Junto a los diques del antiguo astillero que hoy son parte del Museo Marítimo, varios jóvenes abordan sus tablas de paddle surf y aprovechan para darse un chapuzón. Hace dos décadas estas imágenes eran imposibles. El Guggenheim acababa de ser inaugurado y Bilbao nadaba entre la incredulidad y la esperanza. Pero los bilbaínos demostraron que el amor por su ciudad, el Botxo, iba a ser capaz de reinventarla y de transformarla en un buen lugar para vivir o visitar. Es precisamente en Bilbao donde comienza esta ruta al encuentro de los paisajes más bellos de la costa del País Vasco.