Cuenta la leyenda que el príncipe Krakus, tras derrotar al dragón Smok que tenía aterrada a la población, fundó Cracovia y ésta tomó el nombre de su salvador. Dada su situación privilegiada al sur de Polonia, entre las tierras altas del Jura y la cordillera de los Tatra, la ciudad fue siempre una tentación para muchos y acabó siendo víctima de constantes cambios fronterizos.
A la capital de la región de Malopolska (Pequeña Polonia) le viene su lustre de antaño, ya que el primer documento escrito que la menciona data de 965, cuando el mercader cordobés Abraham ben Jacob la describió como un gran centro mercantil. La ciudad fue prosperando y, a lo largo de los siglos, se convirtió en un fiel testimonio de los movimientos artísticos que imperaron en Europa, desde el gótico y el renacimiento al barroco y el modernismo. El patrimonio monumental de Cracovia no dejó de crecer incluso después de que, en 1596, la capital se trasladara a Varsovia. La UNESCO la declaró Patrimonio de la Humanidad en 1978 y en la actualidad es una de las ciudades más admiradas de Europa Central.
La UNESCO la declaró Patrimonio de la Humanidad en 1978
Un buen comienzo para callejear por el casco antiguo es la Barbacana, un vestigio de los dos anillos de murallas que protegían la ciudad en el siglo XV y que ahora ocupan los jardines Planty, un extenso cinturón verde. Al otro lado de la Puerta de Florián, el único acceso subsistente de los ocho primitivos, parte la encantadora calle Florianska, llena de tiendas, cafés y restaurantes. Por aquí pasaba la antigua Ruta Real, el camino que conducía hasta el castillo de Wawel, una ciudadela que se asoma al río Vístula y en cuya catedral gótica han sido enterrados todos los monarcas polacos.
La calle Florianska merece un paseo sin prisas. Suele estar muy animada, con universitarios de media Europa, turistas de procedencias diversas y un clero que aún viste los hábitos en la ciudad de la que Karol Józef Wojtyla fue arzobispo desde 1964 hasta 1978, año en que fue elegido sumo Pontífice con el nombre de Juan Pablo II.
Losantiguos palacetes burgueses de Florianska albergan galerías de arte y museos tan interesantes como el de la Farmacia y el Biográfico de 1904, instalado en la casa de Jan Matejko (1838-1893), el pintor historicista más destacado de Polonia. Algo más adelante, en la cafetería Jama Michalika, de estilo art nouveau, se charla sobre arte, poesía, política y asuntos más frívolos. Sus muros aún transmiten jugosas historias del ambiente intelectual y político que lo acreditó como cabaret literario desde su fundación en 1895.

Florianska desemboca en la plaza medieval más grande de Europa, la del Mercado o Rynek Glówny. Una imponente estatua del poeta Adam Mickievicz preside la plaza, aunque todo el protagonismo se lo lleva la Lonja de los Paños (Sukiennice). En este edificio del siglo XIV se comerciaba con sedas y especias llegadas de Oriente, y también textiles locales, plomo y sal procedente de la mina de Wielicka, a diez kilómetros de Cracovia. La planta baja cobija un mercadillo de artesanía y la superior, la Galería de Arte Polaco, con obras del siglo XIX.
Cracovia es una ciudad destinada al arte y la cultura. Ya en 1364 Casimiro III el Grande fundó la Universidad Jaguelónica -el Colegio Maius, cerca de la plaza del Mercado, fue una de sus sedes- y, aunque Cracovia dejó de ser la capital dos siglos después, siguió siendo el centro cultural de Polonia. La ciudad se enorgullece de tener como hijos adoptivos a dos galardonados con el Nobel de Literatura, Czeslaw Milosz (1980) y Wislawa Szymborska (1996); a Joseph Conrad, autor de El Corazón de las Tinieblas; al director teatral Tadeusz Kantor; al director de cine Roman Polanski; y, en el terreno musical, a Krzysztof Penderecki, compositor del Réquiem Polaco y Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 2001. Quizás el denominador común de todos ellos sea una profunda sensibilidad, pasando de la pasión al escepticismo, de la alegría a la nostalgia, rasgos muy propios del alma eslava. Cracoviana es también la reina de la cosmética de nuestro tiempo, Helena Rubinstein.
En uno de los sótanos habilitados de la plaza del Mercado está el Harris Piano Jazz Bar, un lugar idóneo para disfrutar de una música que tiene en Cracovia su mejor escenario gracias a los diversos festivales que se organizan a lo largo de todo el año: el de Verano, el de Otoño y el Zaduski o de Todas las Almas, que tiene lugar cada 2 de noviembre, día de Todos los Santos.
MÁS INFORMACIÓN
Documentos: pasaporte o DNI.
Idioma: polaco.
Moneda: zloty (PLN).
Cómo llegar y moverse:
Varias compañías operan vuelos directos entre ciudades españolas y los aeropuertos de Varsovia, la capital de Polonia, y Cracovia. Ambas poblaciones están conectadas por tren y avión. La Krakow Tourist Card, para dos o tres días, permite utilizar sin límite el transporte público de la ciudad, entrar en 30 museos o monumentos y conseguir descuentos en comercios y restaurantes.