Minerve y las gargantas de Brian
Para desempacharse de tanta arquitectura militar y de tanto cismático rustido a la parrilla hay que navegar en dirección noroeste e ir a buscar el desconocido Parque Natural Regional del Alto Languedoc. No es muy extenso, cuenta con algo más de 2600 km2 protegidos. Sin embargo, agrupa parajes del país del Tarn bastante despoblados, un territorio de bosques de castaños donde tal vez se tengan dificultades para fijar un objetivo. Entonces es cuando hay que centrar el foco en el macizo de Sidobre, la mayor meseta granítica de Europa.
En el extremo sur del parque natural está Minerve, nuevamente una villa medieval, esta con el cartel de pertenecer a la lista de «pueblos más bonitos de Francia». No hay que pasarlo por alto, aunque ya hayamos visto unos cuantos. El nombre no tiene relación con la diosa romana de la sabiduría, sino con palabras de origen celta que hacen referencia a men, raíz que se asocia a la piedra (como menhir). Es que aquí se viene a buscar la originalidad de las obras talladas por el agua con la aquiescencia de la blandura del karst.
Las gargantas de Brian recortan las moles de piedra dibujando torrentes profundos pero, sobre todo, puentes naturales por los cuales es gozoso y al mismo tiempo estremecedor caminar. El río Cesse ha generado unas cavidades que empequeñecen al ser humano y le hablan, además, de la ridiculez de su corta vida. Aquí han pasado millones de años hasta que los puentes naturales se han formado. Y con la misma indiferencia, un día de dentro de otros millones de años se vendrán abajo. La naturaleza está tan campante sin nuestra participación.