Al sur de Lisboa se extiende una región que tiene de todo, pero sobre todo, unas playas largas para disfrutar del Atlántico cuando más apetece: bajo el sol del verano y con la brisa oceánica refrescando el ambiente.
Los pueblos que se asientan a lo largo de esta costa son el otro aliciente de una ruta que vaya de una playa a otra. Gastronomía marinera y también de interior se alían con la combinación de arena dorada, olas y calma que respiran las playas del Alentejo. Su conservación debe mucho a la poca presión urbanística y al Parque Natural del Sudoeste Alentejano y Costa Vicentina, que protege un ecosistema de gran valor y belleza.