Si consideras que la Torre Eiffel es el árbol de Navidad más bonito del mundo, escápate a París. El momento en el que el hierro de la dama se ilumina al atardecer es la epifanía perfecta para un viaje inolvidable, chic y navideño. La sensación es mágica y nos sentiremos los protagonistas de la mejor película parisina. Desde las imponentes escaleras de Trocadero tendremos la postal perfecta, y desde la orilla del Sena, en el muelle de la Avenue New York, la Torre entera llenará nuestras retinas. No es preciso subir a la antena, pero si lo hacemos, París se nos ofrecerá como un mapa de luces cosmopolita y romántico.