En 1960 la editorial Seix Barral publicó Campos de Níjar, la crónica de un viaje por Almería firmada por un Juan Goytisolo que por aquel entonces solo tenía 29 años. En aquella primera edición, el libro se ilustró con fotografías de otra joven promesa, Vicente Aranda, que acababa de comprarse una cámara Kodak. Esta aventura no sería la única que vivieran juntos Goytisolo y Aranda, pues a los pocos meses repetirían destino con otra ilustre, la mismísima Simone de Beauvoir.
A lo largo de la narración, Goytisolo cuenta en primera persona su periplo en coches de línea y a pie por el incógnito sur andaluz. Descubrió una provincia reseca que estaba a medio asfaltar y que vivía bajo la permanente mirada de la guardia civil. Fumó muchos paquetes de Ideales junto a los parroquianos que le salieron al paso, se asomó a todas las fondas y bares y hasta participó en el velatorio de un difunto.
Goytisolo y Aranda retrataron una Almería triste, empobrecida y algo hostil de la que hoy –sesenta años después– ya queda muy poco. Aquella «Níjar que se incrusta en los estribos de la sierra» por cuya calle «bajan mujeres vestidas de negro y un gitano sentado a horcajadas sobre un borrico» es hoy una localidad encantadora de casitas encaladas y geranios en los balcones a la que apetece acercarse cuando el clima no está para playas.