En el #10: Lanuza
La historia reciente de Lanuza está estrechamente ligada al embalse al que da nombre, ya que su construcción en 1976 supuso el forzado despoblamiento de la localidad hasta quedar completamente deshabitada en 1978. Ya entrada la década de los 90, se recuperaron algunas de las propiedades que no estaban sumergidas y se inició un proceso de recuperación que todavía hoy permanece activo. En un paseo por sus calles, se puede visitar la iglesia de El Salvador, construida en el siglo XIX sobre un templo románico, con la característica construcción de piedra y pizarra que tanto representa al pueblo de Lanuza. En los últimos años, también se han recuperado fiestas y tradiciones como las Fiestas Patronales de Santa Quiteria y San Roque el último fin de semana de agosto.

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En el #9: Sallent de Gállego
Ubicado a los pies del embalse de Lanuza, su cercanía con la estación de esquí Aramón Formigal – Panticosa hacen de Sallent de Gállego uno de los pueblos con más oferta turística de Huesca. De hecho, es El pueblo con más bares por habitante de España. Desde aquí se pueden emprender excursiones a sus picos e ibones cercanos, así como llegar hasta el Balneario de Panticosta a través del sendero GR-11. Para conocer todo su patrimonio cultural, merece la pena empezar por la plaza de Sallent de Gállego, cerca el río Aguas Limpias, para continuar por la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción -construida en el siglo XVI sobre una antigua ermita románica-, las Casas Socotor y Menin o la torre de los Martón de los siglos. El Puente del Paco ofrece una de las mejores postales de Sallent de Gállego.

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En el #8: Riglos
Hace 65 millones de años se formaron los Pirineos. Después, la erosión del agua los aisló y modeló hasta crear las colosales paredes rocosas que rodean Riglos y forman parte del Monumento Natural de los Mallos de Riglos, Aguero y Peña Rueba. Este es uno de los lugares más épicos de los Pirineos de Huesca. Los buitres y otras aves rapaces sobrevuelan sus cimas, convirtiéndose en un lugar ideal para avistarlas. Los amantes del senderismo y de la escalada también encuentran su lugar en esta maravilla natural, ya que varios itinerarios recorren los mallos hasta los 300 metros de altura. A esto hay que sumar las 200 vías de escalada que se han establecido tan solo en Riglos. Dentro del pueblo, se puede visitar la Ermita de San Martín o de Santa Cruz y la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Mallo.

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En el #7: Torla-Ordesa
En el valle glaciar del río Ara y bajo la protección del macizo de Mondarruego, Torla-Ordesa es el punto de partida para conocer el Valle de Ordesa. Antes de adentrarse en alguno de sus senderos, un paseo por sus calles lleva hasta la iglesia románica de San Salvador, el castillo reconvertido en abadía y museo etnológico, la plaza mayor del siglo XIII y la casa consistorial, que fue restaurada a finales de los años 50. Varias casonas levantadas entre los siglos XIII y XVIII muestran las chimeneas, tizoneras (leñeros), ventanas de arco gremial y tiradores típicos de la arquitectura de la zona, donde la piedra y la pizarra están presentes en cada rincón.

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En el #6: Montañana
La monumental iglesia románica de Nuestra Señora de Baldós preside el caserío de Montañana, una localidad pirenaica de la comarca de la Ribagorza donde el tiempo se detuvo en la Edad Media. Sin ir más lejos, este templo traslada al viajero al siglo XII a través de su portada, en la que destaca la decoración del tímpano y los capiteles adornados. Asimismo, invita a entrar para descubrir unos frescos originales del gótico lineal del siglo XIV. Junto a Nuestra Señora de Baldós, en Montañana se conservan dos iglesias románicas más, los restos de dos castillos y un puente de doble arcada que se ha convertido en el protagonista de la villa. Y es que, al cruzarlo, el viajero se adentra a uno de los pueblos más bonitos de Huesca y que mejor conserva la esencia medieval, también presente en la torre de la Cárcel y en la ermita de San Juan. Toda esta riqueza arquitectónica le ha valido los títulos de Conjunto Histórico-Artístico y Bien de Interés Cultural. Además, por sus alrededores se puede emprender una ruta senderista que llega hasta un mirador natural.

