Es un secreto

La Graciosa, la isla donde aún no ha llegado el asfalto

A sólo media hora de Lanzarote, es un rincón salvaje donde conectar con la naturaleza del desconocido archipiélago Chinijo.

Apenas 30 minutos de barco separan Lanzarote de la isla de La Graciosa, un pequeño paraíso donde lo mejor que se puede hacer es no hacer nada. Un dulce 'Il dolce far niente' en contacto con la naturaleza. Agua y comida, protector solar, gafas de sol y el bañador, eso es todo lo que se necesita teniendo en cuenta la poca oferta de tiendas en La Graciosa. Por no haber, hay zonas en la isla en las que no hay ni cobertura móvil. 

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Caleta de Sebo, lo más similar a una capital

Un encantador y tranquilo pueblo pesquero, con casitas blancas y calles de arena por donde incluso se puede caminar descalzo. Es la capital de La Graciosa y aquí desembarcan los ferry que llegan desde el puerto de Órzola, en Lanzarote. La isla se puede visitar en una jornada, pero si se desea disfrutar de este pequeño paraíso algún día más, en Caleta de Sebo hay un par de pensiones y algún apartamento. En realidad, es la principal oferta de alojamiento, ya que en La Graciosa no se encuentran ni hoteles, ni tiendas de souvenirs… Tan solo el relajado espíritu isleño que rápidamente se contagia nada más pisar tierra graciosera.

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Comida al sol

En La Graciosa, como en todas las Canarias, toca disfrutar de pescados poco comunes en otros lares como la morena y de unas típicas papas arrugas con mojo picón. Si se desea acabar con algo dulce, hay que probar la deliciosa mousse de gofio, un alimento propio de la gastronomía canaria desde hace cientos de años.

Además, después de un día de playa, nada como una cerveza canaria bien fría en alguna de las terrazas del puerto de Caleta de Sebo donde, por cierto, se encuentran los únicos restaurantes y bares de la isla. Fuera de aquí, ni chiringuitos, ni bares.

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Bicicleta y 4x4

La Graciosa es probablemente uno de los pocos lugares de Europa en donde no hay carreteras asfaltadas. Así, las mejores maneras de recorrerla son en bici o a pie. Aunque si vence la pereza, también se puede contratar alguno de los 4x4 que se ofertan en el puerto de Caleta de Sebo para llegar a alguna de las espectaculares playas de la isla. Es imprescindible ir preparado con todo lo necesario para la jornada playera, sobre todo agua, comida y protección solar.

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Playas en silencio

Dos de las playas más espectaculares de la isla, sin desmerecer a ninguna, son la de Las Conchas y la de La Cocina. La primera es la más paradisíaca de todas, frente a los islotes de Montaña Clara y Alegranza, con un paisaje volcánico y una arena dorada que incluye una bandera roja que advierte del peligro de bañarse. Aún así, aunque no sea posible el remojón, no hay que dejar de visitarla. En cambio, la playa de La Cocina es una maravillosa cala absolutamente virgen, con unas aguas turquesas en las que sumergirse nada más descalzarse. Se encuentra a los pies de la Montaña Amarilla, uno de los lugares más emblemáticos de la isla. Si es posible, merece la pena disfrutar del atardecer desde La Cocina.

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De arco en arco

Al norte de la isla se encuentra el Arco de los Caletones. Son cuatro arcos naturales de piedra de basalto contra las que chocan las olas implacablemente. La fuerza del océano impresiona en este paisaje extraordinario, al que se puede llegar en un agradable paseo desde la playa de las Conchas. Cuidado, no hay que acercarse mucho al borde para no caer al mar embravecido.

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Debajo del mar

Bucear en La Graciosa puede ser una experiencia inolvidable. Un espacio natural protegido y con la reserva marina más extensa de Europa, con 70.700 hectáreas. Con suerte se podrá descubrir al tiburón Ángel, una especie en peligro de extinción, o disfrutar de los corales milenarios de las Gerardias, accesibles solo para buceadores avanzados, ya que este delicado jardín se encuentra a 40 m de profundidad.