Costa Smeralda

Parece Mallorca, pero no lo es: así es la Italia más balear

Desde Alghero, esta ruta se adentra al fascinante norte de Cerdeña entre calas escarpadas y pueblos medievales.

La costa norte de Cerdeña dibuja un arco imaginario en cuyos extremos se hallan las ciudades de Alghero, en el oeste, y Olbia, unos 150 kilómetros al este. Entre ambas se resume la esencia de esta isla italiana: pueblos fortificados, restos nurágicos (hacia 1.700 a.C.), una costa con playas de roca granítica y aguas color esmeralda, y una gastronomía típicamente mediterránea.

Parece Mallorca, pero no lo es: así es la Italia más balear

Bienvenidos a alghero

Alghero es el mejor prólogo para este recorrido. Desde el puerto se contempla la punzante torre octogonal de su catedral, despuntando sobre una muralla que resguarda el centro medieval y una larga historia protagonizada por fenicios, romanos y genoveses. En el siglo XIV Alghero pasó a ser territorio de la Corona de Aragón y fue entonces cuando llegaron colonos barceloneses que repoblaron sus calles y construyeron edificios civiles, militares y religiosos en el estilo gótico-catalán que imperaba en aquella época.

Alghero
Alghero / Foto: Shutterstock

Desde la céntrica plaza de la catedral de Santa María parte la vía Príncipe Umberto, jalonada de ejemplos de ese estilo artístico, como la Casa Doria y el Palacio Machin; allí también destaca la iglesia de San Francisco, cuyo claustro es una maravilla. Por calles adoquinadas se llega a la otra plaza monumental de la ciudad, la Cívica, que además del palacio d’Albis acoge cafés, heladerías y anticuarios.

Cabo Caccia y la Gruta Neptuno

Tras 25 kilómetros con el mar de fondo, rumbo al norte desde Alghero, se llega al cabo Caccia y su célebre gruta de Neptuno. La entrada a esta imponente cueva se realiza en barca o bajando nada menos que 654 escalones. Entre Alghero y Caccia también surgen bellas playas y el poblado nurágico de Palmevera, de 3.500 años de antigüedad.

Gruta Neptuno
Foto: iStock

Siguiendo la costa aparece Stintino, un encantador pueblo de pescadores que ha sido descubierto hace poco para el turismo. Tiene un puerto con barquitas de colores y cerca, La Pelosa, una de las playas más espectaculares. Al llegar al golfo de Asinara el pueblo de Castelsardo da la bienvenida desde su promontorio volcánico. Presidido por un castillo medieval, sus estrechas calles flanqueadas de casas de colores son un buen escenario para degustar la gastronomía sarda, con platos como la cavolata (sopa de coles y carne de cerdo), la favata (habas con manteca y longaniza) y los malloreddus (pasta típica de la isla que se sirve con tomate fresco y queso de oveja), sin olvidar quesos, embutidos y pescados.

La costa esmeralda

La costa que se estira entre Castelsardo y Olbia, conocida como Esmeralda, es famosa por su belleza natural. Tiene etapas ineludibles como Santa Teresa de Gallura, con playas de rocas de granito rosáceo; el cabo Testa, desde el que los días claros se vislumbra la isla de Córcega; y los arenales paradisíacos de Pevero, Capriccioli, Príncipe y Romazzino, entre otros.

Santa Teresa de Gallura
Santa Teresa de Gallura / Foto: iStock

Casi en el centro se asienta Palau, de donde zarpan los barcos que conducen al archipiélago de La Maddalena, siete islas declaradas parque nacional. La mayor, Maddalena, está conectada con la isla de Caprera por un istmo natural. Son un vergel de playas con pinos, lagunas, roquedos y fondos marinos de aguas transparentes poblados por colonias de posidonia.

Olbia en esencia

El arco imaginario que hemos recorrido desde Alghero termina en Olbia. En el centro histórico aguardan la iglesia de San Pablo (siglo XVIII), el Palacete Umbertino –sede del Museo Cívico–, la románica iglesia de San Simplicio y piazze bordeadas de cafés y vinotecas. Desde esta localidad sale la última excursión del viaje, la que conduce al poblado de Cabu Abbas y al pozo sagrado Sa Testa (siglos VIII-VI a.C.), ambos considerados los monumentos nurágicos más importantes de la isla.

Olbia
Olbia / Foto: Shutterstock