
Inmensas dunas, caravanas de camellos, pueblos blancos y pequeños, mujeres ataviadas con telas de vivos colores, el cielo inmensamente estrellado, silencio... todo esto es el desierto del Thar. Situado en el noroeste de India, a unos cien kilómetros de la frontera con Paquistán, es uno de los lugares más fascinantes de la Tierra. La entrada a este enorme mar de arena es la ciudad de Jaisalmer, con su imponente ciudadela, de más de ocho siglos de antigüedad y que fue construido en 1156 para la defensa de sus habitantes frente a los pueblos del desierto.
La ciudad dorada
Jaisalmer es bellísima. Con sus mansiones (havelis) de piedra esculpida y filigranas del mismo color de la arena del cercano desierto, cuya riqueza y majestuosidad cuentan mucho de la importancia que tuvo la ciudad en el tiempo de las caravanas.
Destino: el Thar
Una de las experiencias más recomendables es la de pasar una noche en el desierto, escuchando el silencio y contemplando un cielo increíblemente estrellado, impoluto. Desde Jaisalmer se organizan excursiones al desierto del Thar que a lo largo de algunas jornadas permiten conocer este vasto y misterioso territorio y compartir experiencias con sus habitantes.
A unos 50 kilómetros de Jaisalmer se encuentra el pequeño pueblo de Khuri, formado por un montón de viviendas de adobe, decoradas con figuras geométricas de bellos colores. Merece la pena hacer una excursión en camello por las dunas y al caer la tarde llegar al campamento esperando la magnífica puesta de sol, mientras se saborea una exquisita cena a base de chapati y arroz aderezado con distintos curries. Después, la noche, el firmamento, las estrellas y el silencio. La noche en el desierto del Thar.