Desde el pico Torrecilla, a más de 1900 m de altitud, en plena Sierra de las Nieves, el caminante siente que Andalucía se extiende a sus pies. La máxima cumbre de Málaga es un mirador privilegiado que regala una lección de geografía. Rodeada de pinsapos, la montaña es como un tótem visible desde todos los ángulos. La cumbre se alza en el centro del Parque Natural de la Sierra de las Nieves, uno de los ecosistemas más valiosos del sur peninsular, a cuyos pies descansa un conjunto de comarcas naturales que conforman la Serranía de Ronda.
Hubo un tiempo en que el mito de la España romántica anidó aquí. Viajeros de mediados del siglo xix, imbuidos por el orientalismo, visitaban Granada y Córdoba, y dejaban para las últimas etapas de su periplo la ciudad de Ronda, en Málaga, recostada sobre un afilado tajo, en mitad de una escenografía de severos desfiladeros por donde se precipitan las aguas del Guadalevín, al que los árabes apellidaron con el dulce nombre de río de leche. Su cola de caballo, la blanca cascada que dibuja su caída hasta el foso del despeñadero, parte la ciudad en dos.