Sus altas montañas, que intentan tocar el cielo, los lagos que salpican el abrupto paisaje y los numerosos castillos que pueblan sus tierras altas han hecho de Escocia un destino de cuento. No le faltan monstruos, villanos, ni héroes, como tampoco escritores. Edimburgo, la ciudad más misteriosa de las tierras bajas, es hoy un museo al aire libre de monumentos dedicados a aquellos que pusieron letra a la ciudad. Los más famosos son Walter Scott, Louis Stevenson, Robert Burns o J.K. Rowling, pero existen decenas de ejemplos.
Las historias que discurren por las oscuras calles de Edimburgo sobre ejecuciones, peste negra o la existencia de una ciudad subterránea, no son ficticias, ni obra de la imaginación. Como tampoco lo es el grito por la libertad que nuestra cabeza recrea en Stirling, al pasar junto al monumento a William Wallace. Quizá sí lo sean las que se cuentan algo más arriba, en las famosas Highlands, donde un trago de agua de la vida, como ellos llaman al whisky, ha logrado crear una de sus leyendas más famosas: la del lago Ness.
Sean ciertas o no, Escocia ha demostrado ser un lugar idílico, por su naturaleza, por su cultura y por sus tradiciones. En ella encontramos tanto terrenos abruptos, escarpadas montañas y densa vegetación que contrasta con la Escocia más moderna de Glasgow.
Ellos inventaron el golf, los cuadros escoceses, el whisky y produjeron parte de las bufandas de cachemira. Y evidentemente fueron también los creaores del kilt: la típica vestimenta escocesa que hoy la combinan hasta con unas zapatillas deportivas. En nuestra galería os dejamos algunos de los paisajes que tantas historias han inspirado y que, cada día, hacen soñar despiertos a muchos viajeros.