En verano los campos de la Provenza se tiñen del azul violeta de la lavanda. Desde las faldas de los Alpes hasta las orillas del Ródano y las villas de la Costa Azul, las matas de flores azuladas se extienden en kilométricas ringleras, a veces enmarcadas por plantaciones de girasoles y el perfil de pueblos encaramados en colinas.