Todavía más luz

París: un cuento de Navidad

Coordenadas para disfrutar de tesoros artísticos y rincones llenos de magia en esta época del año.

Si consideras que la Torre Eiffel es el árbol de Navidad más bonito del mundo, escápate a París. El momento en el que el hierro de la dama se ilumina al atardecer es la epifanía perfecta para un viaje inolvidable, chic y navideño. La sensación es mágica y nos sentiremos los protagonistas de la mejor película parisina. Desde las imponentes escaleras de Trocadero tendremos la postal perfecta, y desde la orilla del Sena, en el muelle de la Avenue New York, la Torre entera llenará nuestras retinas. No es preciso subir a la antena, pero si lo hacemos, París se nos ofrecerá como un mapa de luces cosmopolita y romántico.

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París.  Joyeux Noël

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Joyeux Noël

Los bateaux mouche nos esperan a sus pies. Al abrigo de una manta sobre los hombros, podremos recorrer el Sena, ver las imponentes fachadas y entender la belleza de París cuando anochece. Otra opción es caminar hacia el Arco de Triunfo y descender la gran avenida de los Campos Elíseos, entre los escaparates de lujo de las tiendas decoradas hasta el paroxismo. Al final, la avenida, amplia como un abanico, se llena de luces: es la imagen icónica del mejor París en Navidad. Allí empieza un extenso mercadillo donde se pueden comprar adornos, comer, endulzarse de crepes o pasear entre infinitos Papás Noel. Huele intensamente a chocolate y a vino caliente con canela.

Pont Neuf

Foto: iStock

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Lo viejo y lo nuevo

Muy cerca tenemos el lujo de la Avenue Montagne, todo firmas de relumbrón, la imperativa belleza del Grand Palais y del Petit Palais, gigantescos edificios de cristal de la Exposición de 1900, y el exuberante Pont Alexandre III. Desde el puente podremos ver el palacio de Les Invalides al fondo, con su cúpula dorada, bajo la que descansa Napoleón.

Una escapada navideña es perfecta para quedarse con las sensaciones de un París coqueto, enamorarse más de la ciudad y tomar un café créme en algún bistro que nos seduzca. El barrio de Saint Germain es ideal para eso. Mantiene el aroma del prestigio intelectual que gozó en su época dorada y tres lugares míticos a escasos metros: El Café de Flore, Les Deux Magots y la Brasserie Lipp, centros de charla de Sartre, Simone de Beauvoir, la cantante Juliette Gréco, o los directores de cine Godard y Truffaut. La ruta continúa por el Pont des Arts donde, afortunadamente, ya no cuelgan candados los enamorados. Paremos en el medio de las tablas, desde allí veremos el sur de la isla de la Cité, el Louvre, el Instituto de Francia y el Pont Neuf, el puente más viejo de París, que casualidades de la vida se llama literalmente puente nuevo.

París. De puente en puente

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De puente en puente

Son 37 los puentes que unen las dos orillas, rive gauche y rive droite. En los muros del Sena veremos estos días muy abrigados a los bouquinistes, en sus casetas de libros antiguos, un caos romántico lleno de joyas de la literatura, revistas, postales de modelos de los años veinte y mucho souvenir.

El Louvre es necesario si queremos vivir una experiencia cultural, pero tal vez no tengamos tiempo en una escapada: ocupa más de 60.000 m2. Disfrutemos pues de su arquitectura y de la gran pirámide de cristal de I. M. Pei, construida con la misma inclinación que la de Guiza. A lo largo, todo el jardín de las Tullerías es perfecto para pasear.

La Navidad reaparece con todo su brillo parisino de camino a la Ópera Garnier, de belleza rotunda; cerca están los maravillosos escaparates de Printemps y de las Galerías Lafayette, pequeñas escenas de teatro tras el cristal, donde merece la pena entrar y ver el gigantesco árbol que llena la sala de los perfumes, bajo la bella cúpula modernista de 42 m de alto. Un monumento más del París del art nouveau.

París

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Del ayuntamiento al Pompidou

En esta escapada navideña es obligado ver la grandeur de l’Hôtel de Ville, el Ayuntamiento, decorado desde el tejado hasta la gran plaza. Desde allí iremos a Notre Dame, con su gran árbol en el Km 0, visitaremos la librería más famosa del mundo, la Shakespeare & Co, y rodearemos la catedral para callejear después por la pequeña isla de Sant Louis.

El Marais nos espera. El barrio es grande y palpita como un corazón alegre y romántico. ¿Qué ver? La Place de Vosges, donde está la casa de Victor Hugo y un jardín que parece secreto en una de las esquinas. Se entra por una puerta estrecha, como si formara parte de Alicia en el País de las Maravillas. Desde allí podemos salir y recorrer la rue Francs Bourgeois, repleta de tiendas. El bullicio y las ganas de pasear nos llevará hasta el Centro Pompidou, de arte moderno y contemporáneo. Si subimos sus icónicas escaleras mecánicas y llegamos al top, tendremos una estupenda vista. Quizá nos sintamos como el ratón Remy de Ratatuille entre tanto tejado y las ventanas iluminadas de las buhardillas.

Montmatre

Foto de Guillaume TECHER en Unsplash

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Ça c’est París

Sin duda una visita navideña a París debe acabar en Montmartre. La colina del Sagrado Corazón nos espera. La vista que disfrutaremos desde los pies del Sacré-Coeur es una postal: el característico cielo mutante de la ciudad que salta de azul a gris en pocos segundos. Paseemos, perdámonos por las callejuelas y busquemos aquel París de pintores y cancán que ya no existe. Eso sí, la esencia sigue viva en el pequeño cabaret Au Lapin Agile, junto a la viña de Montmartre. Es el barrio de Amélie, sí. Pero también de Dalida y de Edith, de Kiki y Coco, de Toulouse-Lautrec y del Moulin Rouge. Por cierto, mucho mejor ver la fachada de noche, con todo el rojo encendido. Arde el París canalla. Si la escapada a París es romántica, recomiendo llegar hasta la Place des Abbesses y hacerse una foto en el muro de los «je t’aime». Es un viaje al mundo del amor ideado por Frédéric Baron. Si vas solo, siéntate en uno de los bancos, quién sabe. Ça c’est París, como diría Maurice Chevalier. Es Navidad. Y como dice Vila Matas, París no se acaba nunca.

París Navidad