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En el #5: Graus
Ubicada estratégicamente en la confluencia de los ríos Isábena y Ésera, Graus adquirió protagonsimo bajo el mandato del rey aragonés Sancho Ramírez, quien el año 1083 adscribió la localidad al monasterio de San Victorián para su reconstrucción y repoblación, que duró hasta 1571. Un siglo antes, el dominico fray Vicente Ferrer visitó la villa invitado por el noble Berenguer de Bardaxí. Ambos personajes permanecen presentes a día de hoy en Graus y forman parte del rico patrimonio con la Casa Bardaxí del siglo XVIII y las fiestas patronales de Santo Cristo y San Vicente Ferrer, celebradas en septiembre y en las que destaca la Mojiganga, una representación satírica de la vida cotidiana declarada Interés Turístico Nacional. Otro símbolo de Graus es la basílica de la Virgen de la Peña y la Casa Consistorial, un edificio del siglo XVI del renacimiento aragonés, ubicada en la Plaza Mayor. Cerca de todo esto, a unos 10 kilómetros de la villa, se erige el templo budista Shang Kagyu de Panillo.

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En el #4: Ansó
En el confín fronterizo con Navarra se encuentra Ansó, donde sus calles de piedra parecen ganarle el pulso al paso del tiempo. La piedra también es la protagonista en las casas tradicionales de dos o tres plantas separadas entre ellas por callizos, construcciones en las que se usa la piedra, la madera, la forja y la teja, materiales nobles propios del territorio en el que se enclava la villa. Sus callejones también guardan la iglesia parroquial de San Pedro con su retablo mayor barroco y la ermita de Santa Bárbara, donde se encuentra el museo del Traje Típico Ansotano. Cada último domingo de agosto, tiene lugar la Fiesta del Traje Típico Ansotano, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional. En sus alrededores, destacan el valle de Zuriza y Linza y el Paisaje Protegido de las Foces de Fago y Biniés.

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En el #3: Roda de Isábena
También en la Ribagorza, esta localidad esconde una de las catedrales con más encanto ya no de Aragón, sino de toda España, convirtiéndose a Roda de Isábena no solo en uno de los pueblos más bonitos de Huesca, sino que lo convierte también en el pueblo más pequeño en poseer una catedral. Es la de San Vicente de Roda, considerada la más antigua de la comunidad autónoma. Y es que cruzar sus puertas es llegar directamente al siglo X, cuando Roda de Isábena fue la capital del condado de Ribagorza y sede episcopal. En este contexto, el templo se levantó durante ese siglo, pero tuvo que reconstruirse en el XII. En su interior conservó durante siglos la versión más antigua de la Crónica de Alfonso III o Crónica Retense. Junto a la catedral se erige el palacio del Prior, que data del siglo XVI. Con todo esto, al pasear por las callejuelas de Roda de Isábena, las portadas, pasadizos y murallas transportan directamente a la época de mayor esplendor de la localidad.

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En la confluencia de los ríos Ara y Cinca y custodiada por la Peña Montañesa se encuentra el Conjunto Histórico-Artístico de Aínsa, una villa de la comarca de Sobrarbe que destaca por su origen legendario. El Castillo, que data del siglo XI, formó parte de la línea defensiva de los territorios cristianos y se convirtió en la cuna de la villa, que en la Edad Media pasó a ser la capital del condado de Sobrarbe, que posteriormente se integró al reino de Aragón. Así, la explanada del castillo atesora la Cruz Cubierta para conmemorar la victoria de las tropas cristianas de Garcí Ximénez en el año 724 contra el ejército musulmán, gracias a la milagrosa aparición de una cruz de fuego en la carrasca. Los ainsetanos rememoran este origen legendario cada dos años con la representación teatral de La Morisma en la Plaza Mayor. En esta se alza la iglesia románica de Santa María, uno de los mejores ejemplos del románico del Alto Aragón. Los amantes del senderismo pueden recorrer la ruta que discurre entre Aínsa y Boltaña.

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En el #1: Alquézar
En la comarca de Somontano de Barbastro, al pie de las sierras de Balcez y Olsón y en medio del Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara se asoma Alquézar, una villa declarada Conjunto Histórico-Artístico y que debe su nombre al castillo o al-qasr. Tras la reconquista, esta fortaleza musulmana se convirtió en una colegiata cristiana dedicada a Santa María. En ella, se percibe como a lo largo de los siglos se añadieron elementos de diferentes estilos artísticos. Junto a la Colegiata de Santa María la Mayor, en Alquézar permanecen fragmentos de muralla del siglo XI, los restos de una torre cuadrangular, la torre albarrana y partes de la iglesia románica del siglo XIV, entre los que destacan los capiteles y las pinturas de los muros del claustro. En la Plaza Mayor se encuentra el Museo Etnológico Casa Fabián, mientras que en la parte más alta se halla el mirador Sonrisa del Viento, que ofrece una de las mejores vistas de la localidad. Alrededor de la localidad se pueden hacer senderismo, practicar deportes de aventura y observar arte rupestre en el Parque Cultural Río Vero.