¡A fe que sí tienen vistas!

Ermitas en el Cantábrico con vistas al mar

A lo largo de la costa de este abrupto litoral hay repartidas una buena cantidad de construcciones religiosas que son a su vez excelentes atalayas desde las que contemplar el paisaje.

Forman parte del paisaje tanto como de la historia de los lugares que ocupan. Las ermitas que hay repartidas a lo largo y ancho de la geografía son mucho más que sencillas construcciones nacidas del fervor religioso; son, a su vez, una clara demostración de que hasta en las esquinas más sencillas hay siempre una buena dosis de belleza esperando. Entre las infinitas ermitas que salpican el territorio español, las que miran hacia el mar son un género aparte. Es el caso de las que se encuentran a lo largo de los 800 kilómetros de costa del Mar Cantábrico, desde Galicia al País Vasco. Hay de todo tipo, más o menos humildes, con leyenda o sin, recónditas o no… Pero todas tienen algo: vistas y paz natural.

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 San Andrés de Teixido

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San Andrés de Teixido (La Coruña, Galicia)

Dice la tradición que “A San Andrés de Teixido vai de morto o que non foi de vivo” (es decir, que “A San Andrés de Teixido va finalmente de muerto el que no fue de vivo”). Los gallegos parecen tomarse muy en serio la advertencia, pues San Andrés de Teixido es el centro de peregrinación más importante de Galicia, después, claro está, de Santiago de Compostela. La aldea es algo así al fin del mundo, poco menos de medio centenar de vecinos, refugiados entre acantilados vertiginosos. Este fue el enclave a donde dio el náufrago san Andrés, que estrelló su barca a los pies de las rocas, allá donde la sierra de la Capelada entra en el mar. Después del accidente, fundó allí su iglesia, a la que hay que ir mejor en vida, porque si no toca ir como alma en pena, ¿y así cómo se va a disfrutar de las vistas a una de las partes más salvajes del litoral gallego?

 
iStock-1128955968. Ermita de la Regalina (Cadavedo)

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Ermita de la Regalina (Cadavedo, Asturias)

Si no fuera una ermita y en su interior en lugar de un pequeño altar hubiera lo indispensable para vivir, una cocina, una habitación, tal vez una librería y un estudio pegado a una de sus ventanas, sería un lugar de ensueño para vivir. La Regalina es seguramente la ermita con las mejores vistas de Asturias, sobre la playa de Cadavedo, en un pequeño y cuidado prado que se adentra en el Mar Cantábrico convirtiéndose en un acantilado vertiginoso. La ermita en sí es sencilla, pintada de blanco y azul, rodeada por una pequeña valla, carente de todo artificio. ¿Para qué teniendo las vistas que tiene?

 
Ermita de la Virgen de Guía de Ribeseya

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Ermita de la Virgen de Guía (Ribadesella, Asturias)

Cada mes de julio un nutrido grupo de embarcaciones se adentra en procesión una milla en el mar para lanzar una corona en memoria de los fallecidos, honrados así por la Cofradía de Pescadores. Después, se devuelve a la Virgen de Guía, patrona de los marineros riosellanos, a la bella capilla renacentista que la aloja durante el resto del año. No podía ocupar mejor lugar, sobre el Monte Corberu con vistas a la bocana del puerto, y la curva perfecta que dibuja el río Sella, para poder vigilar a los marineros. Los días más despejados se puede disfrutar de las vistas de la preciosa sierra costera del Sueve.

 
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Ermita de Nuestra Señora la Blanca (Luarca, Asturias)

Cementerios hay muchos, pero no los hay tantos con suficiente empaque y encanto como para perderse una tarde en ellos. El de Luarca es de estos últimos, bellos y excepcionales, todo blanco, construido sobre el promontorio de la Atalaya, un saliente que se alza sobre el Mar Cantábrico. El cementerio, donde está enterrado Severo Ochoa, está coronado finalmente por la ermita de Nuestra Señora la Blanca y por el faro (antes de su construcción, se encendía una luz en el campanario de la ermita para avisar a las embarcaciones). Es desde ahí arriba donde se domina la costa luarquesa 

 
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Ermita de Santa Catalina (Mundaka, País Vasco)

En la margen izquierda de la ría, en lo que ya es la Reserva de la Biosfera Urdaibai, la playa de Laidatxu tiene una de las diez mejores olas del mundo. Esta ermita es, precisamente, testigo del ir y venir de los surfistas de todo el mundo que se atreven con la barra de Mundaka. Es más, la ermita de Santa Catalina suele salir en los mejores encuadres surferos. Por su ubicación, está entre el top 3 de ermitas más espectaculares del País Vasco. El edificio actual, más alto que ancho en parte por efecto de su espadaña, es de 1879 pero se tiene noticia que el lugar ya era usado desde la Edad Media. 

 
Gaztelugatxe

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Ermita De San Juan de Gaztelugatxe (Bermeo, País Vasco)

Lugar de peregrinación desde el siglo X y testigo de innumerables episodios de piratería (alguno protagonizado por el mismísimo Francis Drake y sus corsarios) y naufragios de toda índole, tuvo que esperar a una serie como Juego de Tronos para convertirse en uno de los lugares de imprescindible visita en Euskadi. No tiran para atrás ni los 241 escalones de la escalera en zigzag que hay que subir para alcanzar la ermita de San Juan de Gaztelugatxe. El esfuerzo se paga con las vistas desde la misma, una de las más espectaculares del mar Cantábrico. Eso sí, más de uno se preguntará cómo se lo hizo San Juan Bautista, que según cuenta la leyenda, tras llegar a Bermeo, alcanzó la ermita en solo tres zancadas. Dicen que como prueba, dejó su huella marcada en el último de todos los peldaños, que no pase desapercibido entre tanta belleza salvaje.

 
shutterstock 1943473696. Ermita de San Telmo (Playa de Itzurun, Zumaia)

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Ermita de San Telmo (Playa de Itzurun, Zumaia)

El fenómeno geológico denominado flysch alcanza su máxima expresión en Zumaia y convierte la playa de Itzurun en un espectáculo natural soberbio. De hecho, los referentes mundiales en cuanto a datación de las edades geológicas se marcan con Golden Spikes (clavos dorados). Pues bien, dos de ellos están a los pies de la ermita de San Telmo, cuyas primeras referencias se remontan a 1540. Este es el lugar que vio desembarcar en Rocadragón a Jon Snow en la televisiva serie Juego de Tronos. Así es el paisaje en el que se encuentra ubicada esta ermita dedicada al patrón de los marineros, un escenario épico, propio de la geología más fantástica.