Direcciones contra el olvido

La Ruta del Exilio, 80 años después

Tras los pasos de los republicanos que cruzaron el Pirineo por el Empordà en 1939.

A lo largo del año 1939 cientos de miles de republicanos cruzaron los Pirineos por los pasos de montaña y fronterizos del Empordà. Huían de las tropas franquistas, que acababan de vencer en la trágica batalla del Ebro y amenazaban ya con entrar en la ciudad de Barcelona. Los pueblos de La Jonquera, La Vajol y los franceses del Voló y Argelès entre otros, presenciaron escenas dramáticas de soldados heridos, mujeres con niños y ancianos que cargaban con sus pocas pertenencias, agotados tras horas de ruta a pie. Por aquí también pasaron los últimos representantes del gobierno republicano español, vasco y catalán: Manuel Azaña, Juan Negrín, Lluís Companys y el lehendakari José Antonio Aguirre, además de numerosos intelectuales.


80 años después aquel dramático exilio se recuerda en una serie de museos y de itinerarios históricos repartidos a ambos lados de la frontera.

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EXILI

Foto: MUME

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La Jonquera

Su situación a pocos metros de la frontera francesa ha hecho de La Jonquera un lugar de paso y de intercambio cultural y comercial desde hace siglos, pero el exilio masivo de 1939 provocó escenas dramáticas y también de solidaridad que hoy se recuerdan en el Museo Memorial del Exilio (MUME). El moderno edificio que lo alberga está instalado en la calle principal de la Jonquera y, aunque no es muy grande, explica de maravilla el momento histórico, las historias personales y las consecuencias del exilio, en una época de ascenso de los totalitarismos en Europa.
 

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Agullana y La Vajol

Agullana

Este pequeño pueblo rodeado de alcornoques y cultivos fue la sede del gobierno republicano a principios de febrero de 1939. En sus casas y masías se refugiaron el Estado Mayor del Ejército Popular, el general Vicent Rojo, los presidentes Juan Negrín, Lluís Companys y el lehendakari José Antonio Aguirre, además de las embajadas de la URSS y México. Frente a la iglesia del pueblo, un pequeño museo de un par de plantas explica las aportaciones a la literatura, la música y el arte de los exiliados catalanes, entre los que había escritores, filósofos, pintores y músicos de prestigio internacional como el violoncelista Pau Casals.


La Vajol


Aquí empieza una de las rutas senderistas del Exilio, la que lleva al pueblo francés de Les Illes a través del puerto de montaña de Lli (712 m) o por el de Manrella (710 m), en el macizo de las Salines. Ambos collados recuerdan el duro paso en invierno de aquellos políticos exiliados con sendos monumentos, en el de Manrella la escultura está dedicada a Companys; por el de Lli se dice que pasaron Azaña y Negrín.

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Foto: iStock

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Elne

Ciudad episcopal, con una catedral grandiosa en lo alto de la población, Elna fue durante la Retirada republicana un lugar esencial para la supervivencia de cientos de madres embarazadas y de sus hijos recién nacidos. Elisabeth Eidenbenz, una joven suiza que trabajaba para la Cruz Roja consiguió el apoyo económico para convertir en maternidad un palacete modernista (château d’en Bardou) en las afueras de Elna. El edificio se convirtió en pocos meses en un hospital y refugio para las mujeres procedentes del campo de refugiados de la playa de Argelers, donde las condiciones pésimas de vida estaban acabando con la vida de cientos de niños. Entre 1939 y 1944, en la Maternidad Suiza se registraron 595 nacimientos, muchos de familias judías que tuvieron que falsificar su nombre cuando Hitler invadió Francia.
 

iStock-509309026. Colliure

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Colliure

La bonita población medieval, nacida como puerto de la ciudad de Elna hacia el siglo VII y con un castillo real impresionante (residencia de los reyes de Mallorca en el siglo XIV) es otro de los eslabones de la ruta del exilio por la frontera catalano-francesa. Numerosos intelectuales españoles hallaron refugio en sus calles estrechas y empedradas con aroma a mar. Antonio Machado, por ejemplo, cuya tumba es hoy un lugar de peregrinación para cientos de visitantes.

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Argèles-sur-mer

La larga playa que se estira a lo largo de 7 kilómetros, al pie de la sierra de la Albera, no parece que tenga nada que ver con el campo de concentración en el que fueron recluidos los republicanos españoles que cruzaban la frontera. Las autoridades francesas se vieron desbordadas ante el alud de personas (civiles y soldados) que llegaron a territorio francés a partir de febrero de 1939. El lugar se recuerda desde 1999 con un monolito a la entrada de la playa, y desde 2014 con el Mémorial du Camp d’Argelès-sur-Mer, un espacio de 200 m2 con documentos, audiovisuales y sonido que permiten al visitante entender la tragica experiencia de aquellos cientos de miles de refugiados.