Un paseo por Edimburgo

La capital escocesa es un cóctel de historia medieval, literatura y artes escénicas

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Castillo de Edimburgo

Ingleses y escoceses se disputaron su control durante siglos. Hoy es un emblema nacional y la sede de varios museos.

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Castle Hill

La Outlook Tower y las casas de Ramsay Gardens son dos ejemplos señoriales de la Royal Mile.

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Paradas ineludibles

Las cervecerías de la Royal Mile, el Museo de los Escritores y la Galería Nacional.

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La ciudad nueva

Los jardines y las avenidas señoriales se extienden al norte del casco medieval.
El monumento al escritor Walter Scott, en Princess Street Gardens.

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El castillo

Inicio o final del paseo por la Royal Mile, su visita dura casi tres horas y acaba con vistas aéreas de la ciudad.

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Al sur de la Old Town

En el siglo XVIII, la ciudad vieja ganó algunas avenidas por debajo de la Royal Mile, como Forrest Road.

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Vestigios medievales

El edificio de Old Tolbooth albergó el consistorio de Canongate en el siglo XVII. Ahora es un museo histórico.

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Palacio de Holyrood

El sector más antiguo es la torre noroeste, de 1529. Las visitas guiadas recorren también los jardines, un antiguo coto de caza real.

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La Royal Mile en un día

1 Castillo. Su patio de armas acoge los conciertos del festival de verano.
2 Saint Giles. La catedral, fundada en el siglo XII, marca la frontera entre la zona más antigua de la ciudad y el tramo de Canongate.  
3 Tolbooth. Edificio de 1591, aloja The People’s Story Museum.
4 The Hub. La iglesia de Saint John es el cuartel general del Festival.
5 Mary King’s Close. Este callejón fue sepultado en el siglo XVII. Las visitas guiadas permiten conocer la cara más lúgubre de la ciudad vieja.
6 Holyrood. La residencia real se construyó en el siglo XV junto a un monasterio. Enfrente se encuentra el moderno Parlamento escocés.

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Edimburgo es una ciudad construida, literalmente, sobre su historia. Y no hay mejor manera de descubrirla que recorriendo la Royal Mile, la milla (1’8 kilómetros) que cruza el Old Town o casco antiguo de punta a punta. A lo largo de esta avenida descubrimos el alma de una ciudad viva, misteriosa y cautivadora, un foco cultural que brilla con más fuerza que nunca en agosto, durante el Festival de Edimburgo.

Visto desde el cielo, el Old Town parece una raspa de pescado. El Castillo, aupado sobre la roca volcánica de Castle Rock, es la cabeza; el palacio de Holyrood, al final de la ladera, es la cola; y la espina central es la Royal Mile. Dominando el perfil de la ciudad, el Castillo fue antaño un magnífico enclave defensivo. La puerta la guardan dos héroes del siglo XIII: William Wallace, soldado que lideró una rebelión contra los ingleses, y el rey escocés Robert Bruce. Tras ellos se abre una colección de estancias, pasadizos, almenas, baterías de cañones, la capilla más antigua de Edimburgo y valiosos tesoros, como las joyas de la Corona de Escocia. Descubrir el Castillo después de haber recorrido la Royal Mile desde Holyrood es una de las formas más emocionantes de visitar Edimburgo. La primera etapa de este paseo en ascenso es el palacio real de Holyrood, erigido en los terrenos de una antigua abadía en el siglo XV. La visita guiada por sus dependencias y jardines descubre las estancias de María Estuardo, reina de los escoceses y objeto de diversas conspiraciones.

Frente al Palacio se levanta el Parlamento Escocés (2004), obra del arquitecto catalán Enric Miralles. Con este edificio de formas vegetales empieza el ascenso de la Royal Mile por el tramo conocido como Canongate. Entre las señales de cuando este sector era una villa independiente de Edimburgo, queda el Canongate Tolbooth, un edificio del XVI que alojó la casa consistorial y que ahora es un curioso museo sobre la vida de los edimburgueses de siglos pasados.

En esta parte de la Royal Mile se halla el Museo de Edimburgo –una visión completa de la ciudad desde la prehistoria– y la iglesia de Canongate, en cuyo cementerio descansa Adam Smith, filósofo autor de La riqueza de las naciones (1776), una obra de referencia sobre economía. En Canongate hay una buena colección de pubs y cafeterías, como la minúscula Has Beans donde, además de amabilidad y sándwiches, en verano sirven helado de las remotas islas Orcadas.

