
Algunas de las imágenes más fascinantes de fauna tienen lugar en invierno, cuando los animales han migrado en busca de temperaturas más agradables y abundante comida y para seguir su ciclo vital. A continuación os presentamos lugares en los que avistar algunos de los animales más esquivos del planeta y otros en los que estos movimientos migratorios se convierten en un maravilloso espectáculo.
Entre finales de otoño y principios de invierno, con el inicio del verano austral, las ballenas se dirigen hacia las costas de Chile para su reproducción. Favorecidas por la corriente Humboldt, hasta allí llegan 43 especies de cetáceos, de los cuáles 9 son ballenas. El mejor momento para observarlas es en enero. Las costas mexicanas también son un lugar adecuado para ver ballenas, en especial la zona de Los Cabos en Baja California. Procedentes de Alaska y tras recorrer cerca de 20.000 kilómetros, los enormes cetáceos aparecen en las cálidas lagunas del norte de México para dar a luz. Resulta fácil verlos, incluso desde la misma costa. A finales de marzo, las ballenas regresan al norte. Un poco más cerca, las Azores también son un buen lugar para la observación de la ballena azul.
Ver un oso polar es casi una quimera pero también un gran aliciente para viajar hasta los más remotos confines del norte. Turismo de Groenlandia propone una serie de rutas para aproximarse a este esquivo animal. El oso polar es el mayor predador de esta zona y difícilmente se acerca a las zonas habitadas. Las mejores oportunidades para contemplarlos de lejos se dan desde un barco si se navega cerca de la costa.
En México también tiene lugar uno de los fenómenos migratorios más vistosos del planeta. Se trata de la llegada a finales de octubre de entre 60 millones y un billón de mariposas monarcas a los bosques de Michoacán en el centro de México. Los bellos ejemplares negros, naranjas y blancos realizan un trayecto de cuatro mil kilómetros que se inicia en Canadá y finaliza en la Reserva de la Biósfera de la Mariposa, declarado Patrimonio de la Humanidad.
Fotografiar los Big Five es el reto de muchos de los que optan por viajar a África en invierno. El búfalo, el rinoceronte, el elefante, el león y el leopardo son las cinco especies consideradas por los antiguos cazadores como los más peligrosos, de ahí la definición de los Big Five, acuñada en 1800, para gloria de aquellos que conseguían capturar un ejemplar de cada. Quienes hoy persiguen capturar su imagen pueden optar por el Parque Nacional Masai Mara, en Kenia, el cráter del Ngorongoro, en Tanzania y, sobre todo, el Parque Nacional Kruger en Sudáfrica.
Los amantes de la ornitología no tiene que hacer desplazamientos tan largos. El Parque Nacional de Doñana, en Andalucía, se convierte cada invierno en un paraíso para las aves acuáticas procedentes de las gélidas temperaturas del norte de Europa. Varias rutas organizadas permiten avistarlas y disfrutar de este magnífico espectáculo.