La Cuevona recibe el nombre por el pueblo al que se dirige. También conocida como “la lengua del diablo” o “Las barbas de Santiago”, es una cueva natural esculpida en la piedra que se ha convertido en el único camino que lleva hasta el pueblo Cuevas del Agua, en Asturias. Aunque se puede atravesar en coche pero, la mejor manera es recorrerla a pie.
Antes era un paso adaptado para los vecinos del pueblo hasta que la modernización que requirieron las comunicaciones hizo que se convirtiera en un trozo de asfalto por el que ahora se puede transitar y que acaba poco después de cruzar al otro lado de la cueva.

Lleno de estalactitas, estalagmitas, columnas y coladas, sus 300 metros de recorrido se ven envueltos de oscuridad y de formaciones calcáreas, que crean una atmósfera perfecta para los musgos, líquenes, algas, hongos y animales -dónde predominan los murciélagos- que viven en ella y que se adaptan a las temperaturas, humedades y cambios de luz.
EL PUEBLO AL OTRO LADO DE LA CUEVA
Al cruzar el “túnel natural” aparece la imagen del pequeño pueblo de Cuevas del Agua que, con poco más de 300 habitantes, mantiene la esencia y la identidad de la Asturias más rural. Además de su peculiar y excepcional entrada, su orografía a orillas del río Sella y a pie de montaña remarcan esta esencia de aldea perdida y rústica, llena de símbolos e iconos que transportan al estilo de vida de años atrás, como los hórreos. Esta arquitectura es otro de los factores que lo hacen especial, ya que es el pueblo del municipio que cuenta con mayor cantidad.
LA RUTA DE LOS MOLINOS
Sin apenas salir de la zona, justo al dejar atrás Cuevas del Agua, aparece entre los bosques la conocida ruta de los molinos. Aprovechando la abundancia de agua, en Asturias tuvo mucha fuerza la industria molinera, de la que se ha intentado mantener el recuerdo y que a día de hoy se puede rememorar a través de rutas que ofrecen un viaje al pasado. Todavía pueden verse los molinos, algunos reconstruidos, que durante la Edad Media llegaban a suministrar a comarcas enteras que vivían del cultivo del cereal.
La ruta circular comienza en Cuevas del Agua y, bordeando el Sella, sigue hasta el caserío de Santiago, que se encuentra a pocos metros. Siguiendo por la riega de Tresmonte se adentra en un estrecho valle rodeado de vegetación que esconde los antiguos molinos, la mayoría en ruinas. De entre todos ellos destaca el Molino de Francisco gracias a su buen estado de conservación.

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"LA OTRA" CUEVONA
Aunque casi reciban el mismo nombre, no hay que confundir La Cuevona que dirige a Cuevas del Agua con la Cuevona de Ardines, que es un yacimiento arqueológico que forma parte del sistema cavernario de Tito Bustillo y que conserva antiguas pinturas rupestres. Las visitas que recibe no están abiertas al público, ya que solo son de interés arqueológico, pero la que sí se puede visitar es la Cueva de Tito Bustillo, que desde 2008 es Patrimonio de la Humanidad. Con más de 700 metros de longitud, sus paredes albergan pinturas rupestres que datan del 22.000 y del 10.000 a.C, en las que destacan, sobre todo, animales como caballos o renos.

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RIBADESELLA
A poco más de 7 kilómetros de Cuevas del Agua se deja entrever, entre montañas, acantilados y mar, esta encantadora villa, famosa por ser una de las puertas a los Picos de Europa y por acoger en su casco histórico parte del Camino de Santiago. Aun estando bañada por el Cantábrico, su encanto no pierde la esencia de lo rural, que acompaña la arquitectura popular y edificaciones tan emblemáticas como la Casa de los Ardines o la iglesia parroquial de Santa María Magdalena.