
Ciudad de México
volcanes Popocatépetl e IztaccíhuatlTeotihuacán, centro ceremonial anterior a los aztecasYucatánpirámides y templos de Uxmal, Chichen Itzá y TulumCaribe, una de las capitales más pobladas del mundo, se vislumbra mucho antes de aterrizar, enmarcada por los
. Los nombres de estos montes remiten al pasado prehispánico del país, todavía vivo en múltiples conjuntos arqueológicos: desde el mismo corazón de México con
, hasta la península de
, donde las
se intercalan con la naturaleza de la jungla y el
.
La ciudad colonial de Mérida, a dos horas de vuelo de la capital mexicana, es el mejor punto de inicio para recorrer los tesoros arqueológicos y naturales de Yucatán. No hay que perder la oportunidad de perderse entre sus callejuelas blancas y disfrutar del mestizaje de sabores de su cocina, con protagonistas como el chile habanero –uno de los más picantes–, la naranja agria y las pepitas de calabaza. A lo largo del señorial Paseo Montejo es posible intuir la Mérida desde donde se administraban las riquezas y bellezas de los territorios caribeños durante la época colonial.
Uxmal, a una hora y media de coche, será nuestro primer contacto con la civilización maya. El parque requiere varias horas de visita y es recomendable hacerla temprano por la mañana o a última hora de la tarde para aprovechar las sombras, así como para evitar los grandes grupos de turistas. Dormir en los hoteles vecinos a las ruinas es un auténtico lujo, no tanto por las comodidades como por ser los primeros o los últimos en pasear por el recinto. Contemplar sin prisas los mascarones dedicados a Chac, el dios de la lluvia maya, que decoran las fachadas principales, o detenerse frente a la Pirámide del Adivino, la Casa de las Palomas o el Cuadrángulo de las Monjas, producen una emoción impagable.
Los cenotes son el otro aliciente histórico y natural de la península de Yucatán
Los cenotes son el otro aliciente histórico y natural de la península de Yucatán. Se considera que en toda la región hay más de 10.000 de estos depósitos-cavernas de agua. Además de ser las fuentes más importantes de agua dulce en la zona, estas pozas rodeadas de selva son espacios cargados de misterio que los antiguos mayas ya conocían y usaban en sus ritos. Con más de 20 metros de profundidad y una temperatura bastante baja, son lugares especialmente agradables para sacudirse el calor y el cansancio.
Uno de los más impresionantes se halla en el corazón de las ruinas de Chichen Itzá, la otra gran ciudad maya. Es el Cenote Sagrado, que fue descubierto y dragado a principios del siglo XX por Edward Thompson, catedrático de Harvard que también estudió los restos mayas y los petroglifos de las cercanas grutas de Loltún. Pero Chichén Itzá es mucho más y, como Uxmal, requiere al menos una jornada.
El momento del año idóneo para sentir el magnetismo de Chichén Itzá es durante el equinoccio de primavera, entre el 19 y el 23 marzo. A primera hora de la mañana y a última de la tarde, una serpiente se desliza por la escalera principal de la pirámide de Kukulcán, también llamada El Castillo. Este efecto visual de la sombra en movimiento es uno de los logros más interesantes –y visibles– del estudio maya de los astros. Esta pirámide se construyó durante el periodo de mayor poder de Chichén Itzá, entre los siglos XI y XIII, aunque los primeros edificios de la ciudad datan del siglo VII.

La ruta hacia las playas del norte tiene una etapa previa en la ciudad colonial de Valladolid. Su casco histórico, con iglesias de los siglos XVI y XVII, y su mercado son rincones llenos de color y ambiente. Centro de producción de henequén (fibra utilizada para la cestería) y de guayaberas (camisa masculina de algodón o lino y franjas de bordados), Valladolid es ideal para comprar artesanía yucateca y, después, darse un baño en alguno de los cenotes con nombres mayas de las afueras: Ik Kil, Dzitnup, Keken y Zaci.
Más de 20.000 flamencos llegan cada año a la reserva de Río Lagartos
Camino de Río Lagartos, en la costa norte, aparecen las ruinas de Ekbalam (siglos VIII-XI), una ciudad maya que todavía conserva una torre, una pirámide y restos de su doble muralla. El litoral norte es todavía un territorio desconocido, aunque los aficionados al avistamiento de aves y a la cocina con productos del mar hace tiempo que disfrutan de sus tesoros. Más de 20.000 flamencos llegan cada año a la reserva de Río Lagartos para reproducirse en los manglares, donde encuentran su alimento favorito: la langosta. Este crustáceo es, además, uno de los platos típicos y más económicos de la zona. El Parque Nacional de la Isla de Contoy, en el punto donde coinciden la aguas del Golfo de México y las del Caribe, es otro destacado refugio de aves.
El viaje por Yucatán no finaliza aquí. Dejamos atrás Cancún –puerta de entrada a la región por el este– y seguimos rumbo sur en busca de las largas playas del Caribe y de otro enclave indispensable, Tulum. De entre todos los conjuntos prehispánicos visitados hasta ahora, éste es el único que funcionaba a la llegada de los españoles. Ante las vistas que ofrece no resulta extraño que uno de sus nombres originales fuera Zamá, que en maya significa «amanecer».
La isla de Cozumel es un final de viaje perfecto. Se llega en transbordador desde Playa del Carmen, a una hora de Tulum. La isla es un destino famoso para bucear entre inofensivos tiburones ballena y tortugas. Tras una jornada de sol y playa, quizá queden fuerzas para disfrutar de la vida nocturna del Caribe, que empieza a media tarde y no acaba hasta bien entrada la mañana, mucho después de contemplar el amanecer desde la playa, con el sol emergiendo entre el suave oleaje.
MÁS INFORMACIÓN
Documento: pasaporte.
Idioma: castellano.
Moneda: peso.
Horario: 7 horas menos.
Salud: llevar protector solar y antimosquitos.
Llegar y moverse: Cancún y Mérida son las dos puertas de entrada a Yucatán. A la primera llegan vuelos directos desde España. Mérida se alcanza vía Ciudad de México.Alquilar un coche es una buena opción para recorrer la península; también hay una red de autobuses. A Cozumel se puede llegar en barco y en avión.