Cerrado por vacaciones

La Ibiza que quieren los ibicencos

De otoño e invierno, la isla blanca reposa tranquila y desvela su esencia más pura, donde lo eco, lo hippie y lo payés resucitan como nunca.

Esta es la Ibiza que quieren los ibicencos. O al menos la mayoría de ellos. Ya a las puertas del invierno empieza a asomar el frío en la isla pitiusa y a desaparecer el eco de la electrónica, de la frivolidad, el frenesí y la masificación. Cosas del verano. Ahora en otoño la isla reposa tranquila y desvela su esencia más pura, a ritmo siempre slow y con el silencio como única melodía entre el murmullo del Mediterráneo y del pinar.

 

Fuera de temporada y fuera de ruta. Es tiempo de pasear por las calles solitarias de Dalt Vila o descubrir calas desiertas entre bosques de sabinas. El espíritu hippie resurge ahora como el buen hacer payés y el suave barniz tan chic que engalana hoteles, restaurantes y mercados de Ibiza. Aquí se apuesta por lo orgánico, del campo a la mesa, en una gastronomía cuidada al detalle y en un emplazamiento privilegiado. Porque cualquier preocupación desaparece cóctel en mano al atardecer. ¿Objetivo bienestar? Estos son los planes para saborear los mejores frutos del otoño e invierno ibicenco.

 
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Casa Maca

Foto: Casa Maca

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Refugio de paz en la campiña isleña

El sol aparece tras la silueta del conjunto amurallado del Dalt Vila, situado a apenas tres kilómetros de aquí. A los pies del pinar de Puig d'en Palau y en medio de la campiña balear no se escucha ruido alguno. La lavanda, el algarrobo, el almendro, el olivo o el naranjo componen la sinfonía de esencias que acaricia la brisa matutina. En el hotel Casa Maca los amaneceres son de otra dimensión.

Este complejo es emblema del agroturismo y la calma en Ibiza. Lo conforman ocho villas y dos suites individuales con vistas a la bahía de Eivissa, de paredes encaladas, aperos de labranza, piezas de artesanía de esparto, de mimbre y de madera de sabina que le dan el toque payés a una decoración sencilla y mediterránea. Aquí se viene a desconectar se quiera o no. 

Casa Maca es de los pocos alojamientos que abren sus puertas todo el año. Tanto en verano como en invierno el halo de calma, de intimidad y apego por la naturaleza envuelve este hotel con piscina, huerto propio, barbacoa, zonas chill out y terrazas para disfrutar de su propuesta gastro. Destacan su gran variedad de zumos energéticos y elaboraciones con lo “healthy” por bandera y el huerto como despensa en su carta de desayunos ecológicos (hasta las 12.00).  Lo dicho, del campo a la mesa.

 
calles de Ibiza

Foto: iStock

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Bastión a prueba de turistas

 El casco histórico de Eivissa es un conjunto amurallado, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1999, que en periodo estival soporta los asedios de miles de turistas como soportó en su día los de los piratas. Y con razón... Pero, el otoño y el invierno vacían las callejuelas empedradas del Dalt Vila.

Sobre la colina, con vistas al sur de la isla y Formentera, se erige esta acrópolis entre poderosas murallas y baluartes que empezaron a construirse en 1554 para proteger esta importante plaza para Felipe II. El Portal de Sus Taules da paso a la Plaça del Desemparats, el convento de Sant Domingo y el Mirador hasta el castillo de la Almudaina y la catedral de la Virgen de las Nieves, que corona la ciudadela. En ella se conserva también el Museo Arqueológico que propone un recorrido histórico por las civilizaciones que se asentaron en Ibiza y Formentera.

 
La cava

Foto: La Cava

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La comida también es slow

Después del paseo por los baluartes, curiosear por sus tiendas entre fachadas blancas y puertas azuladas hasta llegar al puerto siempre es buena idea. ¿Para comer? 

Junto al Passeig de Vara de Rey, se encuentra La Cava, un restaurante ideal para redescubrir el vermú, las cañas y el tapeo en un ambiente informal que marida a la perfección con una carta que apuesta por lo local y los frutos del mar.

 
interior ibiza

Foto: iStock

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prohibido domingueros

Lejos queda el calor sofocante y las excusas para no explorar el lado más natural de Ibiza. La isla se viste de aromas donde toma protagonismo el azafrán y el algarrobo y colores otoñales que sirven de preludio al gran espectáculo paisajístico del invierno ibicenco: la floración de los almendros a comienzos de año. La mejor forma de descubrir esta paleta de sensaciones es el senderismo y su paraíso en la isla es El Amunts.

