tocino rebozado, berzas con butietxo y otros guisos. También destacan productos artesanales como los quesos. Más allá de los sabrosos quesos azules Gamonéu y Cabrales que se elaboran en los Picos de Europa, los concejos del centro astur ostentan las denominaciones de origen Afuega’l Pitu y Casín. Este último se produce en el entorno de Redes y está considerado uno de los más antiguos de Asturias, con origen en los primeros pobladores de la cordillera Cantábrica.

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Si para concluir el viaje se quiere añadir una pizca de bienestar, una opción es visitar el vecino municipio termal de Ponga, integrado en el parque natural de igual nombre. En la confluencia de los ríos Ponga y Taranes existen dos fuentes termales que en el siglo XIX dieron lugar a la Casa de Baños de Mestas de Ponga, en activo durante más de cien años. Se trataba de un balneario rural que aliviaba las penurias a los arrieros que recorrían el antiguo Camino Real de Castilla. Hoy las instalaciones del balneario han sido remodeladas y los manantiales mineromedicinales vuelven a estar al servicio de caminantes y viajeros.