Los habitantes de Kiribati, un archipiélago de 33 atolones coralinos situado al nordeste de Australia, son cada 31 de diciembre los primeros en recibir el Año Nuevo –desde 2011 ese privilegio se comparte con las islas Samoa y Tokelau, ambas en el Océano Pacífico–. La rotación de la Tierra hace que todos los países del planeta, conforme llegan las 12 de la noche a su franja horaria, se vayan apuntando a esta fiesta global. La celebración se desplaza así hasta llegar a Hawái y las islas Howland, un archipiélago de ultramar de EE UU, donde el Año Nuevo se recibe 24 horas después. El cambio de año se celebra en el mundo de muchas maneras y con múltiples tradiciones locales a seguir. Pero si la Nochevieja nos pilla en el Hemisferio Sur, una de las más atractivas será rematar la fiesta con los pies en remojo y un baño disfrutando del verano austral.