Nueva Orleans, la ciudad donde nació el jazz, desembocadura del mítico río Misisipi, es un lugar aglutinador de culturas que seduce por su alegría y tolerancia, y que llena de promesas exóticas al visitante: música, arquitectura singular, deliciosa gastronomía, literatura y vudú. Conocida como The Big Easy por su estilo de vida relajado y The Crescent City por su forma de media luna junto al Misisipi, Nueva Orleans pasó por diversas manos antes de ser estadounidense. La fundaron colonos franceses en 1718, pero Francia la cedió a España cincuenta años después; fue española hasta 1801, y de nuevo francesa hasta que en 1803 Napoleón la vendió a Estados Unidos. Hoy en día es la mayor ciudad del estado de Louisiana y su centro histórico, el French Quarter o Vieux Carré, es el área colonial mejor conservada del país. Sus calles mantienen viva la quintaesencia de los siglos XVIII y XIX.
Los tranvías de Nueva Orleans fueron inmortalizados por Tennessee Williams en su obra teatral Un tranvía llamado deseo
Jackson Square es el centro neurálgico de este encantador barrio. Una buena manera de empezar el día es saboreando los típicos beignets (unos deliciosos buñuelos) en el Café du Monde, un establecimiento de 1862 desde cuya terraza se respira todo el aroma de Nueva Orleans. En un costado de la plaza se alinean la catedral de San Luis, el Cabildo y el Presbiterio –este último alberga el museo del Mardi Gras, dedicado al famoso Carnaval de Nueva Orleans–, y en el lado oeste, la 1850 House, un edificio acondicionado como museo que muestra el mobiliario y el estilo de vida de la clase media en el siglo XIX.
El paseo por Charles Street descubre todos los estilos arquitectónicos de Nueva Orleans: Shotgun House (1850-1901), con uno o dos pisos y paredes de madera, es el más habitual; Creole Townhouse (1780-1800), con balcones de hierro y paredes de estuco o madera; Creole Cottage (1790-1850), generalmente de una planta y paredes de ladrillo o estuco. En la paralela Royal Street, elegantes tiendas de antigüedades y galerías de arte se suceden bajo las balaustradas de hierro forjado o de madera.
La calle que no duerme
El grado de animación aumenta una calle por encima, en Bourbon Street. Conocida como «la calle que nunca duerme», está flanqueada por preciosos edificios transformados en hoteles, como el histórico Royal Sonesta de 1721, y clubes musicales como el Old Absinthe House de 1807. También hay lujosos restaurantes con más de cien años de historia y diversos cafés donde sirven dos especialidades de la ciudad: muffulettas y po-boys. Ambos son bocadillos, el primero es de origen siciliano –los italianos llegaron a la ciudad hacia 1880– y lleva queso povolone y salami; el po-boys, con pan francés y roast beef, fue ideado durante una huelga y de ahí el nombre de poor boys, chicos pobres.
Girando por Saint Peter Street aparece un buen lugar donde tomar un refrescante cóctel Hurricane: la terraza del Pat O’Briens, un edificio de 1791 que en su día fue el primer teatro español en los Estados Unidos. A pocos metros se encuentra el legendario club de jazz Preservation Hall, escenario de jazzmen míticos como Louis Armstrong (1901-1971). El gran trompetista de Nueva Orleans tiene, dos calles por encima de Bourbon Street, un parque con su nombre (Louis Armstrong Park). Esta zona verde abarca Congo Square, el lugar donde los negros (esclavos y libres) se reunían los domingos para bailar al son de los ritmos africanos, la música que acabó siendo la semilla del jazz.
Los encantos de la ciudad son múltiples más allá de los límites del French Quarter y una buena manera de descubrirlos es a bordo de los streetcars. Los tranvías de Nueva Orleans fueron inmortalizados por Tennessee Williams en su obra teatral Un tranvía llamado deseo, llevada al cine en 1951, dirigida por Elia Kazan e interpretada por Marlon Brando y Vivien Leight. Actualmente funcionan cuatro líneas: Riverfront Line, Canal St. Line, St. Charles Line y Loyola Line. Las tres primeras son las más atractivas.
Riverfront Line, inaugurada en 1988, es un agradable trayecto de catorce minutos entre el French Market y el Aquarium of Americas. Antes de subir al tranvía es recomendable dar una vuelta por el viejo mercado, lleno de vida, música y aromas. Andar por la orilla del río despierta la imaginación y hace revivir la inmortal obra de Mark Twain Las aventuras de Tom Sawyer (1876) al contemplar el Natchez Steamboat, un histórico barco a vapor que ofrece bonitos cruceros de día por el Misisipi y cenas amenizadas con jazz por la noche. En unos minutos se llega al Aquarium of the Americas, uno de los mejores acuarios del mundo especialmente por su sección dedicada a las especies del mar Caribe.

