Ningún lugar es más indicado que la Piazzetta para adentrarse en el laberinto de Venecia. Desde sus dos altas columnas se ven, en primer plano, las góndolas perfectamente alineadas. En su permanente bamboleo vive esta ciudad que, además de ser un mito y un sueño, es también una realidad palpable, como la piedra de Istria que reviste muchas de las iglesias y los palacios venecianos.
En ese espacio de agua conocido como Bacino de San Marco confluyen el Gran Canal y el Canal de la Giudecca, la isla de San Giorgio, con la blanca fachada «palladiana» de su iglesia y el campanario, desde cuya altura se abarca una panorámica completa de Venecia. A la izquierda de la Piazzetta, el imponente y gótico Palacio Ducal se alza sobre arcadas y espacios abiertos que ofrecen una sorprendente ligereza en la imponencia de su arquitectura. Este palacio rosado y blanco fue la sede de la gloria de Venecia, de sus victorias y apoteosis, así como también de muchos de los complots y crueldades de la historia veneciana. El filósofo y poeta Giacomo Casanova (1725-1798) fue uno de los famosos residentes de sus cárceles y también el protagonista de una célebre huida.
Paseos desde la Piazzetta
Fuera del palacio, una secuencia de farolas y puentes señalan el trazado de la Riva degli Schiavoni. Cuando los cielos anuncian un hermoso atardecer, es sobrecogedor caminar por este paseo en dirección al Arsenale, el mayor astillero del mundo en el siglo XVI. Si en cambio se decide andar hacia la derecha de la Piazzetta, se verá emerger la Punta de la Dogana (antigua Aduana), con la diosa Fortuna sosteniéndose en equilibrio sobre el globo dorado, y a continuación, las grandes cúpulas y la escalinata de la iglesia de La Salute. Un poco más allá y a la orilla del Gran Canal, se erige el palacio Venier dei Leoni, que fue la residencia y galería de arte de la coleccionista millonaria Peggy Guggenheim desde 1948 hasta su muerte en 1979.
La Piazzetta es la antesala de la plaza San Marcos, el enclave más emblemático de Venecia. Es aconsejable sentarse en el famoso Caffè Florian o en el Quadri para escuchar la música y ver el movimiento de la plaza mientras se toma conciencia de estar en un lugar que, desde el siglo XVIII, ha congregado a artistas y escritores de todo el mundo. Deambular por la plaza es recorrer con la mirada los estilos arquitectónicos que la han hecho posible. El gótico, el renacimiento y el neoclásico conviven con la influencia bizantina de la basílica de San Marcos, con sus cúpulas achatadas y sus mosaicos dorados, las columnas de colores en la fachada y los cuatro caballos, cuyos originales están dentro de la iglesia. Es herencia de Bizancio el gusto, la gracia y la sensualidad que Venecia expresa en sus detalles y diseños.
La plaza San Marcos es la única piazza de Venecia, el resto son campi (campo en singular). Cada una con su iglesia y muchas con cafés, estas plazoletas son lugares de pausa, encuentros y celebraciones. A diez minutos de San Marcos está el Campo de Santa Maria Formosa (barrio del Castello), uno de los más grandes y ricos en sugestiones. Junto al campanario se halla el rostro deforme del más conocido mascarón de la ciudad, del que dicen que es talismán de la buena suerte. Aunque no lo parezca, la fachada principal de la iglesia es la que se sitúa junto al canal, igual que antiguamente la entrada de los palacios era siempre la que daba al agua.
En Santa Maria Formosa es recomendable sentarse en el bar situado entre los dos puentes y desde allí ver, en las tonalidades que la luz ofrece, el único campanario rosado de la ciudad. El Campo de Santa Maria Formosa es como una mano abierta que señala recorridos a distintas partes de Venecia. Justo detrás del ábside de la iglesia está el Museo de la Querini Stampalia y el puente que conduce hacia el Arsenale; en uno de los lados de la plazoleta se abre una calle de históricas osterias que conecta, después de una pequeña desviación, con el gran Campo de San Giovanni y Paolo. Su iglesia, la más alta de Venecia, pierde tamaño ante la hermosa fachada de la Scuola Grande de San Marco, hoy hospital de la ciudad.
Detalles de encaje
Para muchos viajeros, las detallistas pinturas de Canaletto (1697-1768) son las primeras imágenes que tienen de Venecia. La fantasía de conocer y caminar la ciudad nace quizá del asombro de un sitio que ha sido pintado con la minuciosidad del más exquisito encaje. La cercana iglesia de Santa Maria dei Miracoli, ya en el barrio de Canareggio, que el poeta estadounidense Ezra Pound (1885-1972) describió como un estuche de joyas, sorprende por la fineza de los relieves y mármoles que la revisten. No es extraño que desde la cercana isla de Burano, Venecia haya sabido hacer de la ligereza del bordado un arte de suprema elegancia. El vaporetto conduce en media hora desde las Fondamente (muelles) Nuove a las islas de la Laguna, un delicioso paseo que pasa junto al blanco cementerio de San Michele y permite una perspectiva distinta de la ciudad.
De regreso de las islas, es aconsejable callejear por el norte de Cannaregio, cruzar sus múltiples canales y ver el Ghetto, la judería más antigua del mundo; la palabra misma proviene del veneciano geto, con el que se aludía a las fundiciones que se hacían en ese extremo de la ciudad. En las fondamente cercanas hay lugares agradables para conversar ante un buen plato de pasta y una copa de vino mientras se contemplan los reflejos del agua. Un cartel con una góndola dibujada nos indicará cómo llegar a un paso de barca o traghetto –góndolas que cruzan el Gran Canal– que nos traslade a Rialto. Junto a la iglesia de San Giacometto, la primera construida en la ciudad, en el siglo V, están los pequeños campi en los que se venden frutas y verduras; algo más allá, la Pescheria, el mercado de pescado exhibe su bullicio junto a los muelles donde se descargan los productos. Entrar en la tienda de especias y hierbas aromáticas es indispensable, igual que ver las tiendas de vidrio de Murano que se alinean en el centro del puente y fotografiar el ajetreo del Gran Canal desde un lateral. A Rialto hay que ir por la mañana para que el goce gastronómico y visual sea completo, y después completar el ritual con un aperitivo antes del almuerzo en algún baccaro o taberna de la zona.
El paseo circular por Venecia debería continuar por el Campo San Bartolomeo para concluir en San Marcos y, de nuevo en el Caffè Florian, saborear los últimos momentos del viaje a la mítica ciudad de los canales.
Para saber más
Documentación: DNI.
Idioma: italiano.
Moneda: euro.
Cómo llegar: Hay vuelos diarios desde varias ciudades españolas. El traslado desde el aeropuerto Marco Polo (el más próximo) puede realizarse en autobús o en vaporetto. El aeropuerto de Treviso, a 40 km, recibe vuelos de bajo coste. Los autobuses dejan en la Piazzale Roma, cerca de la estación de tren.
Cómo moverse: Caminar es la única forma de conocer a fondo la ciudad. Los vaporettos recorren el Gran Canal como si fueran autobuses. Los billetes se compran en paradas, estancos y bares con el distintivo ACTV. Conviene comprar un abono de viaje si se tiene previsto hacer más de tres trayectos. Los vaporettos a Murano y Burano zarpan de las Fontamente Nuove, en el barrio de Cannaregio. Para cruzar el Gran Canal en los tramos sin puente se utilizan los traghetti, góndolas que por 50 ct llevan pasajeros. También hay taxis acuáticos. La tarjeta VeniceCard ofrece acceso a museos y descuento en los vaporettos.
Turismo de Venecia