El Corazón del Midlothian es, en realidad, un recordatorio del lado oscuro de la ciudad

El siguiente tramo de la Royal Mile, bajo el nombre de High Street, es el verdadero corazón de la ciudad. Aquí se localizan el Ayuntamiento, el Palacio de Justicia y la catedral de Saint Giles, que fue uno de los primeros oratorios desde los que se predicó la Reforma protestante en Escocia. Un incendio destruyó el edificio del siglo XII y fue reconstruido en el estilo gótico que luce hoy. Saint Giles guarda un tesoro: la minúscula Capilla del Cardo, flor nacional escocesa y emblema de reyes. Fue financiada en 1911 por los Caballeros de la Antiquísima y Nobilísima Orden del Cardo, una orden de caballería fundada en el siglo XV y formada por el rey de Escocia –actualmente, la reina de Inglaterra– y otros dieciséis caballeros. En sintonía con el resto de la catedral, la capilla es de estilo neogótico, pero además está decorada con emblemas heráldicos y figuras labradas.

En el suelo, frente a la puerta oeste de la catedral, hay un corazón dibujado en el suelo con adoquines y fragmentos de piedra. Es el Corazón del Midlothian y señala el lugar donde se alzaba el antiguo Ayuntamiento. Demolido en el XIX, su último uso fue como lugar de ejecuciones públicas. Quizá por eso, mucha gente en Edimburgo tiene costumbre de escupir en el corazón cuando pasan por delante. El Corazón del Midlothian es, en realidad, un recordatorio del lado oscuro de la ciudad, que en parte se perdió en incendios y reformas urbanísticas, pero que en parte sigue vivo bajo el asfalto. Donde hoy vemos edificios de piedra, antaño hubo un auténtico hormiguero de viviendas, callejones (closes), pasajes cubiertos y sótanos.

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Debido a los pantanos al norte de la ciudad, Edimburgo no pudo crecer a lo ancho, así que hasta el siglo XVIII, la Royal Mile estaba flanqueada por inestables edificios de cinco y seis plantas. Allí se hacinaban familias, comerciantes, artesanos, escritores, buscavidas, prostitutas y malhechores de todo signo. Allí le daban al whisky los escritores Robert Burns y Robert Louis Stevenson. Este último seguramente concibió a Mr. Hyde en aquel laberinto, donde algunos asesinos cazaban para vender los cuerpos a la escuela de Anatomía. La visita guiada a Mary King’s Close, un entramado de casas subterráneas en los que la peste hizo estragos, demuestra que Edimburgo no es solo lo que se ve a simple vista.

El último tramo de la Royal Mile antes de alcanzar el Castillo incluye Lawnmarket, el antiguo mercado de lino de la ciudad, que actualmente está repleto de tiendas de recuerdos de las que es difícil escapar sin un kilt; y la cuesta de Castlehill, dominada por la aguja de la Tolbooth Kirk, también denominada de Saint John. Esta iglesia del siglo XIX de líneas góticas fue erigida para albergar la Asamblea General de la Iglesia Escocesa, pero nunca fue consagrada y acabó en desuso. Hoy bajo el nombre de The Hub, es la sede del Festival Internacional de Edimburgo, que cada verano revitaliza la ciudad con cientos de pasacalles, conciertos, teatro y danza. Muchas actuaciones se realizan en este edificio que combina los estilos victoriano y contemporáneo, y que cuenta con su propio restaurante. Sin embargo, el espectáculo más esperado del festival es el Edinburgh Military Tattoo, un desfile al son de tambores y gaitas que se realiza en la explanada del Castillo. Tras el eco de las gaitas, hay que asomarse desde las murallas y contemplar la Royal Mile estirándose hasta Holyrood; más allá se ve el puerto, en el estuario del Forth, y alrededor, el paisaje escocés de colinas verdes, teñidas de amarillo cuando florece el tojo.

MÁS INFORMACIÓN

Documentos: pasaporte.
Idiomas: inglés.
Moneda: libra esterlina.
Horario: 1 hora menos.

Cómo llegar y moverse: El aeropuerto de Edimburgo recibe vuelos de distintas ciudades españolas. Otra opción es volar a Glasgow y trasladarse en tren a la capital escocesa. La ciudad cuenta con una buena red de autobuses. La tarjeta Edinburgh Pass ofrece descuentos en museos y transportes.

Festivales: La ciudad es la sede de una decena de eventos en agosto. El más importante tiene lugar del 8 al 31.