Nueva Orleans espiritual
A dos pasos del Aquarium of Americas circula el tranvía de Canal St. Line, inaugurado en 1861, clausurado en 1964 y, a petición de sus habitantes, puesto de nuevo en funcionamiento en 2004. Recorre en media hora la ruta desde el famoso Harrah’s Casino, con espectaculares vistas sobre el Misisipi, hasta el cementerio de St. Louis No.1. Construido en 1789, entre sus moradores más famosos está la sacerdotisa de vudú Marie Laveau, que ya en el siglo XIX cobraba entrada a sus rituales. A muy poca distancia, en N. Rampart Street, está el Voodoo Spiritual Temple un lugar ideal para conocer los ritos y secretos del vudú más allá de los tópicos.
Uno de los elementos más característicos de Nueva Orleans son los cementerios y los entierros con música jazz interpretada por bandas (brass bands) que recorren las calles. Estos animados funerales forman parte de la cultura de la ciudad del Misisipi. Aunque pueda resultar difícil ver alguno, vale la pena descubrir esta particular música asistiendo a un Gospel Brunch, un bufet de sabrosa comida sureña amenizado por un coro de gospel o un concierto de blues.
Uno de los elementos más característicos de Nueva Orleans son los cementerios y los entierros con música jazz interpretada por bandas
Para visitar el oeste de Nueva Orleans, nada mejor que subir al tranvía de St. Charles Line en Canal Street y atravesar el moderno Central Bussiness District hasta el elegante Garden District. Lo más curioso del distrito financiero es la convivencia de rascacielos con almacenes de los siglos XIX y XX, donde se guardaban los cargamentos de algodón y azúcar que luego zarpaban del puerto. En la actualidad esta zona cuenta con numerosos restaurantes y centros comerciales, además de oficinas institucionales y de grandes empresas. El carácter multicultural de Nueva Orleans vuelve a verse en la Spanish Plaza, lugar de encuentro de los músicos latinos.
La visita a Nueva Orleans no estará completa sin pasar por las residencias de las plantaciones, auténticos iconos del estilo de vida sureño ya que fueron la base de su economía y cultura. Llamadas «Antibellum» por ser anteriores a la Guerra Civil (1861-1865), las hay de estilo victoriano, greek revival y colonial. Sus cuidados jardines así como sus numerosas y amplias dependencias convierten la visita en un viaje nostálgico a un estilo de vida que el cine ha reproducido en inolvidables películas, la más famosa de las cuales es, sin duda alguna, Lo que el viento se llevó (1939).
Ruta de las plantaciones
La Great River Road, desde Nueva Orleans hasta la ciudad de Baton Rouge, serpentea entre el río Misisipi y algunas de las residencias más suntutosas de la época de apogeo de las plantaciones algodoneras. En un solo día es posible realizar el recorrido completo y visitar varias casas.
El municipio de Destreham, a 38 kilómetros del centro de Nueva Orleans, aparecen dos de las residencias más antiguas, Destreham Plantation y Ormon Plantation, ambas de 1780. Continuando 48 kilómetros se llega a la fastuosa San Francisco Plantation (1856), en Garyville; decorada con enrejados y molduras ornamentales, estaba inicialmente pintada de púrpura, azul y verde.
En la zona de Vacherie, a 19 kilómetros de la anterior, se encuentra Oak Alley Plantation, denominada «la Gran Dama de la Great River Road» y precedida por unos robles centenarios; El largo y cálido verano (1985) y Entrevista con el vampiro (1994) se rodaron en esta preciosa mansión. Cerca, St. Joseph Plantation conserva las cabañas de los esclavos, la cocina y los talleres originales, mientras que Laura Plantation, de 1805, muestra cómo era una típica plantación criolla de caña de azúcar.
De nuevo en la ciudad, la música y la gastronomía vuelven a acaparar toda la atención del viajero. El French Quarter aguarda con una oferta de lo más tentadora: sentarse en una terraza a tomar un hurricane, comer cocina criolla o cajún en un restaurante íntimo, escuchar jazz en plena calle con el Misisipi como telón de fondo o vibrar en alguno de sus clubes nocturnos… Nueva Orleans es como su plato más tradicional, el gumbo: no importa lo que contiene, todo vale y siempre puede variar. Es entonces cuando el eslogan de esta ciudad cobra todo su sentido: Laissez les bons temps rouler, una invitación a celebrar los buenos momentos.
PARA SABER MÁS
Documentación: pasaporte electrónico y formulario Electronic System Travel Authorization
Idioma: inglés.
Moneda: dólar.
Diferencia horaria: 7 horas menos.
Cómo llegar: Los vuelos desde España suelen realizar una escala en una ciudad estadounidense y tienen una duración de alrededor de 14 horas. El aeropuerto Louis Armstrong dispone de taxis y un servicio de lanzaderas para llegar al centro, a 17 km de distancia.
Cómo moverse: El Jazzy Pass permite viajes ilimitados durante varios días (desde 1 hasta 31) en los streetcars y autobuses de la ciudad: www.norta.com. Alquilar una bicicleta puede ser una forma divertida de conocer la ciudad. También circulan pedicabs, bicicletas que llevan pasajeros. El Algiers Ferry cruza el río y ofrece vistas de la ciudad desde la ribera opuesta. Varias compañías ofrecen circuitos por el Misisipi en barcos de palas.
Alojamiento: El gran aliciente de los bed & breakfast de Nueva Orleans es que ocupan edificios históricos y sus propietarios son excelentes conocedores de la ciudad.