A estas alturas no hay duda: Formentera es un paraíso playero. Así lo refrendaron los lectores de Viajes National Geographic, quienes eligieron este reducto natural como el mejor destino de playa de 2023 y también los expertos de este medio, quienes ubican sus arenales entre las mejores playas de España. Pero, más allá de esta evidencia, este paraíso protegido marcado por un suelo calcáreo fascinante y una posidonia que limpia sus aguas es un microcosmos para bañistas donde Ses Illetes se lleva los principales reconocimientos... aunque no es su única maravilla. Estas son las mejores playas de Formentera.
EN EL #7: Cala d'en Baster
Probablemente, la zona de baño menos probable de toda Formentera es esta preciosa bahía ubicada cerca de Sant Ferran. Lo es porque nadie se la espera, pero en cuanto se deja el vehículo aparcado y uno se asoma sobre el afilado acantilado aparece el milagro. O, mejor dicho, una U casi perfecta que abraza, en su lecho, una zona pedregosa donde los más aventureros se atreven a echar la toalla. Otros prefieren cobijarse en las cuevas horadadas en las paredes por el viento y el salitre que le dan a este paraje un toque único en toda la isla. Y eso es mucho decir.

Foto: Shutterstock
EN EL #6: sES PLATGETES
De menos fama y popularidad, la cara norte de la isla también cuenta con su reguero de zonas perfectas para el baño. No cuentan con la espectacularidad de sus vecinas, pero su mayor oleaje y su carácter privado hace que toda la Tramontana sea una opción perfecta para un día diferente en la playa. En este litoral destaca el embarcadero de Caló de Sant Agustí y su alta densidad de astilleros artesanos y Ses Platgetes, un conjunto de playas con forma de media luna idílicas cuyo único pero es que su suelo es pedregoso y, en ocasiones, es un enlosado traicionero que exige el uso de cangrejeras.

Foto: Shutterstock
en el #5: PLAYA DE LLEVANT
Emplazada en la misma lengua de arena de Ses Illetes, la vertiente oeste de esta delgada y bellísima franja es menos popular que su vecina, pero también guarda un encanto especial. El hecho de estar más expuesta a los vientos y oleajes del levante y de poseer un suelo menos paradisiaco le hace estar menos concurrida, aunque precisamente ese estado salvaje es en el que cementa su encanto. En sus 1.450 metros de longitud posee numerosos arenales donde recostarse y disfrutar de la tranquilidad que atesora el Parque Natural de Eivissa y Formentera.

Foto: Turismo de Formentera
en el #4: Playa del Migjorn
Ser la playa a la que van los formenteranos hace que Migjorn tenga un ambiente propio. Su popularidad local no quita que en el litoral sur de la isla, donde se extiende este arenal, no haya grandes hoteles y chiringuitos prohibitivos, pero sí que goza con el cariño de la gente local, y razones no les faltan. Formada, a su vez, por numerosas calas y pequeños arenales, Migjorn destaca por contar con numerosos accesos y estar protegida por un sistema dunar y unos pinares espesos que despistan a los más curiosos. Eso sí, cuando se llega a su orilla a través de las ya icónicas pasarelas de madera lo que espera es una zona de baño tranquila, ideal para familias, con reductos como la playa de los valencianos donde los embarcaderos están decorados con arte urbano.

Foto: Javier Zori del Amo
en el #3: Caló des Moro
Justo donde Migjorn se plega para convertirse en la meseta de La Mola, aparece esta pequeña cala que, sin duda, es la más bonita de toda la isla. Su acceso vertiginoso -por unos caminos empinados y unos peldaños enrevesados- y su emplazamiento a pie de un acantilado son los causantes de una de las postales más envidiadas y perfectas de la isla. Y, por supuesto, con la guinda de un embarcadero de madera que encierra una media luna deseadísima.

Foto: Getty Images
EN EL #2: Cala Saona
A vista de pájaro, la parte suroeste de la isla es un gran acantilado vertiginoso donde apenas hay núcleos urbanos. Una pista visual que podría tener una consecuencia desoladora para los bañistas: aquí no hay playa. Y sin embargo, como si fuera un milagro o un mordisco, entre la Punta Rasa y la Torre La Gavina aparece un oasis de arena blanca, una media luna casi perfecta que da esperanza al viajero. Y, sobre todo, le regala una postal idílica de la que podría ser la playa más canónica de Formentera -si eso existiera-. Es decir, un fondo blanco, unas aguas impolutas, unos acantilados en los flancos y unos embarcaderos que, aún ajados, le dan un punto de cultura autóctona a la postal. Además, la cala cuenta con un chiringuito panorámico en su flanco sur y una serie de restaurantes (incluido un hotel) en su lado norte.

Foto: Shutterstock
EN EL #1: Playa de Ses Illetes
Es, sin duda, la estrella del rock de las playas de la isla, la más deseada y fotografiada prácticamente de todas las Baleares. Una exageración que no se queda corta, ya que numerosos excursionistas llegan hasta sus acceso para pasar un día de playa idílico. Eso sí, los esfuerzos de las autoridades locales por protegerla chocan con las intenciones de muchos bañistas, ya que este paraje tiene un cupo de vehículos a motor diario que limita su acceso (384 coches y 1.132 motocicletas) para preservar el ecosistema del Parque Natural de Eivissa y Formentera.
Sin embargo, andando, en autobús o a pie se puede acceder en cualquier momento a esta larga lengua de arena cuya popularidad suele ser inversamente proporcional a la distancia de la civilización: cuanto más se anda por sus senderos, más espectaculares resultan los tramos de playa que se abren entre promontorios e islotes. No hay un palmo más bello que otro: todos poseen en común un suelo blanquecino, unas aguas cristalinas y unas vistas del emblema ibicenco de Es Vedrá que enamoran a cualquiera.