Austria

Paseo por los cafés históricos de Viena

Forman parte de la historia de la ciudad. Lujosos y acogedores, hay que disfrutar de una taza de café y una porción de tarta en cualquiera de ellos.

1 /6

Gtres

1 / 6

La esencia de los cafés vieneses

Son espléndidos lugares de encuentro, en los que se sirve una gran variedad de cafés, tartas y otras especialidades austriacas pero que, sobre todo, hablan de la historia de la ciudad

Gtres

2 / 6

Café Hawelka

Debe su nombre a su dueño, Leopold Hawelka. Fue refugio de literatos y artistas de vanguardia y sigue siendo un establecimiento de referencia.

Gtres

3 / 6

Café Sperl

Es el único café vienés que conserva su interior original, de estilo jugendstil, sin que haya sufrido ninguna reforma posterior a su fundación en 1880.

Gtres

4 / 6

Café Central

Situado en un majestuoso edificio en el centro de Viena, abrió sus puertas en 1876.

Gtres

5 / 6

Café Sacher

Este precioso café es famoso por ser los creadores de la legendaria tarta Sacher.

Gtres

6 / 6

Pastelería y café Demel

Con más de 200 años de tradición, destaca su famoso salón rococó y sus deliciosas tartas y mazapanes.

Qué sería de Londres sin sus pubs? ¿O de Praga sin sus cervecerías? ¿Y Oviedo sin sidrerías? Muchas ciudades se asocian a un tipo de establecimientos en los que degustar los productos tradicionales y empaparse del auténtico sentir del lugar.

Viena está íntimamente relacionada con sus cafés. Espléndidos puntos de encuentro, en los que se sirve una gran variedad de cafés, tartas y otras especialidades austriacas pero que, sobre todo, hablan de la historia de la ciudad. Pese a que los primeros cafés se abrieron en la época del Imperio Otomano, fue en la Viena de finales del siglo XIX cuando vivieron su momento de máximo esplendor. Y el auge de los cafés continuó a principios del XX, cuando los grandes debates literarios y políticos se realizaban frente a una taza humeante y un pedazo de tarta, rodeados de un ambiente íntimo a la vez que señorial. Madera, grandes murales serigrafiados, mesas de mármol, bancos redondeados y tapizados con cálido terciopelo, enormes arañas de cristal, vitrinas y carritos repletos de deliciosos pasteles, café y leche espumosa…

Hoy, como ayer, los los cafés vieneses siguen ofreciendo la posibilidad de leer los periódicos del día y sirven una gran variedad de especialidades: el inspanner es café solo doble con nata montada; si se prefiere con leche condensada, hay que pedir un kleiner brauner; el café con leche es el melange y el cortado es el kapuziner. Todos se sirven con un vaso de agua y muchas veces se utiliza la fórmula «1-2-3-4», es decir: un melange, dos vasos de agua, tres periódicos y cuatro horas para leerlos. Ésa es la esencia de los cafés vienenses.

En 2011, la tradicional cultura de los cafés de Viena, fue declarada «práctica social» en la Lista Nacional del Patrimonio Cultural Intangible de Unesco. Por eso, por su encanto y su historia, proponemos una ruta por algunos de los históricos establecimientos en los que hoy es posible seguir disfrutando de un excelente café y una deliciosa tarta rodeados de una envolvente atmósfera.

Café Landtmann (Dr. Karl Lueger Ring, 4). Inaugurado en 1873, fue considerado como el café más elegante de la ciudad. En su página web destacan algunos visitantes ilustres como Peter Altenberg, Sigmund Freud, Gustav Mahler, Max Reinhardt, Marlene Dietrich, Romy Schneider, Burt Lancaster, Hans Moser, the Dutch Queen Juliane, Hillary Rodham Clinton and Sir Paul Mc Cartney. Hoy sigue siendo un lugar de referencia y un clásico único por su ambiente, su fastuoso mobiliario y sus espejos.

