
La Provenza es el alma del Mediodía francés. Ocupa el recodo sudoriental del país, y la distingue su luz alegre y nítida. Sin duda, se trata de la Francia más mediterránea. Un territorio de campos ondulados que cautivó a los romanos hace dos milenios y que en los últimos siglos ha sido un imán para creadores de todos los campos artísticos. Hoy en día los viajeros acuden a sus villas medievales buscando el encanto de su estilo de vida y de su arquitectura popular, una gastronomía inolvidable y el aroma de lavanda en los paisajes.
Gordes es un inicio perfecto para una ruta por la Provenza. Una pequeña aldea que se enrosca en torno a la colina que la acoge y que salva el desnivel con calles empinadas en las que aparecen escalones e incluso túneles para que las casas se ordenen por la ladera. Queda coronada por una fortaleza del siglo XVI. Como tantas otras localidades de la región, una modesta loma ha sido el lugar en el que encastillarse.
Tan solo hay que alejarse tres kilómetros de Gordes hacia el nordeste para acceder a uno de los paisajes más idílicos de la Provenza. En un estrecho valle al que se llega por una retorcida carretera se halla la abadía de Sénanque. Está rodeada de los característicos campos de lavanda, y el lugar es tan angosto que en su día ni siquiera se pudo orientar el ábside hacia el este, como era preceptivo en las iglesias románicas. El viajero observador buscará en el claustro delantero un capitel donde está esculpida la Tarasca, monstruo mitad pez mitad dragón que dio nombre a Tarascon, que aparece más adelante en la ruta.
La monumental Aviñón
Treinta kilómetros hacia el este, el poder de la Iglesia se muestra en toda su extensión. En Aviñón descolla como edificio más importante el palacio papal, más un castillo que un complejo monástico. Y es que corrían tiempos convulsos cuando los Papas se refugiaron en esta localidad provenzal. Hasta siete máximos mandatarios de la iglesia católica vivieron aquí; dos de los más conocidos fueron Clemente V y Urbano V. Entre 1309 y 1377 las intrigas de la corte papal tuvieron lugar en esta magnífica fortaleza que todas las tardes, cuando el sol se oculta, se vuelve dorada y destaca sobre el azul cobalto de las aguas del Ródano.
Este río es uno de los más importantes y caudalosos de Europa y también es uno de los más discretos, incluso atravesando localidades tan notorias como Ginebra (Suiza) y Lyon. En la Provenza el Ródano se erige en frontera que marca el fin del territorio por el oeste y, a la vez, en columna vertebral que riega ese sector de la región.
Salir de Aviñón rumbo sudeste para recorrer quince kilómetros hasta Saint-Rémy-de-Provence es entrar de lleno en la más característica de las campiñas provenzales. Como caerse en un cuadro. Porque el viajero comienza a sentirse en escenarios conocidos, mil veces admirados. Aquí, a finales del siglo XIX y durante las décadas siguientes, acudieron los genios de la creación artística europea. Éstos son los campos y cafés pintados por Vincent Van Gogh, los ríos y arboledas de Paul Gauguin, los reflejos acuosos de Paul Signac, las montañas de Paul Cézanne… Dicen que los vientos que baten continuamente estos campos son la explicación a una atmósfera tan limpia que los colores brillan hasta el éxtasis. Eso fue lo que cautivó a esos pintores, que han inmortalizado la Provenza y la han hecho familiar a tantas personas aun no habiendo estado jamás en ella.
Una tierra de leyendas
Tomando rumbo hacia Aix-en-Provence aparece Les Baux-de-Provence, que tiene una gris ciudadela medieval derruida sobre un promontorio. Hasta ella acuden los amantes de la canción trovadoresca, del misterio de los cátaros y los templarios, y también los amantes de la mineralogía, pues la bauxita toma su nombre de esta localidad, donde fue descubierta. Tras el paso por Tarascon, la villa del temido monstruo que ahora se saca en procesión durante los festejos, llega otro de los platos fuertes de las ciudades provenzales: Arles.
Todo el mundo quiere sentarse en el café que pintó Van Gogh, y que hoy lleva su nombre. Todos quieren visitar el que en su momento fuera el circo romano más grande de Europa. Y los más inquietos por la cultura occitana incluso pisan el museo Arlaten, que fue fundado por el escritor Frédéric Mistral con el dinero que le reportó el premio Nobel de Literatura. Dicen que por estas calles enloqueció Van Gogh y se peleó con Gauguin hasta el punto de cortarse la oreja izquierda. Antes de ese arranque de ira había tenido tiempo para pintar maravillas como Los girasoles, un bodegón que concentra toda la potencia paisajística y lumínica de la Provenza.
Aix-en-Provence se halla a una hora de coche, el trayecto más largo del itinerario. Entre viñedos que proponen el placer de degustar caldos Côtes du Rhône, surge la Villa de las Mil Fuentes, llamada así por sus surgencias de agua, algunas de agua caliente. Aquí nació, pasó gran parte de su vida y murió Paul Cézanne, cuyo taller se halla en medio del casco antiguo. La permanente visión del monte Sainte-Victoire, que tantas veces retrató, no debe distraer del mercado de flores, de la catedral de Saint-Sauveur y de los hechizantes bulevares. Y una vez visitada la ciudad hay que subir a la falda de la montaña para tener una visión arquetípica de la Provenza: pueblos perfectos, campos de lavanda, olivos en formación. Algo tan poco frecuente como un paisaje mediterráneo mejorado por la mano del hombre.
PARA SABER MÁS
Documentos: DNI.
Idioma: francés.
Moneda: euro.
Cómo llegar: Aviñón se sitúa a solo 4 horas en coche de Barcelona (433 km), a 670 km de San Sebastián y a 1.029 km de Madrid por autopista. Dispone de aeropuerto, pero las terminales más cercanas que reciben vuelos de España son Marsella y Nimes. Otra opción es el tren: Aviñón tiene dos estaciones que reciben líneas de Alta Velocidad.
Cómo moverse: El coche es el medio más práctico, aunque en las ciudades lo mejor es moverse a pie o en bicicleta (Aviñón cuenta con un amplio servicio de alquiler). Los autobuses regionales conectan todas las poblaciones de forma rápida y eficiente.
Alojamiento: La región cuenta con casas de campo de alquiler, hostales en el centro de las localidades medievales y villas de lujo.
Palacio papal
Turismo de Provenza
Turismo de Francia