Córdoba entre flores

Por qué este pueblo de Córdoba es perfecto para descubrirlo en lo que queda de mayo

Más allá de que sea uno de los pueblos más bonitos de España, Iznájar es un capricho rural que durante este mes se vuelca en demostrarlo entre sus balcones y su embalse.

Cuando se toma la última curva de la carretera que viene de Villanueva de Tapia, justo antes del puente que vuela por encima del agua, la visión de Iznájar se revela fascinante. Aparece el pueblo blanco, encaramado en lo alto como una pequeña península rodeada de agua por el embalse más grande de Andalucía. Si no fuera por ese puente, Iznájar y sus 19 aldeas diseminadas serían en la práctica un archipiélago cordobés. Algo más de cien kilómetros de distancia con respecto a la ciudad esplendorosa de los omeyas y esto es ya otro mundo. 

Seguir viajando

 

Iznájar, así es el pueblo con más encanto de Córdoba

La historia de un pantano

No lo vio así Rafael Alberti cuando llegó por primera vez a la Subbética en los años 20 del siglo pasado. Entonces aún se enterraba a los muertos a hombro y por las calles de tierra andaban las bestias. No había rastro de agua en el paisaje, todo eran casas entre olivares. Pero años después, en 1966, se empezó a embalsar agua aquí tras las largas obras, una maravilla de la ingeniería en la época, y las tierras y las huertas y las fábricas y las casas, y con ellas miles de olivos, quedaron sepultados.

Cuando el dictador Franco vino a inaugurar la presa, ya se habían ido algo más de la mitad de los 18.000 iznajeños que se habían despedido de sus casas para siempre. Hoy, con apenas 4000 habitantes, el embalse es un ecosistema adaptado al entorno natural, como si la mano del hombre no hubiera tenido nada que ver con la presencia del mayor lago de Andalucía.

Iznájar y embalse
Foto: Shutterstock

Desde el Mirador de la Villa, se divisa la Sierra de la Ventanas y el arroyo de Priego. Sólo cuando el embalse no se encuentra en su máxima capacidad, como ocurre estos últimos años -con la sequía, los pinos van quedando muy arriba y el agua muy abajo-, el paisaje vuelve al pasado, viéndose el Puente Molinillo y la antigua carretera. Aquel pasado está plasmado en la maqueta -una maqueta es un recuerdo a escala- que se encuentra en el Centro de interpretación del embalse, en el Paraje de Valdearenas, a 2 km de la villa. Es el lugar en el que descubrir los valores naturales y antropológicos en torno al río Genil y la presa. 

Un castillo le da nombre

Pero el embalse no es ni mucho menos el único reclamo de Iznájar. Uno de aquellos días en los que se paseó Rafael Alberti por estas tierras de la Subbética, llegó al  barrio de La Villa, donde está el castillo, que, del siglo VIII y de origen árabe, da nombre al pueblo con una derivación del sustantivo "hisn" (castillo) y del adjetivo "al-ashar" (alegre). Pero aquel día llovía y no era alegre y toda aquella atmósfera del lugar llevó al poeta a escribir el poema “Torre de Iznájar” que se puede leer escrito en los azulejos que decoran la plaza que le homenajea y que el propio poeta inauguró. 

shutterstock 1513371719
Castillo de Iznájar | Foto: Shutterstock

Más abajo del castillo, la luz del atardecer se cuela por el gran botarel con arbotante que aguanta el crucero opuesto a la torre de la Parroquia de Santiago Apóstol, traza un camino dorado en el pavimento de piedrecitas que desciende hasta el pintoresco Patio de las Comedias, el lugar más fotografiado del pueblo y donde es fácil ver a Juani regar con sus más de 65 años las cerca de 700 macetas de característico color azul con flores de los colores más variados. Lo hace desde hace más de dos décadas.

El nombre a la placita rodeada por viviendas humildes y frescas le viene de las representaciones teatrales que aquí se hacían durante el siglo XVI. Suele pasar por aquí todo el que asa por Iznájar, a ver las plantas y hacerse fotos y a hablar con Juni: “Es que me gusta hacer dulces y eso ha cundido en la televisión y, claro, la gente se llega y toca a la puerta”, cuenta con orgullo.

shutterstock
Patio de las Comedias | Foto: Shutterstock

Más allá del salmorejo

También suele llegar la gente a comer, convertido el pueblo en algo parecido a una capital gastronómica de estos parajes de la Subbética cordobesa. En Iznájar el salmorejo tiene un toque chispeante y algo excéntrico gracias a la naranja y el bacalao. Se puede comer en restaurantes como el Mesón Abuela María, que sí que tiene el salmorejo de toda la vida, pero también uno de pipas con setas shiitake y kumquat que es una delicia. En los postres caseros, otro clásico de Iznájar, pero al modo de Paco y Charo, los “huevos volaos”, elaborados con huevos, leche, mostachones y canela.

Iznájar3
Foto: iStock

Tiene el artista iznajeño Antonio Quintana - a él le han dedicado una sala museo, uno de los siete museos, uno para cada día de la semana, que hay en el pueblo- unos cuadritos con ventanas y puertas recuperadas como marcos, tras los que ha pintado al óleo a mujeres de ojos lánguidos que miran al exterior. Últimamente parecen sorprendidas de que se vean cada día por la calle más apuraorsas (nombre cariñoso que reciben los que vienen de vacaciones según el pequeño y divertido diccionario de iznajeño que preparó Paco Quintana ya hace unos años). 

Por qué mayo es el momento ideal para visitar Iznájar

  1. Porque se engalana aún más con el Festival de los Balcones y Rincones: ya van por la XII edición, algo que demuestra que los patios cordobeses están por toda la provincia)

  2. Porque es un buen momento para darle a los pedales: se puede realizar el recorrido circular MTB Sur o ir hasta Lucena para hacer el tramo de la Vía Verde del Aceite que llega a Luque, entre muchas más opciones.

  3. Porque es uno de los pueblos más bellos de la provincia de Córdoba

  4. Porque la primavera le sienta muy bien al Geoparque Sierras Subbéticas: los manantiales del Río de la Hoz, en Rute, están muy próximos.

  5. Porque el Mayo Festivo cordobés sabe a salmorejo y flamenquín.