Café Central (Herrengasse, 14). Situado en un majestuoso edificio en el centro de Viena, abrió sus puertas en 1876 y pronto se convirtió en punto de encuentro entre la intelectualidad de la época. Arthur Schnitzler, Sigmund Freud, Peter Altenberg y Leon Trotsky fueron algunos de sus habituales. Frente a la puerta se halla una figura en papel maché que representa al poeta Peter Altenberg, quien pasó jornadas enteras sentado en una de sus elegantes mesas y rodeado de columnas de mármol. Fue completamente renovado hace unos años.

Café Hawelka (Dorotheergasse, 6). Menos ostentoso y más íntimo, debe su nombre a su dueño, Leopold Hawelka, una leyenda en la ciudad de Viena. Fue refugio de literatos y artistas de vanguardia, como Ernst Fuchs y Friedensreich Hundertwaser. También el Premio Nobel Elías Canetti frecuentaba este café. Parte de su fama se debe a sus famosos buchteln, una creación de la casa que se elabora a base de bizcocho relleno de mermelada de ciruela.

Café Mozart (Plaza Albertina, 2). Fue fundado en 1794 y totalmente renovado en los años 80 del siglo pasado. Cuentan que era muy frecuentado por Graham Green, quien escribió su novela El Tercer Hombre sentado en una de sus mesas, frente a un humeante café.

Café Bräunerhof (Stallburggasse, 2). Ofrece un espléndido salón con pequeñas mesas de mármol, acompañado con música de valses y operetas. A este café solía acudir el polémico escritor Thomas Bernhard (1931-1989).

Café Frauenhuber (Himmelpfortgasse, 6). Es el café decano de Viena. Sus camareros se dirigen a los clientes con la fórmula gnädiger Herr (Distinguido Señor) y gnädige Frau (Distinguida Señora). Pocos lugares pueden presumir de haber tenido al piano, entreteniendo a sus comensales, figuras como Ludwig van Beethoven y Wolfgang Amadeus Mozart quien hizo aquí su última representación pública el 4 de marzo de 1791.

Café Sacher (Philharmoniker-strasse, 4). Situado en el hotel homónimo, este precioso café es famoso por ser los creadores de la legendaria tarta Sacher, así como el licor Sacher, de chocolate con toque de albaricoque.

Café Museum (Operngasse, 7). En el momento de su inauguración, en 1899, fue muy criticado por apostar por una decoración distinta a la típica de los tradicionales cafés vieneses. La decoración original de Adolf Loos (1870-1933) de estilo art nouveau o jugendstil hoy ha desaparecido. Entre su clientela destacaron los pintores Gustav Klimt, Egon Schiele y Oskar Kokoschka, los escritores Karl Kraus y Elías Canetti, así como los arquitectos Otto Wagner y Adolf Loos.

Café Schwarzenberg (Kärntner Ring, 17). Inaugurado en 1761, fue el primer café del Ringstrasse, el ensanche vienés que se construía en aquellos momentos. Mantiene su encanto histórico y apuesta por conservar las tradiciones de los cafés históricos ofreciendo a su clientela un amplia oferta de periódicos en diversos idiomas y organizando veladas culturales

Café Sperl (Gumpendorfer, 11). Es el único café vienés que conserva su interior original, de estilo jugendstil, sin que haya sufrido ninguna reforma posterior a su fundación en 1880. Ofrece comida tradicional austriaca y pastelería de la casa, como la conocida sperltorte.

Café Griensteidl (Michaelerplatz, 2). Otro de los cafés literarios vieneses de finales del siglo XIX, situado enfrente del Palacio Imperial Hofburg, destaca por su decoración y mobiliario de estilo jugendstil.

Café y Pastelería Demel (Kohlmarkt, 14). Con más de 200 años de tradición, fue acreditada como la «Confitería Imperial y Real de los hijos de Demel» y ha sido uno de los lugares favoritos de reunión de la aristocracia y la burguesía. Destaca su famoso salón rococó y sus deliciosas tartas y mazapanes.

Café Bellaria (Bellariastraße 6). De estilo jugendstil, ofrece excelentes vinos y magnífica cocina vienesa desde el año 1870.