También tiene un color especial

Jerez de la Frontera, la injustamente olvidada

La ciudad gaditana con la que sumergirse en la cultura andaluza en toda su esencia.

Ya sea por sus reconocidas bodegas, por su arte flamenco o porque allí se celebra el gran premio de motociclismo una vez al año, Jerez de la Frontera se ha convertido en parada obligada para aquellos que visitan la provincia de Cádiz. ¿Sus puntos fuertes? Un patrimonio histórico asombrosamente variado y una gastronomía para todos los gustos. Además, desde allí todo está a una "media horita" a veces un poco larga, y es fácil llegar desde la capital gaditana. Una escapada a Jerez es sinónimo de buenas tapas, vino a todas horas y arte por todos los rincones. Sin dejar de lado las tardes en los tabancos de sus barrios más flamencos. Cantar y bailar (aunque sea mal) nunca había sido tan fácil. 

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Jerez de la Frontera. Un centro histórico para perderse

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Historia con olor a mosto

Las calles de Jerez de la Frontera cuentan su propia historia. Por este enclave gaditano pasaron, entre otros pueblos, fenicios, romanos y musulmanes que dejaron su legado y, también, los ingleses. No en vano, ellos internacionalizaron su vino e impulsaron las bodegas del centro de la ciudad. Sus botas, sus vides y su ajetreo comparten acera con monumentos y callejuelas donde perderse bien a gusto. Indispensable es pasear por la calle Larga, que atesora la mejor arquitectura andaluza y concentra la mayor oferta de ocio de la ciudad con tiendas y bares. Porque sí, entre arquitectura y cultura, nunca faltan las copas de vino.

Bodegas Jerez de la frontera. La otra catedral: las bodegas

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Vino que se visita

Patear Jerez es la mejor forma de conocerla, y al hacerlo uno se da cuenta rápidamente de la relación de la ciudad con el vino. A parte de arquitectura histórica, las botas de vino se han hecho un hueco entre las calles de la ciudad y el olor a uvas y vino las invade fácilmente. Jerez es un paraíso para los amantes de esta bebida y sobran bodegas donde elegir. Gonzalez Byass, Tio Pepe, Barbadillo, Lustau y Domecq son, probablemente, las más conocidas de Jerez, pero la oferta para hacer enoturismo es de lo más completa. Pertenecientes a la región productora de vinos con Denominación de Origen Jerez-Xérèx-Sherry, estas bodegas ofrecen una experiencia única con la que adentrarse a la historia de la provincia de Cádiz y de la propia bodega, pero también saborear uno de los bienes más preciados de la zona: el vino. En las bodegas se puede catar los mejores Finos, Manzanillas y Amontillados, ya sea en el centro de la ciudad o en los alrededores.

 

Catedral Jerez de la Frontera. Catedral...

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Un Zurbarán y una biblioteca en la Catedral

Sí, el vino es lo primero, pero Jerez transciende a su delicia más internacional. Al pasear por las calles de Jerez es prácticamente inevitable no toparse con la Catedral de San Salvador. Su monumentalidad y estilo ecléctico, que entremezcla gótico, barroco y neoclásico, convierten esta catedral en un icono de la ciudad. Pero a parte de su belleza e importancia histórica, ya que se alza sobre la Mezquita Mayor de Jerez y la antigua Iglesia de San Salvador, esta catedral del siglo XVII esconde grandes secretos. Una biblioteca de más de 2.000 volúmenes, algunos del siglo XV, que fueron trasladados para su mejor conservación. Lo que sí que permanece en la catedral y debe visitarse es La Virgen Niña de Zurbarán una obra tierna que contrasta con el tenebrismo típico del arte sacro. 

Palacio de Villavicencio. Palacios...

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Como príncipes y nobles

Entre las calles del casco antiguo asoman palacios y castillos de época musulmana reconstruidos posteriormente por los cristianos. Para redescubrir la historia y conocer como vivían los reyes, uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad es el Alcázar de Jerez. Construido en el siglo XII, es un ejemplo magnífico de la arquitectura almohade que existe en la península. Adentrarse en este conjunto arquitectónico permite comprender la importancia que tenía Jerez de la Frontera en ese período histórico. Palacios como el de Domecq, del Virrey Laserna o del Duque de Abrantes completan una ruta de lo más cultural y glamourosa

flamenco. El lugar de Lola Flores y José Mercé

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El lugar de Lola Flores y José Mercé

"​No hay barrio más bonito que mi barrio Santiago". Con mucho arte canta este verso José Mercé, hijo de uno de los barrios con más salero andaluz. De otro de los barrios flamencos de Jerez es una de las artistas más reconocidas de este estilo: Lola Flores. La faraona nació en San Miguel, a pocos metros de donde vivió el gran cantaor Antonio Chacón. Para adentrarse a la cultura gaditana en toda su esencia hay que perderse por las calles de ambos distritos, reconocidos como una de las cunas del flamenco de Andalucía. Pasearlos es sinónimo de casas antiguas, comercios tradicionales, patios de flores y lo mejor del salero andaluz, sin olvidar la magia de los tradicionales tabancos. Hacerlo con el Spotify por peteneras es opcional. 

 

 

Tabancos Jerez de la Frontera. Tabancos...

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A morro

Si hay un sitio en Jerez donde tomar un vino, este es el tabanco. Como antes, directamente de la bota y a granel. Y con tapas, tertulia y flamenco en vivo. Los tabancos surgieron a inicios del siglo pasado como un local de venta de vino que se convirtió poco a poco en centros de ocio, encuentro y cante, todo ello acompañado de los mejores vinos de la zona. Ir allí a comprar vino y acabar horas más tarde bailando y cantando era de lo más común en los barrios de San Miguel y Santiago. Para redescubrir esa esencia solo hace falta dejarse llevar.

Gastronomía. ¡A comer!

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360º gastronómicos

A parte de por sus vinos y el flamenco, Jerez de la Frontera también sobresale por su gastronomía. Comer en esta ciudad gaditana es sinónimo de calidad en 360º, ya que la base de su tradición culinaria incluye carnes, pescados y verduras de todo tipo. Solomillo y chicharrones, pescado al horno y mariscos para empezar, y que no falten las tapas de tortilla de patatas, salmorejo y ensaladilla rusa. Sin olvidar los platos de toda la vida: el ajo, guisos como el potaje, la berza, los alcauciles y el puchero. Y todo en grandes cantidades. El restaurante Blanca Paloma sirve en un lugar inigualable de las afueras de Jerez una gran variedad de platos y La Carboná y la Espartería son opciones con variada oferta en el centro de la ciudad. Difícil es quedarse con hambre.