A la Costa Daurada acostumbra a asociársele imágenes de playas extensas de arena fina y suave entrada al agua. Y es verdad, pero su existencia no tendría ninguna gracia si no fuera por su reverso: sus otros rincones playeros, coordenadas casi secretas que aparecen solo en el mapa de los iniciados en los gozos del Baix Ebre. El epicentro de esta particular galaxia mediterránea de la provincia de Tarragona está en l’Ametlla de Mar, allí donde miran los tarraconenses cuando les apetece pasar el día en una cala recóndita. No por nada a los del lugar se les conoce como “los caleros”, porque es aquí donde aún se puede disfrutar de un poco alterado litoral catalán.
EL SUR DEL FIN DEL MUNDO: PLAYA DEL FANGAR
El paisaje tiene algo de postal del fin del mundo. Kilómetros de arena y un mar salvaje que, en muchos momentos, transmite sensaciones de soledad. Lo del fin del mundo también le viene por ser una de las zonas de Cataluña más amenazadas por el cambio climático, tal como han demostrado recientemente los temporales Gloria y Filomena.
El Fangar es una península entera de arena de 410 hectáreas donde hay mar, dunas y un faro que se levanta como protagonista absoluto en uno de los lugares más bellos del Delta de l’Ebre. La estrecha franja de arena de la playa es la excepción en un paisaje de arrozales a once kilómetros de Deltebre. De todas las playas que se extienden en el Parque Natural del Delta del Ebro, esta es una de las más deseadas por aquellos que buscan disfrutar de la forma más natural posible.
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LA CONSTELACIÓN PLAYERA DEL ISLOTE
Hacia el norte, entre L’Ampolla y el Mirador de Cabo Roig, comienza a aparecer la línea característica de acantilados rojizos del sur de Tarragona. Entre los huecos que ha ido ganando el Mediterraneo, algunas calas recónditas salpican el litoral. Tal vez la más conocida de ellas sea la playa de l’Illot, una pequeña calita de guijarros, rodeada de roquedal rojizo por el que se descuelgan algunos pinos que parecen querer dar con el mar turquesa. Ideal para imaginar una película de piratas, en esta playa se disfruta de la naturaleza sin edulcorantes. Junto a la playa, otras perlas playeras, como la playa de Cala Moros o la Platja de l’Áliga, a la que se puede acceder a través de un cómodo ramal asfaltado.

Un camino de ronda para unirlas a todas
Lo interesante de la gran mayoría de calas que se encuentran en la provincia de Tarragona, alrededor de l'Ametlla de Mar, es que se puede llegar a ellas caminando. Para ello solo hay que seguir el GR 92 -en realidad, forma parte del sendero europeo E10 que une el Mar Báltico con el Atlántico-. A su paso por esta parte de la costa utiliza los antiguos caminos de ronda. Un total de 16 kilómetros separan l'Ametlla de Mar y l'Ampolla y permite reseguir el litoral, de cala en cala, entre riscos y acantilados, flotando en el ambiente el aroma a resina que se mezcla con el del salitre.

Foto: Turisme Atmella de Mar
UNA DE LAS MÁS RECÓNDITAS
Más al norte y siguiendo el GR 92 que parece recortar el Mediterráneo caprichosamente, aparece el espacio protegido de Santes Creus. Hay que dejar atrás la playa de l’Estany Podrit , que a pesar de su nombre (Laguna podrida) es todo encanto, para ir a dar con un paréntesis de naturaleza endémica. La Cala Santes Creus es de las más remotas a las que se puede llegar caminando. Eso hace que generalmente sea un auténtico remanso de paz donde los caracoles pacen con aparente ociosidad entre aromáticos matorrales mediterráneos. En la espalda, un estanque, y enfrente, el Mediterráneo como la eterna promesa de aventura estival.

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un trío de playas: Cala Forn, Cala de Santa Jordi y Cala Vidre
Junto a la urbanización de las Tres Calas está el famoso trío de calas de l'Ametlla de Mar. Cala Forn es un espectáculo de mar turquesa. Suele estar bastante concurrida en los meses de verano, pero le acompañan dos perlas más, Cala de Santa Jordi y Cala Vidre (en la foto), a las que se puede llegar cómodamente siguiendo un camino playero que las une y que pasa por detrás del Castillo de San Jorge de Alfama. Entre medias, un buen número de rincones pedregosos donde bañarse como si se tratara de una piscina natural.

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...Y PLAYAS LAS NUDISTAS
Quienes prefieran tomar el sol sin los recortes del traje de baño, está cerca Playa del Torrent del Pi (también conocida como Cala Mosques), un pequeño paraíso naturista. Sin embargo, la llegada de turistas a estas costas está arrinconando el nudismo en muchos lugares. Una cadena de naturistas de Tarragona reclamó hace unos tres años que se respetaran las zonas de costa con tradición nudista. Una de esas playas era El Torn, en la que en los años 60 ya disfrutaba tranquilamente a pelo del contacto de la naturaleza a pesar de estar cerca del centro de l’Hospitalet de l’Infant gracias a la intimidad que proporcionaban las dunas