Copenhague, una ciudad de cuento

Paseo por la capital danesa

Una ciudad entre canales, avenidas señoriales y palacios reales

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Mapa: BLAUSET

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Copenhague ineludible

1 Canal Nyhavn. Fachadas de colores y veleros pueblan esta histórica vía fluvial del centro de la capital.

2 Ópera. Este impresionante teatro lírico de 2005 se emplaza en la isla de Holmen, en el puerto.

3 Diamante Negro. El edificio de vidrio oscuro de la Biblioteca Real se halla en el canal Christianhavn.

4 Amalienborg. El recinto palaciego y sus alrededores son un destino de visita.

5 Strøget. Esta larga avenida comercial cruza el centro, entre la plaza del Ayuntamiento y la Kongens Nytorv.

6 Tivoli. Un parque de atracciones de finales del XIX en medio de la capital. Un lugar agradable para pasear.

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Palacios Reales

Copenhague y sus alrededores reúnen una docena de castillos y residencias palaciegas. Bajo estas líneas, el palacio Frederiksborg, en las afueras de la capital.

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Nyhavn

La zona portuaria más antigua de Copenhague es una avenida fluvial flanqueada por veleros y restaurantes con terrazas.

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Paseo hasta la Sirenita

El sendero que bordea los bastiones ajardinados de la ciudadela militar de Kastellet –sus barracones aún están ocupados por el ejército– conduce hasta la célebre escultura de la Sirenita. La protagonista del cuento de Andersen es más sencilla y discreta de lo que uno espera, pero llegar hasta aquí tiene el atractivo añadido de contemplar un sector de Copenhague poco concurrido.

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StrØget

La plaza Gammel Torv conecta la calles Frederiksberggade y Vimmelskaftet, dos de las cinco que forman la comercial avenida Strøget.

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Palacio de Rosenborg

En el centro de la ciudad, rodeado de magníficos jardines, se levanta un castillo renacentista que parece salido de un cuento de hadas. Sus lujosas estancias ofrecen un recorrido por la historia de la realeza danesa. En la cámara del Tesoro se pueden ver las joyas de la corona: collares, coronas, cetros y las alhajas que todavía hoy luce la reina Margarita II. http://dkks.dk

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Parque Tivoli

Inaugurado en 1843, es un lugar muy querido por los habitantes de la capital. Sobre estas líneas, el restaurante del embarcadero.

En cuanto despunta el buen tiempo, la capital danesa florece. Sus habitantes se lanzan a la calle, las cafeterías y restaurantes sacan mesas a las aceras y familias enteras se reúnen en los parques con cestas de pícnic que contienen manjares para varios banquetes. Visitar Copenhague en primavera descubre mucho más que monumentos. Con más de un millón y medio de habitantes, es la mayor conurbación de los países nórdicos y una de las capitales europeas más antiguas. Comparte con sus vecinos escandinavos el pasado vikingo, el respeto ecológico, la pasión por el diseño, los largos inviernos y un cierto abuso del eneldo, las salsas agrias y los ahumados en sus platos.

Un entramado de canales dota de carácter a la ciudad. Uno de ellos, el Nyhavn, constituye su estampa más singular. Se cuenta que Hans Christian Andersen (1805-1875), el estimado cuentista danés, pasó largas temporadas en alguna de las casas de sus riberas. Por aquel entonces Nyhavn era un sórdido embarcadero rodeado de burdeles y tabernas; hoy ciudadanos y visitantes toman cervezas y smørrebrød (bocadillo tradicional, servido en plato) bajo sus fachadas de vivos colores, contemplando lujosos veleros.

De Nyhavn parten los barcos turísticos que ofrecen una perspectiva desde el agua de la ciudad. Su recorrido se adentra por los canales de Christianshavn, barrio portuario del siglo XVII, cuyos almacenes han sido reconvertidos en viviendas y centros culturales, y que seduce por su ambiente marinero y sus restaurantes.

El recorrido por mar también se aproxima a dos de los hitos de la arquitectura vanguardista danesa, apostados a ambos lados del puerto: la moderna Biblioteca Real (1999), más conocida como el Diamante Negro porque está recubierta de vidrio oscuro y brillante; y la Operaen, el magnífico Teatro de la Ópera, que fue diseñado por el arquitecto Henning Larsen en 2005 y sufragado por un magnate naviero.

El canal de Nyhavn termina ante una gran plaza circular, la Kongens Nytorv o plaza del Rey, que en invierno se convierte en una pista de hielo. Esta plaza marca un nítido límite entre el abigarrado centro antiguo en torno al islote de Slotsholmen, núcleo fundacional de Copenhague, y una zona más luminosa y señorial que se despliega al norte, dominada por el conjunto palaciego de Amalienborg y Rosenborg, jardines apacibles y templos imponentes como la iglesia rusa ortodoxa Alexander Nevsky, de cúpulas bulbosas, y la neoclásica Marmorkirken.

