
Tras diez años de remodelación el pasado mes de abril abrió su puertas el flamante nuevo museo dedicado a Henri Toulouse-Lautrec en Albi, la solemne Ciudad Episcopal situada a poco menos de ochenta kilómetros al norte de Toulouse.
Los cafés, los bares y burdeles de París de finales del siglo XIX fueron plasmados por el genial artista que nació en esta ciudad del sur de Francia en 1864 y, tras una vida atormentada y azarosa, murió en 1901. Descendiente de una familia aristócrata, Henri Toulouse-Lautrec padeció una enfermedad congénita que le impidió llevar a cabo el tipo de vida que se esperaba de alguien de su posición social. Fue por ello que se refugió en su arte y marchó a conocer una nueva vida en París donde contactó con la efervescente vida nocturna de la ciudad y frecuentó burdeles y antros de todo tipo y donde conoció a los grandes pintores impresionistas y post-impresionistas como Cezanne, Van Gogh y Gauguin, que dieron sentido a su obra.
Un palacio para el arte
El impresionante palacio de la Berbie (siglo XIII) es la sede del museo desde 1922 y ahora ha sido remodelado para convertirse en una institución museística moderna. La colección inicial con la que se creó la Galería Toulouse-Lautrec fue donada por la madre del pintor tras su prematura muerte, con el fin de perpetuar su genio y reivindicar su figura como artista.
Aunque su vida como pintor no duró más de veinte años, su legado es muy extenso: 737 óleos, 275 acuarelas, 363 carteles, 5.084 dibujos, también cerámica y cristal grabado, además de un sinfín de trabajos que no fueron firmados. La mayor muestra de esta prolífica obra se exhibe en el museo del palacio de la Berbier de Albi. Sus impresionantes salas medievales son un escenario magnífico para contemplar la obra de Toulouse-Lautrec y albergan más de mil obras, entre cuadros, litografías, dibujos y estudios preparatorios y 31 de sus carteles más conocidos que se han ordenado siguiendo criterios cronológicos y temáticos.
La obra del artista albigense se halla en la primera planta del palacio de la Berbier, la segunda ha sido destinada a colecciones de arte moderno con obras de Degas, Bonnard, Vuillard…, pero además el nuevo museo cuenta con un gran auditorio y varias salas de exposiciones de distinto formato.
Visita a Albi
El Museo Toulouse-Lautrec atrae cada año miles de visitantes y es referencia en esta zona del sur de Francia. Pero, además, la visita a Albi, Patrimonio de la Humanidad desde 2010, es de lo más recomendable. Un paseo por sus barrios medievales; la catedral, rodeada de edificios de ladrillos que se cuentan entre los más antiguos del mundo de estas características; la Ciudad Episcopal donde se halla el palacio de la Berbier; el Castillo Viejo del siglo XIII y el río Tarn, que atraviesa la ciudad dotándola de una atmósfera muy especial.