Por lo azaroso de su historia, la belleza de este pequeño y montañoso país ha permanecido adormecida durante décadas, aunque hoy su singular y rico atractivo es un secreto a voces y todos los caminos parecen llevar a este confín del mar Adriático.
Desde que el Imperio Romano se dividió en el año 395, esta región de los Balcanes pasó a ser la línea divisoria entre Oriente y Occidente. Montenegro ha sido desde entonces una encrucijada de pueblos y culturas. Romanos, bizantinos, venecianos, serbios y otomanos se han sucedido en estas tierras, con todo lo positivo y lo conflictivo que eso conlleva.