Entre los Andes y el Pacífico, el norte de la Patagonia chilena atesora una belleza salvaje que apenas ha cambiado desde el principio de los tiempos. Las abundantes lluvias alimentan una malla de grandes ríos y lagos que irrigan una selva fría y húmeda. Desde los Campos de Hielo, en las alturas de los Andes, descienden los glaciares al nivel del mar, donde los fiordos se disuelven en una constelación de islas rodeadas por un medio ideal para la fauna marina.
Puerto Montt es la principal ciudad de la región. Amplia y tranquila, posee una catedral de madera de alerce que está inspirada en el Partenón griego. Su paseo costero se dirige al melancólico puerto, lleno de barcos de pesca y cargueros que faenan en lugares que representan las puertas del fin del mundo. Junto a los muelles se halla el mercado de Angelmó, donde se venden congrios, corvinas, salmón plateado, centollos, langostas... que luego cocinan de manera sencilla los restaurantes de la zona.
La ciudad está rodeada por una colección de reservas naturales y pequeñas poblaciones, como Puerto Varas y Frutillar, a una hora en coche. Ambos pueblos se asoman a las aguas del lago Llanquihue, sobre el que se eleva el volcán Osorno, que Charles Darwin vio en erupción en 1835. Puerto Varas y Frutillar deben su aspecto alemán a los emigrantes que las fundaron a mediados del siglo XIX, después de ocupar las tierras que los indígenas mapuches tan fieramente habían defendido de los conquistadores españoles. Sesenta kilómetros separan Puerto Varas del lago de Todos los Santos, donde los reflejos de los volcanes Osorno, Puntiagudo y Tronador se difuminan en los saltos del río Petrohué.
El archipiélago de Chiloé se encuentra a dos horas de Puerto Montt. Es un destino con una personalidad marcada por los paisajes verdes y frondosos, por las costas recortadas y por los españoles que llegaron en el siglo XVI y se quedaron a vivir allí, prácticamente aislados del territorio continental, que estaba controlado por la corona española. Sus habitantes, los chilotes, proceden de la mezcla del pueblo huilliche con aquellos colonos. En la ciudad de Castro, en la Isla Grande, se pueden ver las típicas casas de madera sobre pilotes y una de las 16 iglesias jesuíticas de Chiloé que, erigidas exclusivamente con madera en los siglos XVIII y XIX, hoy son Patrimonio de la Humanidad.
Desde Puerto Montt hacia el sur se abren los maravillosos paisajes del norte de Patagonia, escenario de la inmersión de los Andes en el Pacífico, coronados por los intransitables e inhóspitos Campos de Hielo. Sus glaciares bajan al mar para lograr la belleza insuperable de la laguna de San Rafael, hasta la que se puede navegar desde Puerto Montt. El crucero consiste en una fascinante travesía de seis días recorriendo los profundos fiordos de esta parte de la costa chilena.
El camino hacia el sur por tierra está considerado una de las grandes rutas más bellas del mundo. La Carretera Austral (CH-7), en su mayor parte sin asfaltar, cruza paisajes colosales en los que el hombre se diría que no ha penetrado nunca. Va desde Puerto Montt a Villa O’Higgins, en un trayecto de más de un millar de kilómetros, bordeando lagos, saltando fiordos en transbordador y atravesando bosques de araucarias, lengas, robles y alerces de hasta tres milenios de vida.
Puyuhaupi, Puerto Chabuco y el lago General Carrera destacan en este enorme itinerario como enclaves desde los que se puede emprender el viaje en barco a la laguna glaciar de San Rafael. La Carretera Austral, tras entrar en la región de Aysén, se acerca al remoto paraíso de Termas de Puyuhapi, un sofisticado balneario emplazado a la orilla del fiordo Seno Ventisquero, en el que afloran las aguas termales que alimentan sus piscinas. Desde allí se accede al mirador del glaciar Ventisquero Colgante, un lugar único para contemplar cómo los bloques gélidos caen desde 200 metros de altura sobre el circo que recoge las aguas del deshielo. Otras opciones permiten recorrer en kayak los canales cercanos en busca de lobos marinos y delfines, bajo la mirada de cormoranes y albatros.
Desde Puyuhuapi, el catamarán Patagonia Express navega en un día hasta la laguna de San Rafael, a la que accede remontando el río Témpanos. El frente del glaciar San Rafael es impresionante: un acantilado de 70 metros de alto y 2 kilómetros de ancho que se quiebra con estrépito, desplomando enormes pedazos de hielo sobre el agua.
El lago queda sembrado de icebergs del indefinible color azul que el agua helada ha ido gestando a lo largo de 30.000 años. Es tradición acercarse a la pared del glaciar sorteando témpanos flotantes en pequeñas lanchas y recoger algunos trozos de hielo para, una vez de regreso a bordo, tomar una bebida fuerte con hielo del ventisquero.
Al sur de Puyuhuapi, la Carretera Austral permanece sumergida en paisajes espectaculares. Solo gana terreno la presencia humana en el corredor transversal que une la frontera argentina con Puerto Aysén y Puerto Chabuco, otro lugar para embarcarse hacia la laguna San Rafael. El tramo incluye el aeropuerto de Balmaceda, que es la entrada aérea a la zona, y Coyhaique, la capital regional, creada a principios del siglo XX como espacio agropecuario, que mantiene la afición a las «jinetadas», los concursos de doma de caballos.
Cinco horas separan Coyhaique del lago General Carrera por la Carretera Austral, que atraviesa las estribaciones de los Andes para encajarse en el paisaje del río Ibáñez, al pie de la Reserva Nacional Cerro Castillo. Frente a las aguas turquesas del lago General Carrera se levantan las casas de Puerto Río Tranquilo, desde el que parten las lanchas que llevan a la Capilla de Mármol, un islote rocoso horadado por la erosión. Las barcas entran en su interior para contemplar los espacios de Las Cavernas, La Capilla y La Catedral, teñidos por la luz azul que atraviesa el agua. Los aficionados al rafting pueden disfrutar de los rápidos del río Baker, antes de completar los 280 kilómetros de la CH-7 que conducen hasta su punto final en Villa O’Higgins, donde los Campos de Hielo cierran el paso. El término «santuario natural» encaja a la perfección con la Patagonia Norte de Chile. A su encanto hay que unir la calidad humana de quienes habitan los vastos espacios apenas explorados, pioneros que viven lejos de la civilización y ofrecen toda la ayuda necesaria para recorrer con seguridad una naturaleza de conmovedora pureza.
MÁS INFORMACIÓN
Documentos: pasaporte.
Idiomas: castellano.
Moneda: peso chileno.
Horario: 4 horas menos.
Cómo llegar y moverse: Madrid y Santiago de Chile tienen conexión aérea regular (9 horas). Desde la capital hay vuelos diarios a Puerto Montt y a Coyahiaque. El coche todoterreno y el barco son los medios de transporte principales en la región de Aysén. Desde la ciudad de Puerto Montt se puede navegar hasta Puerto Chacabuco; algunas compañías marítimas incorporan en la ruta la visita a Laguna San Rafael. Para conducir por la Carretera Austral es imprescindible un vehículo todoterreno con reserva de combustible, pues la vía no siempre está asfaltada y hay pocas estaciones donde repostar.
Turismo de Chile