En el noroeste se ubica la mayor área protegida de Ibiza, que ocupa una cuarta parte de su territorio.  Los caminos se pierden en esta reserva de acantilados escarpados, campos de cultivo donde asoman olivos y algarrobos y bosques de pinos y sabinas que esconden calas vírgenes como Cala d’Aubarca o Cala d’en Serra. De aguas cristalinas, escollos y completamente desiertas, especialmente en esta época. Ideales para el último chapuzón del año. Además del trekking los senderos de este territorio protegido invitan a la práctica del ciclismo (BTT).

 
mercadillo hippie

Foto: iStock

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Ecos: made in Ibiza

Cosmética orgánica y jabones ecológicos, repostería de ghee y pan de horno de leña, vinos y licores payeses, bisutería hecha a mano o cualquier tipo de artesanía. Todo autóctono, made in Ibiza.

En la carretera de Santa Inés, entre San Antonio y Santa Getrudis, se celebra cada sábado de (10.00 a 16.00) el Mercat de la Foradà. Este mercadillo gastronómico transforma lo que suele ser un pueblo desolado en un encuentro de productores y artesanos, de payeses y hippies, para mostrar su buen hacer y el espíritu de comunidad que aún reina en la isla. Nunca falta la música en vivo, donde el reggae y los ritmos caribeños cobran casi tanto protagonismo como la paella vegetaría que aquí se cocina al mediodía. 

Una de las peculiaridades del Mercat de la Forada es que en la mayoría de las paradas se puede pagar con Ecos, la moneda social de Ibiza.

 
Las Dalilas market

Foto: iStock

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Icono hippie, aún más fuera de temporada

Norma: si se habla de mercadillos en Ibiza se habla de Las Dalias. Hace sesenta años que se creó uno de los principales iconos hippies de la isla, que empezó como un bar de carretera donde sólo existía una premisa: divertirse.

En periodo estival, Las Dalias padece las aglomeraciones de turistas en busca de este lugar de encuentro de culturas, de estilos, de maneras de pensar y también de crear. Un capítulo muy importante de la historia de Ibiza está escrito aquí. En los meses de otoño e invierno Las Dalias retoma el espíritu más puro, como templo de la moda adlib o un lugar donde encontrar vestidos y bolsos de todo tipo de formas, colores y adornos posibles.

Aquí se encuentra prácticamente de todo en sus decenas de puestos donde los artistas y artesanos fabrican lo que venden. Además de la oferta de moda, se pueden comprar libros, discos, cuadros y vistosas piezas decorativas, pero también comer, beber, disfrutar de exposiciones, conciertos y hasta sesiones con videntes.

El mercado abre todos los sábados del año y es un refugio para los famosos que quieren pasar inadvertidos y para los antiguos y auténticos hippies, que allá por los años setenta decidieron dar un cambio a su vida aquí, en Ibiza. 

 
mirador ibiza

Foto: Hostal La Torre

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Un cóctel y un atardecer de manual

Aunque se intenten huir de los tópicos y más en esta estación, disfrutar de un atardecer en Ibiza sigue siendo un ritual obligatorio. Para completar la jornada, viajero y autóctono acuden al Cap Negret, cerca de San Antonio de Portmany, en la cara occidental de la isla para ver cómo el sol se desvanece en el Mediterráneo bañando en colores fuego la isla de Conejera y el cielo balear. 

El Hostal La Torre es uno de los templos que rinden pleitesía a este espectáculo natural, donde sus parroquianos se reparten por su mesas y bancos de madera sobre la ladera rocosa que se precipita sobre el Mediterráneo. Copa de champán, gin-tonic, cerveza o cóctel en mano entre un extenso abanico de bebidas para acompañar un momento mágico. 

Su restaurante se ha convertido en otra excusa para acudir al lugar con propuestas como el pulpo al grill con puré de edamane y limón, la tosta de pan de cristal, el tartar de salmón o la burratina. Un culto a la cocina mediterránea.

 
ibiza en invierno

Foto: iStock

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ibiza en invierno