Villancicos en bucle

Pasión por la Navidad en Alsacia

En esta región histórica francesa las tradiciones y los mercados navideños alcanzan cuotas difíciles de ver en otros lugares.

Atención: este artículo sólo es para los incondicionales del espíritu navideño. Y es que Alsacia se convierte en la esencia geográfica de la Navidad a partir de finales de noviembre, cuando sus ciudades y pueblos, ya de por sí deliciosos, se iluminan con toda clase de luces fantasiosas y se impregnan de los aromas deliciosamente dulces -¿Por qué el olor a canela es tan adictivo?- que emanan de los puestecitos gourmets de los mil y un mercadillos de Navidad que se apiñan en la apretada agenda de eventos. 

La corona y el calendario de Adviento son los símbolos festivos de esos días tan especiales en Alsacia, cuya celebración se inicia el 25 de noviembre, día de Santa Catalina, con una cuenta atrás de cuatro semanas antes de Navidad. La cuenta atrás comienza el 25 de noviembre, día de Santa Catalina, hasta llegar al día de Navidad, cuando ya la apoteosis deja paso a la finalización del 6 de enero, la fecha de la Epifanía.

 
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No hay Navidad sin abeto

Aunque sea Estrasburgo la ciudad que posee cada año uno de los abetos naturales decorados más altos de Europa, con casi 30 metros de altura perfectamente decorados, es Sélestat la cuna del árbol de Navidad de la Alsacia. Allí, una de las primeras referencias escritas sobre esta tradición se remonta a 1521, cuando el contable de la ciudad apuntó en su libro el gasto de 4 chelines para pagar a los guardabosques, encargados de cuidar los abetos en el bosque comunal. Una nota que trasciende la mera utilidad al haber añadido el contable la explicación de que los vecinos podían llevarse gratuitamente un árbol para adornarlo en sus casas “como se ha hecho desde tiempos inmemoriales…”.

“Originalmente, el árbol de Navidad estaba suspendido de una viga en el techo antes de colocarse con los pies en el suelo”

Y desde tiempos inmemoriales a la actualidad, cuando se muestran hasta diez abetos en la gran exposición de árboles de Navidad de la Iglesia de Saint-Georges, en Sélestat, un espacio sublime para ver colgados los árboles del techo de la nave como se hacía originalmente o exhibidos de la forma más moderna, con los pies en el suelo en la cripta. Un recorrido para ver las etapas más significativas de la evolución del arte de decorar los abetos navideños, desde el siglo XVI a hoy en día: primero adornos naturales y productos naturales como manzanas de brillante color rojo y hostias que representaban la redención; luego, dulces de todo tipo como el pan de jengibre, que colgaban en las ramas, hasta llegar a los objetos decorativos de la actualidad hechos de madera, cerámica o vidrio, por ejemplo.

Todo preparado en la Plaza Kleber de Estraburgo para dar la bienvenida a la Navidad

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Mercadillos navideños de la Alsacia

Muchos de estos elementos decorativos para el abeto de Navidad se pueden comprar en los mercadillos de la Alsacia. Luces que bailan, melodías pegadizas y un aroma que es mezcla de pan de jengibre, pastelitos y otros dulces junto a velas, ramas de acebo y muérdago. Esa es la atmósfera de un buen mercadillo navideño. Para entrar en calor, un vaso de vino caliente que se va tomando a sorbos mientras se disfruta su aroma a canela y naranja.

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Lo de los mercadillos navideños es algo que en Alsacia llevan en el ADN. Algunos de los mejores mercadillos de Navidad de Francia están aquí. Los hay de todo tipo. Aunque Estrasburgo sea la capital de la Navidad con el emblemático "Christkindelsmärik" como referente mundial, con sus más de trescientas casetas de madera con el telón de fondo de la catedral iluminada, hay muchas otras alternativas de igual calado.

Está también la apoteosis navideña en que se convierten las calles de Colmar, con hasta seis mercadillos diferentes que se despliegan casi ad infinitum por su maravilloso centro histórico. Es el lugar perfecto para hacerse con regalos originales, con coronas de adviento, bolas de cristal pintadas, velas de todas las formas imaginables, ramas de acebo y muérdago bajo las que besar, belenes, figuritas y una enorme y variada cantidad de pequeños objetos para colgar en el árbol.

Así luce la Navidad en las calles de Colmar

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Colmar es un buen lugar para hacerse con algún delicado canivet como original adorno navideño. Una artesanía única que Michèle Wagner ha logrado revivir en Alsacia con piezas únicas de coleccionista en las que recrea universos entre lo maravilloso y poético gracias al papel y la cuchilla de corte con la que reproduce las siluetas.

Es igualmente mágico el ambiente del mercadillo de Riquewihr, donde se siente con más potencia el espíritu medieval de Alsacia. Por las calles de este pueblo campan durante los días navideños todo tipo de extrañas criaturas, sacadas directamente del folclore y mitología alsaciana. Hay también malabaristas y tragafuegos paseándose entre los puestecitos.

Pero, ¿y si se va a los mercadillos a comer? Entonces el que tiene que marcarse en el mapa es el de Obernai, una deliciosa coordenada para los viajeros más gourmets. Nada como la atmósfera ideal de un mercadillo navideño para darse un atracón de pan de jengibre, foie gras, bredele, incluso cerveza navideña, entre todo tipo de placeres gastronómicos.

Pan de jengibre y otros bocados decorativos y sabrosos de la gastronomía navideña de Alsacia.

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El paladar navideño

El idilio con la gastronomía que mantienen en la región alcanza su máxima expresión en estos días, cuando el aroma del jabalí al asador y las sopas a fuego son los sabores más tradicionales se hace más evidente en las calles. Eso en cuanto a los platos principales, pero luego hay todo un surtido de pequeños bocados tentadores a los que es muy difícil resistirse: los bredeles, de naranja, canela, anís, chocolate o nueces; los manuales con sus divertidas formas y adornados con todo tipo de toppings; la envolvente dulzura del pan de jengibre; la explosión de sabores de la beerawecka, sobre todo si se acompaña con una loncha del “gastroemblema” alsaciano que es el foie gras; y, sin olvidar, por supuesto, los springerles decorados con relieves navideños que son una auténtica obra de arte. Para quienes no se conformen con la degustación in situ, hay diversos talleres culinarios para llevarse a casa los secretos gastronómicos y reproducir en casa una perfecta navidad al modo alsaciano.