El río Matarraña es tan importante que da nombre a esta comarca aragonesa, verdor al territorio… y alicientes veraniegos. Aunque a su paso por Valderrobres tenga uno de sus puntos más fotogénicos, el río nace en el término municipal de Beceite. Allí es adonde hay que ir al encuentro del Parrizal, la estrella de la corona de una comarca que se resiste al sambenito de ser solo la Toscana española. Las pasarelas de madera acondicionadas resultan un paseo junto al agua cristalina, que corre entre las rocas y se estanca en pozas de un verde ágata que resultan una tentación para el baño. Sin embargo, está prohibido darse tal alegría. Para eso hay que buscar otras alternativas en las múltiples pozas y piscinas naturales que hay en el Matarraña.
Fuente de la Rabosa y piscina natural de Beceite
La erosión sobre la roca caliza ha esculpido una pequeña maravilla natural: una piscina natural de poca profundidad con varias cascadas comunicadas que parece un vergel. Las aguas frescas y limpias son perfectas para darse un chapuzón y escapar del calor estival. Además, cuenta con una orilla de grava que crea una acogedora playa fluvial donde extender el pareo y dejar pasar apaciblemente la tarde de verano.
Para gustos menos silvestres, la Piscina Natural de L'Assut ha sido acondicionada aprovechando el paso del río, que se estanca gracias a una presa. El lecho pedregoso del fondo se ve perfectamente porque el agua es prístina. Para entrar y salir, cómodas escaleras de acero, y para la sombra, la vegetación ribereña. Al otro lado de la presa, los más inquietos saltan a la poza de forma acrobática.

Poza del Lledó
El río Algars, afluente del Matarraña, también regala coordenadas para el baño en la comarca. El agua transparente está asegurada puesto que su nacimiento se localiza en manantiales kársticos en los Puertos de Beceite. Un baño fresquito e ideal entre aromas de tomillo y romero para quienes huyen del fuerte olor a cloro de las piscinas artificiales. El cauce del río grandes está salpicado por bloques de areniscas que obstaculizan el paso del agua, formando pozas ideales para el baño, como el Toll de la Verdura, o la Poza de Lledó, con unas vistas de lo más espectaculares junto al acueducto del Matarraña por encima del cual pasa la Vía Verde.

Pantano de La Pena
A los pies de los Puertos de Beceite y conocido también como el Mar del Matarraña, el embalse de Pena es una mancha de aguas azules y cristalinas entre el verde de los bosques que llegan a su ribera. Construido en 1930 para estancar las aguas del río Pena en la foz existente entre los términos de Valderrobres y Beceite, se trata de uno de los embalses más antiguos de la provincia de Teruel. En su día significó inundar varias de las masías que poblaban aquellos contornos, pero hoy se ha convertido en un todo indisoluble con la comarca de Matarraña, además de un enclave refrescante, ideal no solo para el baño veraniego sino también para la práctica de deportes como la pesca deportiva o navegar en kayak.

El espectacular salto de La Portellada
En esta ocasión, el Tastavins, otro de los ríos que surcan la comarca del Matarraña, es el responsable de uno de los mejores lugares para bañarse cerca de Beceite durante el verano. El paraje entre almendros y olivos es de gran espectacularidad, ya que el río salva un salto de más de 20 metros de altura con una cascada que con el tiempo ha ido erosionado la roca viva hasta excavar una gran piscina circular de atractivas aguas turquesas.

Piscinas en La Pesquera
La Pesquera, así llaman los de Beceite a la serie de pozas o ‘tolls’ que forma a las afueras de la localidad el río Ulldemó, otro de los afluentes del río Matarraña, al erosionar las rocas calcáreas típicas de la comarca. Son unos cinco kilómetros de bello paisaje natural con lugares de baño muy populares y concurridos, a los que hay que sumar la aventura de la excursión para ir a su encuentro. El acceso es libre si se va caminando o en bicicleta, pero si se opta por coche hay que reservar aparcamiento (si se accede entre el 16 de junio y el 11 de septiembre). Las pequeñas playas pedregosas que se forman en la ribera procuran algunos locus amoenus de baño perfecto. No es extraño que se consideren como las mejores pozas de Teruel.