
La ciudad más turística de España guarda en su interior unos cuantos secretos que pasan desapercibidos a la vista del viajero. Sólo unas pocas visitas guiadas desvelan lo que hay detrás de algunos de los barrios más populares de Barcelona: el Born, el Gótico o la Barceloneta. Si empezamos por este último, la historia nos lleva hasta la antigua Barcino, el nombre que encontramos junto a la catedral y que hace referencia a cuando Barcelona estaba ocupada por los romanos. Por aquel entonces, algunos de los barrios como Ciutat Vella o Poblenou no eran más que zonas pantanosas y la Barceloneta ni siquiera existía. De hecho, lo que hoy es un antiguo barrio de pescadores, era un banco de arena conocido posteriormente como la isla de Maians.
La Barceloneta no se empezó a crear hasta el siglo XVIII. Allí es donde se tenía pensado reubicar a los desalojados del barrio de la Ribera, cuyas casas fueron destruidas para levantar la Ciudadela. Lo que hoy nos encontramos en este enorme parque es el resultado del paso de la Exposición Universal de 1888, momento en el que se reconstruyó y se decidió tirar algunos de los edificios de la fortaleza que Felipe V había utilizado contra los levantamientos en la ciudad.
Una historia que es bien conocida por los catalanes y los turistas. La que no lo es tanto es la que nos encontramos en el barrio gótico. Aquí la sorpresa gira entorno a su monumento estrella: la catedral, donde hoy se agolpan cientos de turistas para hacer cola o tomarse una foto. A pesar de su arquitectura gótica, la catedral de Barcelona es románica. El aspecto actual es sólo el resultado de su última reconstruccón, también para la Exposición Universal. Se dice que la burguesía catalana quería darle un lavado de cara a la ciudad y hacerla más atractiva. Sin embargo, no es el único edificio del barrio Gótico que, originariamente, no es gótico. Justo al lado, en el puente de la calle del Bisbe, nos encontramos con un caso similar. Su preciosa arquitectura no fue creada hasta 1928. O en la plaza del Rey, cuyas ventanas parecen recién construidas.
Los secretos del barrio del Born, por su parte, son mucho más sutiles. Aquí se encuentra la calle más estrecha de Barcelona. Se trata de Las moscas y, aunque hoy está cerrada al público, dicen que si se extienden los brazos se pueden tocar ambas paredes. Las casas que allí se conservan muchas datan de la Edad Media, de ahí a que algunos de los símbolos que hay en las fachadas resulten un tanto extraños. Por ejemplo, las cabezas de piedra que podemos encontrarnos en sus callejuelas que indicaban que allí había un burdel; o las señales de caballos, cuando éste era el principal medio de transporte. Hoy, estas marcas pasan desapercibidas con la cantidad de obras artísticas modernas que podemos encontrarnos.
Con secreto o sin ellos, Barcelona ha sabido reinventarse a sí misma adaptándose a todos los tiempos. No es de extrañar que haya logrado captar las miradas de todo el mundo y que, desde hace años, sea considerada como una de las ciudades con más encanto de nuestro país. Sólo hace falta dar un paseo por su casco antiguo, aunque no sea tan antiguo, para quedarse embelesado.