Por la arteria más comercial

La Kongens Nytorv marca también el inicio –o el final– de Strøget, la arteria comercial más larga de Europa según los daneses. En realidad Strøget es una sucesión de cinco calles copadas en buena parte por franquicias de moda internacionales y establecimientos de comida rápida, con tenderetes de artesanía, músicos y espectáculos ambulantes que amenizan el paseo. Dejar atrás el bullicio es tan fácil como tomar cualquiera de las calles adyacentes, donde se abren nuevas plazoletas adoquinadas con insólitas iglesias, pequeños comercios y restaurantes que sirven platos locales.

Bien sea por Strøget, bien por sus calles aledañas, el recorrido desemboca en el inmenso rectángulo de la plaza del Ayuntamiento o Rådhuspladsen. Las esculturas desperdigadas por este espacio representan los iconos de Dinamarca: Andersen, guerreros vikingos tocando largas trompas y animales mitológicos. Los 105 metros de la torre del consistorio proporcionan las vistas más elevadas de esta ciudad eminentemente llana: despuntan campanarios y cúpulas de iglesias de distintos cultos, emergen las infraestructuras de la zona portuaria y se atisban numerosas plazas y jardines.

Las atracciones del Tivoli también destacan en el perfil urbano. «Cuando el pueblo se divierte, no piensa en política», apuntó el ingeniero militar Georg Carstensen para convencer al rey Christian VIII de la utilidad de construir este parque de atracciones ante las puertas y los fosos que rodeaban la vieja Copenhague. El Tivoli se inauguró el año 1843 y, aunque la ciudad se ha extendido varios kilómetros a su alrededor, sus jardines, su lago, su teatro de pantomima y el carrusel continúan atrayendo a cientos de familias los días soleados.

El legado de Carlsberg

Frente a uno de los accesos al Tivoli se encuentra la estación central de tren y, tras ella, se despliega el distrito de Vesterbro. Hace unas décadas este barrio era considerado inseguro, pero las operaciones urbanísticas recientes no solo han puesto freno a su degradación, sino que lo han dotado de una oferta cultural interesante. Aquí están el Museo de Copenhague y el centro de interpretación de la cervecería Carlsberg, de 1882, que conserva los establos donde se alojaban los caballos de los carros de reparto. A apenas un centenar de metros del Tivoli se encuentra la NY Carlsberg Glyptotek (1897), cuya colección de arqueología y arte incluye obras desde el antiguo Egipto hasta los impresionistas franceses. El fondo de este museo procede de la donación que realizó su fundador, el cervecero Carl Jacobsen.

En esta ciudad sin apenas desniveles, la bicicleta es el transporte por excelencia y el mejor medio para llegar a lugares poco concurridos como el Jardín Botánico. Fundado en 1872 en los antiguos baluartes, posee más de 20.000 especies de plantas procedentes de todo el mundo. Los jardines más bonitos, sin embargo, se encuentran varios kilómetros al norte de Copenhague, en el castillo real de Frederiksborg, erigido en 1560 y restaurado en 1850. Sus jardines barrocos, de 1720, dibujan un mosaico de arbustos delicadamente recortados en los que perderse durante horas.

Otro de los iconos más conocidos de Copenhague es Christiania: una comunidad hippie que, en los años 1970, ocupó unos barracones militares abandonados en el distrito de Christianshavn para crear una sociedad autogobernada. En la actualidad, mientras se busca la mejor propuesta para darle un uso social dentro de la legalidad, se siguen organizando conciertos y funcionan restaurantes veganos, talleres de reparación de bicicletas y tenderetes rastafaris. Visto en perspectiva, el valor real de Christiania reside en la sociedad tolerante y abierta que permitió poner en práctica aquella utopía. La misma sociedad amable y acogedora que ahora abraza al visitante nada más poner los pies en su capital.

PARA SABER MÁS

Documentación: DNI o pasaporte.

Idioma: danés.

Moneda: corona danesa.

Llegar y moverse: Existen vuelos diarios a Copenhague desde distintas ciudades españolas. El traslado desde el aeropuerto hasta el centro de la ciudad puede hacerse en metro, tren, autobús o taxi.

Tarjeta turística: La tarjeta Copenhagen Card (válida para 24, 72 y 120 horas) ofrece transporte gratis dentro de la ciudad, acceso libre a 70 atracciones y descuentos en restaurantes, tiendas y alquiler de vehículos.

Itinerarios guiados: Una asociación de guías y varias empresas organizan rutas a pie y en bicicleta por los principales enclaves. El tour en barco por los canales dura una hora.

Rutas de arte: La visita al NY Carlsberg Glyptotek, el Museo Nacional y el Centro de Diseño Danés puede completarse con un paseo por las galerías de arte de Rørholmsgade y el mercadillo de antigüedades de Ravnsborggade, en el distrito de Nørrebrogade.

Turismo de Copenhague